Una radio en buen estado.
¿Cuántas radios en buen estado puedes encontrar en la Isla de los Perdidos?
En cuanto Uma y Harry escucharon que Jafar vendía una radio casi nueva, corrieron a su puesto de chatarras. No precisamente para comprarla... El viejo de Jafar podría darte lástima incluso.Se pasa el día sentado en esa vieja silla contando las pocas monedas que le quedan con la misma cara de lamento. Robarle era lo más fácil de hacer en la Isla. Harry ya había robado muchas cosas de allí, aunque algunas también las compraba para hacerle creer a Jafar que era un cliente habitual de los que pagaban.
Por eso al pobre villano se le iluminó la cara al verlos.
—¡Ah, Harry, hijo! —él se levantó con los brazos abiertos y una sonrisa genuina—. Veo que has venido con tu amiga. Decidme ¿qué os trae por mi tienda?
Harry puso una sonrisa que convencería a cualquiera de que era un buen chico, incluso si era de los peores. Él anteriormente ya le había dicho a su capitana que ya se encargaría de todo el asunto, así que eso hizo.
—Un amigo me dijo que vendías un par de walkie-talkies viejos. Los necesitamos para hablar con alguien que vive en la otra punta de la isla —le explicó.
—Entonces espera un momento, iré a la trastienda a por ellos.
Cuando Jafar desapareció tras la cortina, los dos adolescentes se sonrieron entre ellos. Harry vio rápidamente la radio en uno de los estantes y se la dio a Uma para que la guardara en su mochila. Justo a tiempo porque el que una vez fue visir de Ágrabah volvió con los aparatos en la mano.
—¿Cuánto es? —preguntó con "interés".
—Serían quince. Pero como eres tú te los dejo a diez.
Harry le sonrió y le puso el billete en la mano. Con gusto, Jafar lo aceptó y se lo metió en el bolsillo más oculto de su abrigo.
—Una buena compra —le aseguró el villano.
—Y que lo digas, compañero.
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Ya estaban en su siguiente parada: la Bahía del Capitán Garfio.
El viejo pirata tenía dos tiendas al lado de su barco: una en la que vendía cosas de pesca y barcos y otra de comida sencilla ya hecha. El plan de los chicos era robar un poco de esa comida para después. Lo que era muy arriesgado teniendo en cuenta el temperamento de Garfio. Harry se estaba poniendo la navaja al cuello él solo por su capitana.
—Mira, es esa de allí, la que está vigilada por Smee —le señaló el chico desde detrás de los barriles donde se escondían.
—¿Tienes un plan?
—Creo que voy a acercarme agachado detrás del resto de barriles y luego me camuflaré con el resto de piratas para robar —Harry miró al Jolly Roger. Una figura vestida de rojo chillón con un gran sombrero y su enorme pluma se paseaba por la cubierta tranquilamente. Eso le dio escalofríos al joven—. Si mi padre me pilla robando otra vez estoy muerto.
Él tragó saliva.
—No irás tú —Uma habló con seguridad—. Antes tú hiciste prácticamente todo el trabajo en lo de Jafar. Lo justo sería que sea yo quien robe ahora.
Antes de que Harry pudiera empezar a decirle que era una mala idea, ella levantó un dedo muy cerca de su cara.
—Y no repliques.