14- Camara

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Al alba siguiente, Bell emergió del sueño casi al unísono con Meadow. Kai o Evan, aún yacían en el abrazo de Morfeo. Con movimientos delicados, Bell se deslizó fuera de las sábanas y se dirigió a la cocina, donde la silueta de Meadow se delineaba contra la luz matutina. Juntas, danzaron en la coreografía matinal de preparar el desayuno, aunque una duda se anidaba en el corazón de Bell: ¿Sería Evan quien despertaría?

Cuando él emergió del santuario de su habitación, Bell ajustó sus lentes y lo examinó con detenimiento. A simple vista, el enigma persistía: ¿Kai o Evan? Optó por la paciencia.

-Hola Bell, ¿dormiste bien?

Ella se aproximó, sus manos enmarcaron su rostro con una firmeza inesperada.
-¿Kai?

La ofensa se pintó en el rostro del joven.
-¿Kai? Soy Evan...

Un sonrisa fugaz adornó los labios de Bell al liberar su rostro. Fue entonces cuando Evan notó la herida en la mejilla de Bell.
-¿Fue él?

-¿Quién?

Evan se revolvió el cabello, la desesperación tejiendo sus dedos.
-Sabía que había aparecido, no recuerdo cómo llegué a la cama. Lo siento, no quería lastimarte... Quizás sea mejor poner fin a esto, no puedo arriesgarme a tenerte cerca.

Bell posó su mano en su hombro, un gesto de calma.
-Evan, no fuiste tú, fue mi esposo.

-¿Tu esposo?

Ella asintió.
-Me defendiste.

La incredulidad se apoderó de Evan. Kai defendiendo a alguien era un concepto ajeno. La tomó de los hombros, su mirada era un mar de suavidad y firmeza.
-Somos distintos. Él y yo no somos la misma persona, eso debes saberlo.

Bell sonrió para sus adentros; esas palabras eran un eco de lo que Kai le había confesado noches atrás.
-Sí...

Evan acarició su mejilla con una ternura que evitaba el dolor.
-¿Qué sucedió?

Bell se dejó envolver por el tacto cálido de Evan, tan diferente al de Kai.
-Oliver apareció en la empresa. Logré empujarlo hasta la puerta, pero me golpeé con la ventana.

Evan arqueó una ceja; sabía que esa herida no era obra de un cristal.

Meadow irrumpió con un saludo matutino.
-Buenos días, el desayuno está listo.

-Gracias, Meadow.

Junto a Bell, Evan tomó asiento en la mesa de la cocina. Su mirada se perdía en la figura de su doctora, la preocupación era su compañera.
-Hoy debo ir al hotel de los inversionistas. ¿Me acompañarás?

Bell dio un sorbo a su café.
-Claro, para eso estoy aquí.

Evan se levantó, su figura se recortaba contra la luz que entraba por la ventana.
-Voy a bañarme y vuelvo.

Bell continuó con su desayuno, ajena a la mirada que Evan le dirigía. Él no podía creer que alguien disfrutara de su compañía, a pesar de conocer a Kai.

Se detuvo frente a la puerta de su habitación, su corazón latía con fuerza.
-Pero... ¿Qué me pasa?

Entró y se sentó en el borde de la cama.
-Es tu terapeuta, además, está casada.

Se recordó a sí mismo. Cerró los ojos y la venda en la mano de Bell acudió a su mente. Antes no tenía acceso a las cámaras, pero ahora sí. Buscó su teléfono y encontró la grabación del día en que se había desmayado.

La cinta revelaba la verdad sin sonido. Vio a Oliver con la navaja y a Bell interponiendo su mano. La preocupación lo invadió al ver que ese hombre estaba dispuesto a golpearla, a pesar de estar casados. Entonces Kai apareció y, por primera vez, defendió a alguien.

Se levantó abruptamente, asombrado por la actitud de su otra personalidad. Kai no era de ayudar, y menos de defender a una mujer que apenas conocía.

Pero ahí estaba, rompiendo su camisa para detener la hemorragia de Bell.

Congeló la imagen y la acercó a sus manos entrelazadas, sintiendo un celo inexplicable. Luego buscó la grabación de la noche anterior. Kai, Winter y Bell llegaban juntos. Continuó observando las cámaras y vio cómo Kai llevaba a Bell a su habitación. Los celos lo consumían.

Dejó el teléfono a un lado, confundido. Se miró al espejo.
"¿Celoso, Evan?"

La voz interior se burlaba.
-Silencio, Kai...

"No podrás hacer nada, eres débil, déjame salir y disfrutarla."

La cabeza de Evan retumbaba.
-No te metas con ella, es diferente.

"Lo sé, por eso decidí que será mi mujer"

Evan abrió los ojos y se enfrentó a su reflejo.
-No...

Se apoyó en el espejo y gritó.
-No te atrevas a tocar a Bell.

El cristal se quebró con el impacto. El ruido alertó a Bell y Meadow, quienes entraron al cuarto. Evan estaba con la frente ensangrentada, su expresión era de terror, pero al escuchar la voz de Bell, volvió en sí.
-Meadow, llama a la ambulancia, ahora.

Meadow corrió a la sala, mientras Bell se quedaba con él.
-¿Evan?

Se acercó y le ayudó a mantenerse en pie.
-¿Kai?

Evan le tomó el rostro con su mano izquierda.
-Jamás dejes que Kai te toque. Él no puede... No debe hacerlo, solo yo.

 No debe hacerlo, solo yo

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Two Faces (Evan Peters Y Kai Anderson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora