(No tengo ni idea de qué es esto ni de cómo se me ocurrió, pero aquí está 😂)
El ambiente era tenso.
Ocurría cada vez que discutían.
Las paredes del camarote de Uma temblaban con los gritos y réplicas de cada quien. La discusión ni siquiera era interna sobre la relación, trataba sobre el trabajo en el barco. Y, pese a que a ninguno de los dos le gustaba pelear, no dejaban de rebatir la respuesta del otro.
Uma se paseó por la habitación, cerrando los ojos y frotándose la sien.
—Te dije que te aseguraras de que cambiaban la puta vela —le dijo ella—. ¡No han hecho nada en todo el día!
—¿Tengo que recordarte que estaba comprando contigo? ¡No puedo controlar lo que hacen si no estoy en el jodido barco, Uma! —gritó en respuesta. Había repetido el mismo argumento al menos cinco veces.
—¡Entonces deberías haber dejado a alguien a cargo!
Harry suspiró profundamente.
—Dejé a Gil a cargo. Le dije que los vigilara, que se asegurara de que hacían su trabajo —explicó por primera vez en la discusión—. Si tienes que pelearte con alguien, ¡peléate con él!
Uma se quedó en silencio por unos segundos. En realidad, ella era consciente de que la discusión la había más que perdido, pues Harry tenía razón. No era su culpa si Gil no vigilaba a la tripulación como era debido.
Pero era demasiado orgullosa como para admitirlo.
—¡Siempre le echas la culpa a otro! —le espetó.
Harry se rio irónicamente. Él se acercó, mientras que ella retrocedió solo un poco. Cuando sus piernas tocaron el borde de la cama, se vio obligada a mirar esos ojos azules, ardientes de impotencia.
—Te lo voy a explicar más lento y más de cerca. Me pediste que me fuera contigo a comprar, pero también querías que arreglaran la vela mientras no estábamos —habló lentamente—. Así que agarré a Gil del hombro y le dije que diera la orden de arreglar la vela. Que se asegurara de que cumplían. Él, muy seguro, me dijo que no me preocupara.
Solo una vez, la mirada de Uma se deslizó rápido a los labios de su novio. Harry siguió hablando, pero ella simplemente no le escuchó. Estaba demasiado ocupada pensando en lo atractivo que lucía cuando estaba enfadado.
—Por tanto, tengo razón —afirmó—. ¿No, querida?
Esto último hizo que la chica saliera de su aturdimiento. No tenía ni idea de qué había dicho, pero sabía que no le daría la razón tan fácil.
—No, no tienes razón —solo lo dijo para molestarle.
La cara de Harry era un cuadro.
—De hecho, estás muy equivocado —continuó—. Por tu culpa, esa vela sigue rajada.
Uma le clavó un dedo en el pecho.
—Dilo otra vez —la retó. No era una amenaza, en el fondo ambos sabían que estaban jugando y esto ni siquiera era tan serio.
—Fue tu culpa.
Tan pronto como Uma pronunció la última sílaba, inesperadamente Harry presionó sus labios contra los de ella. Pues la bruja marina no fue la única con esos pensamientos descarados sobre el otro. Ella notó la agresividad con la que él la besaba, como si la estuviera "castigando" por haber dicho que era su culpa.
De pronto, Harry se apartó.
—¿Tengo razón? —volvió a preguntarle. Uma trató de tragarse una sonrisa cuando entendió que, si ella seguía negando, él iría un paso más.
Se acercó mucho a él.
—No la tienes —susurró sobre sus labios.
Harry la agarró del cuello con una mano y la devoró a besos. Él le apretó el muslo con fuerza, algo que derritió a Uma.
—Di que tengo razón —volvió a pedirle.
—No lo haré.
Ella tragó un grito cuando Harry de repente la agarró de las caderas y la empujó en la cama. Le vio acercarse como un animal salvaje que va a por su presa. La mirada en sus ojos azules ardía en deseo, en realidad. Algo muy lejos de la ira o algo parecido.
Harry levantó ambos brazos de Uma y, con una mano, sujetó sus muñecas mientras enredaban sus lenguas de manera casi violenta. Él aprovechó que el corsé de su chica se amarraba por delante y deshizo todos los nudos, aunque no se lo quitó.
Aún.
—Dilo... —Le susurró al oído.
—No tienes razón —Uma remarcó cada palabra en el oído del chico.
No pudo contener el jadeo cuando Harry, de pronto, le mordió el cuello. Entre beso y beso fueron olvidando por qué se pelearon en primer lugar. Lo único que Harry sabía era que quería que Uma le diera la puta razón de una vez. Aunque, en realidad, incluso eso le daba igual.
Poco a poco el pirata fue bajando por la piel de su diosa, dejando besos y mordiscos por donde pasaba. Cuando se encontró de cara con el corsé, le alzó la mirada una vez más.
—Es tu última oportunidad —él subió de nuevo para mirarla a los ojos. Difícilmente podían contener las sonrisas a este punto—. Admite que tengo razón.
Uma colocó su mano en el lateral del cuello de Harry y le miró fijamente.
—Le daría la razón a toda esta isla antes que a ti —ambos sabían que ella no haría eso, pero aun así Harry ardió—. Incluso Gil tiene más razón que tú cuando dice que 2+2 son 5.
Esta vez, Harry no pudo evitar la risa.
—Hija de...
Él le arrancó el corsé con fuerza y lo tiró al suelo.
Y aunque Harry realmente la hizo querer decirlo, ella nunca le dio la razón.
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Había pasado un rato desde aquella discusión estúpida y lo que ocurrió después.
Harry se dejó caer al otro lado de la cama, junto a Uma. Respiraba con fuerza tratando de recuperar el aliento. La adolescente se deslizó bajo su brazo y apoyó su cabeza en su hombro, juntando sus cuerpos sudorosos una vez más.
Él la abrazó de la cintura y se escurrió bajo las sábanas hasta que su cabeza y la de Uma estaban al mismo nivel y podían mirarse a los ojos sin dificultad de altura.
Uma llevó una mano a la mejilla de Harry.
—Tenías razón —admitió en voz baja con una sonrisa suave.
Una sonrisa torcida bailó en los labios del chico.
—¿Tan difícil era decirlo, cariño?
Ella se encogió de hombros, sus sonrisa se hacía más grande.
—Deberías saber que me encanta molestarte, Harry.