Evan, un joven de 28 años, se enfrenta a la complejidad de su existencia marcada por un trastorno disociativo de identidad. Conocido por sus dos identidades, Evan y Kai, su vida toma un giro inesperado cuando su padre le impone una condición: somete...
En la penumbra de la sala, los ecos de la fiesta se filtraban como susurros distantes. Evan, con la mirada perdida en el brillo del anillo de matrimonio, se sumergía en un mar de pensamientos. Blair, su compañía silenciosa, le observaba con una mezcla de preocupación y curiosidad.
-¿Estás feliz? -preguntó ella, su voz apenas tenía un hilo en la vastedad de la sala.
Evan le devolvió la mirada, esbozando una sonrisa que no llegaba a sus ojos. -Sí... Solo estoy algo cansado -su voz era un susurro, una mentira tejida con hilos de verdad.
Blair tomó un sorbo de su vino, la bebida carmesí reflejando la luz tenue. -Debe ser agotador estar conteniendo a Kai -dijo, intentando sonar casual.
-Sí, es eso -Evan asintió, su mirada desviándose. La verdad era que su mente estaba en otro lugar, con Bell, preguntándose qué sentiría al ver las noticias de su matrimonio. Quizás nunca más volvería a verla.
En ese momento, Gustab se acercó, su presencia imponente y reconfortante a la vez. -Hija mía -dijo, envolviendo a Blair en un abrazo cálido. -Me alegra que llegase este día. Estás casada por fin con el hombre que amas y el hijo de quien ahora es mi socio. No puede ser todo tan perfecto.
Blair respondió con una sonrisa radiante. -Lo sé -su voz era un canto de felicidad.
Gustab entonces posó su mirada en Evan, quien estaba notablemente ensimismado. -Bien, Evan -comenzó, su tono serio pero lleno de comprensión. -Mi hija y Tony me han hablado de tu situación.
La preocupación por Kai, esa otra faceta de su ser, había llevado a Gustab a tomar medidas.
-A que se refiere?- preguntó incrédulo.
Blair tomó la mano de su padre, con cierto temor de lo que fuese a ocurrir. -Papá no creo que sea el momento.
A pesar de las protestas de su hija, Gustab la silenció con una mirada firme, asegurando que era el momento perfecto.
Y justo detrás de él, como una sombra, apareció Bell. Gustab sonrió y la guío hasta ellos con su brazo extendido. -Supongo que ya conoces a Bell.
Evan se levantó del asiento, sin creer que ella estaba frente a él, la buscó por meses y ahora volvió.
Bell no lo miró, ni siquiera levantó la mirada -Bell me fue recomendada por tu padre, se va a encargar de que Blair no sea atacada por Kai, ademas va manejar los ataques de ansiedad que sufre mi hija. Ha estado haciendo esto durante ya dos meses.
Evan, sorprendido por la revelación, sintió un dolor agudo en la cabeza. Kai estaba furioso, se sentía traicionado al igual que Evan.
Blair, nerviosa, se puso junto a su esposo. — Bell ha sido de gran ayuda...
Evan la miró con un odio que solo Kai podía expresar. La joven se asustó y dio un paso al costado, pero Bell la habló. — Estaré alrededor, cualquier cosa que necesites me puedes buscar.
Bell se retiró ignorando a Evan. Gustab hizo lo mismo dejando a la pareja. — ¿Por qué no me dijiste?
Blair tragó saliva en seco. — Quería hacerlo pero ella no me lo permitió.
Evan suspiró, furioso. — ¿Tony sabía?
Ella agachó la cabeza dándole a entender que sí sabía. Evan tomó su chaqueta para ir en busca de Bell. — No te puedes ir Evan, ¡somos esposos ahora!
El joven volteó hacia ella, la miró de pies a cabeza y se acercó a ella. — Sí, somos esposos por conveniencia. Sabes bien que lo hice por mi padre.
Blair estaba enojada de solo pensar que el día de su matrimonio, Evan iba tras otra mujer. — Me da igual, no puedes ir con ella.
Evan dio una sonrisa sínica. — Voy a hablar con ella. — le acarició el cabello y le dijo al oído. — Tú podrías ir con mi padre... Se nota que extraña follarte.
Le soltó el cabello y fue a paso firme tras Bell. Dejando a Blair con la duda de cómo Evan se había enterado.
La puerta se cerró con un golpe sordo detrás de Evan, y Blair se quedó sola en la vasta sala, el eco de sus propios pensamientos resonando más fuerte que nunca. La ira y la confusión se mezclaban en su interior, pero una chispa de determinación comenzó a arder.
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