41- Encierro

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- No comprendo, ha estado allí desde que me desperté. ¿Acaso pasó la noche ahí?

Blair, sumida en la preocupación, dialogaba con Tony y Anna hasta que Bell irrumpió.
- Buenos días...

Blail la interceptó casi al instante.
- Bell, debes asistir a Evan, lleva horas encerrado en el baño. Me aterra pensar que algo malo le haya ocurrido.

Bell, invadida por la inquietud y sin mediar palabra, se dirigió al baño. Pero Tony la detuvo.
- Bell, no creo que sea lo adecuado.

Agarró su brazo con firmeza, mientras Anna miraba con preocupación.
- Iré yo. Manténganse alejados de la habitación.

La puerta del baño se cerró con un suave clic tras Anna, y el silencio que sobrevino fue casi ensordecedor.

Evan alzó la mirada, sus ojos inundados de lágrimas y desconcierto.
-Mamá -balbuceó con voz temblorosa-, este certificado... afirma que Kai es real, que yo soy...

Anna se sentó a su lado, sosteniendo el certificado con manos igualmente trémulas. El día que tanto había temido finalmente había llegado.
- Sí, es verdad. Kai es mi hijo...

Evan sintió como si el universo entero se hubiera detenido. "¿Por qué? ¿Por qué se ocultó? ¿Por qué me creó?"

Anna lo rodeó con un abrazo firme.
- No lo sé, hijo. Pero respeto sus motivos, aunque no los comprenda del todo. Quizás algo fue demasiado doloroso para Kai.

Ambos derramaban lágrimas mientras se aferraban el uno al otro, buscando consuelo en medio de la revelación.
- Siempre fue agresivo, despreciaba a todos -continuó Anna- y ahora entiendo que era porque Kai estaba asustado y herido.

Evan, o Kai, experimentó una claridad que nunca antes había sentido.
- Ahora lo entiendo todo, mamá. Por qué siempre me sentí ajeno en mi propia vida, por qué la familia me generaba tanta ansiedad.

Anna asintió, secándose las lágrimas.
- Tú también eres mi hijo, ambos lo son. Son uno y el mismo.

Evan temía saber que si Kai enfrentaba sus miedos, él desaparecería.
- Tengo miedo, mamá.

Anna le sostuvo las manos con fuerza.
- Hijo, debes hacer lo que debes hacer.

Entonces recordó las palabras de Bell.
- Bell, necesito hablar con ella. Es urgente.

Anna frunció el ceño.
- Tu padre no quiere...

Evan se levantó, sintiendo un ligero mareo. Abandonó el baño, caminó hasta la puerta de la habitación y al salir, se encontró con la mirada aterrada de Bell.
- ¿Amor, estás bien? ¿Llamaste a Nick?

Evan tomó la mano de la joven y mientras caminaban, advirtió:
- Si nos siguen, la mato.

Tony se petrificó.
- Es Kai...

Bell y Evan se dirigieron a una plaza cercana a la casa.
Allí, Bell finalmente habló.
- ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Sucedió algo con Kai?

Evan sonrió con melancolía.
- Extrañaba esa preocupación tuya.

Bell lo observaba intentando descifrar lo sucedido, cuando Evan extrajo de su bolsillo un papel que ella reconoció.
- Lo sabías -dijo Evan con serenidad.

Bell asintió. - Sí, lo supe al verlo.

Evan exhaló un suspiro.
- Por eso, cuando estaba a punto de desatar mi ira, me llamaste por Kai Anderson. Sabías que él escucharía y detendría mis impulsos.

La joven bajó la mirada, apesadumbrada.
- Lo lamento, no debí decírtelo, podrías haber sufrido un colapso mental grave.

- Bell, ni siquiera mi madre tuvo el valor de decírmelo antes. ¿Crees que estoy enfadado contigo? ... Qué digo, si ni siquiera es mi madre.

Bell se sentía desolada; Evan no debía haberse enterado de esa manera, no ahora, no en este momento de caos. Lo abrazó y acarició su cabello, sorprendiendo a Evan.
- Evan, cuando aceptes que ambos son parte de un mismo ser, podrás empezar a sanar.

Bell sintió vibrar su celular y lo consultó. Era Tony quien la llamaba.
- Contestaré, deben estar preocupados por lo que dijiste.

Evan permaneció en silencio. Ella respondió.
- Tony... Sí, estoy bien... No, solo quería hablar... Está bien... Ya regreso.

Evan estaba sentado en el césped, sumido en el silencio.
- Debo regresar. Tú deberías hacer lo mismo, Anna te busca.

Al no obtener respuesta, guardó su teléfono y se volvió.
- ¿Qué buscabas aquel día? Cuando encontraste el certificado.

Bell se detuvo en seco, nerviosa, se giró.
- Yo... buscaba los documentos para el divorcio...

- ¿A las dos de la mañana, con la linterna de tu teléfono, entre los estantes de libros, en silencio?

Bell se encogió de hombros.
- Supongo.

Evan sonrió con amargura; Bell no le revelaría la verdad. Se levantó y, mirando hacia las casas, anunció:
- Voy a ser padre.

Bell, con el corazón hecho añicos, asintió.
- Sí...

- Preferiría que fueras tú la madre.

Bell se alejó, llorando en silencio.
Evan la observaba marcharse; su mundo se había derrumbado en una sola noche. Pero desconocía lo que estaba por venir.

 Pero desconocía lo que estaba por venir

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Two Faces (Evan Peters Y Kai Anderson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora