*Continuación de "Fingir" *
Parecía que el día iba a ser interminable.
El baile de celebración tras romper la barrera se alargó durante el día hasta llegar a convertirse en una cena al aire libre. Había mucha gente allí, Harry pensó que era incluso abrumador. No terminaba de adaptarse a la cantidad de gente que vivía en Áuradon, tras venir de una Isla en la que casi todos se conocían.
Además, por si fuera poco, esa princesa con la que bailó no le dejaba ni respirar. Él ni siquiera se había molestado en preguntarle su nombre, no le importaba. Pero ella parecía haberse tomado aquel baile muy personal, y ahora no lo suelta.
Pero Gil fue su salvación, porque se había dado cuenta del problema de su amigo y le ayudó a deshacerse de ella al menos por quince minutos. Así que en lugar de estar junto a la mesa de la fruta con una chica de Áuradon vestida de rosa, Gil lo llevó de vuelta a lo que verdaderamente necesitaba.
Uma.
Ahora que había vuelto, no quería alejarse de ella ni por un segundo. Los últimos meses sin Uma le hicieron sentir que le faltaba la respiración, que cada bocanada de aire que respiraba no le daba oxígeno. Pero cuando la vio emerger de ese tornado de agua, la presión en su pecho que había estado soportando tanto tiempo desapareció.
Estuvo muy cerca de volverse loco en su ausencia, llevando el barco y la tripulación por su cuenta y teniendo que asumir un papel que no era el suyo. Sin noticias de ella, sin saber dónde estaba, si estaba herida o no. Era demasiado para un primer oficial que se preocupaba tanto.
Y Uma lo había notado desde el primer momento. Él la miraba con cierto miedo, como si le aterrara la posibilidad de que pudiera abandonarlo de nuevo. Ella no podía evitar sentirse culpable al haberlos dejado en ese lugar tanto tiempo.
Pero no habían hablado de eso.
En el fondo no sabían cómo hacerlo.
—Voy a volver al barco —Uma dejó su copa en la mesa—. Tengo que ponerme al día, he estado cuatro meses fuera.
—Es solo una excusa para escapar de esta fiesta —Harry le sonrió como solía hacer, aunque le rogaba con la mirada que se quedara. Con tal de pasar más tiempo con ella, aguantaría tres fiestas más.
—Eso también —le sonrió de vuelta. Luego se acercó un poco más y enredó su meñique en la curva de su garfio, tirando suavemente de Harry—. ¿Quieres venir conmigo?
Al chico se le iluminó la cara mientras asentía.
—Gil, nos vamos al barco. ¿Vienes o...
Uma se interrumpió a sí misma cuando se dio cuenta de que el rubio ya no estaba con ellos, sino en el centro de la pista bailando con un collar hecho de flores.
—Creo que no va a venir.
~
Era impresionante que, aún en el puerto, la música de la fiesta todavía se oyera con claridad.
La noche estaba en calma, despejada. Como todos estaban en la fiesta, las calles estaban completamente vacías. En la Venganza perdida solo estaban Desiree y Jonas, que habían vuelto de la fiesta antes porque Jonas bebió demasiado.
—Capitana —Desiree la saludó con una sonrisa gentil—. Ha pasado mucho tiempo desde que te vi por última vez.
—Demasiado para mi gusto —añadió Harry—. Estoy en el camarote, si me necesitas.
Uma asintió para quedarse en la cubierta con Desiree. Tenía que ponerse al día de lo que había pasado, como ella bien dijo. Lo que Harry no se imaginaba era que al camarote volvería una Uma de un humor muy diferente.