25- Destrozo

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Evan saboreaba su acostumbrado café matutino cuando percibió una inquietud en Meadow, algo fuera de lo común. Dejando su taza a un lado, se dirigió a ella con preocupación.
—¿Sucede algo?

La mujer dio un respingo, como si la hubieran arrancado de sus pensamientos, y su respuesta fue apenas un susurro.
—No...

Evan consultó su reloj: las 10 AM y Bell aún reposaba en el abrazo de Morfeo.
—Voy a despertar a Bell.

Meadow abandonó su tarea, intentando detener a Evan con urgencia.
—No... Ella ya se fue.

Evan se detuvo abruptamente.
—¿Cómo? ¿A dónde?

Meadow vacilaba, atada a la promesa hecha a Bell de guardar silencio.
Evan, impaciente, la tomó de los hombros y la sacudió con determinación.
—Dime dónde está o te quedas sin empleo y me aseguraré de que nunca más tengas ingresos.

El temor se apoderó de ella.
—¿Usted es Kai?

Evan, cansado de las confusiones, irrumpió en la habitación de Bell con ímpetu, buscando alguna pista. El caos reinaba en el cuarto, pero lo que heló su sangre fueron las manchas carmesí sobre la alfombra.
—¿Qué...?

Un vértigo sutil lo asaltó.
"Permíteme salir"

Evan cerró su mandíbula con fuerza, negándose a ceder ante Kai. Era momento de enfrentar la realidad.
—Explícame... ¿Qué ocurrió aquí?

Meadow tragó grueso, su voz temblorosa.
—Anoche, la inquietud me robó el sueño y busqué consuelo en un té... —continuó— cuando oí sollozos en la penumbra.

El corazón de Evan se comprimía ante la posibilidad de que Oliver hubiera irrumpido.
—¿Y luego?

—Entré y la encontré atrapada en una pesadilla. Al despertar, estaba desorientada, no me reconocía. El pánico la invadió y en su confusión, una botella se hizo añicos. Se cortó los pies con los fragmentos... Pero fue solo eso.

Evan exhaló el terror acumulado.
—¿Y a dónde se dirigió?

Meadow desvió la mirada, luchando con su conciencia.
—Fue a ver al Doctor Nick... No reveló el motivo, pero me rogó silencio... Planeaba regresar antes de que usted despertara.

Evan asintió, ofreciendo un abrazo reconfortante a Meadow.
—Gracias, Meadow.

Con esas palabras, se dirigió a su vehículo. Algo turbaba a Bell y estaba decidido a descubrirlo.

...

...

...

Al llegar al psiquiátrico, Evan abandonó su vehículo en medio de la calle, un reflejo de la urgencia que lo consumía. Ascendió las escaleras con pasos que resonaban como tambores de guerra y golpeó la ventanilla con determinación.

El mismo joven que lo había recibido en su visita anterior lo saludó con una sonrisa.
—Buenos días, usted es el paciente del doctor Nick. ¿Necesita verlo?

Evan, sorprendido por ser recordado, asintió con la cabeza.
—Sí... ¿Sabes si está Bell?

El joven elevó la mirada al cielo, como si buscara la respuesta entre las nubes.
—Creo que sí... La vi en el ascensor... Tienen tarjetas de acceso, así que podría haberse ido ya, fue hace unas tres horas.

La preocupación se apoderó de Evan, y sus labios se tensaron.
—¿Me permites pasar?

El joven asintió con comprensión.
—Voy a comunicarme con el Doctor y lo dejo pasar.

Mientras el joven hablaba por teléfono, la voz de Kai retumbaba en la mente de Evan.
"Si no te deja entrar, derriba la puerta."

—¡Cállate!

El joven lo miró desconcertado y colgó.
—Puede pasar.

Evan, agradecido, cruzó el umbral. Recordaba el camino a la oficina de Nick y llegó en menos de un minuto. La puerta estaba abierta y Nick lo esperaba con una expresión grave.
—Evan, qué gusto volver a verte.

Evan, esquivando las formalidades, fue directo al grano.
—Bell. ¿Dónde está?

Nick desvió la mirada y se cruzó de brazos.
—Me dijo que vendrías por ella... Siéntate.

Guió a Evan hacia el asiento, y este, sin ánimo, obedeció. Nick cerró la puerta y se apoyó en ella.
—Bien, Evan. Será difícil para ti, lo sé, pero no puedo hacer nada, es su decisión. Además, me contó lo que sucede y la apoyo al cien por ciento.

Evan lo interrumpió, la impaciencia teñía su voz.
—¿De qué estás hablando?

Nick se sentó sobre su escritorio, mirando a Evan con una mezcla de simpatía y firmeza.
—Lo que digo es que Bell ya no será más tu terapeuta. —Evan sintió un vacío en el pecho— Me habló de sus sentimientos por Kai y lo complicado que sería continuar la terapia con esos sentimientos de por medio. Por esto, se fue de la ciudad.

Evan se negó a aceptar la realidad, su voz se endureció.
—Ella debe ser mi terapeuta. Exijo saber dónde está.

Nick mantuvo la calma, su respuesta fue inquebrantable.
—No puedo decirte. Es su vida, su elección.

La frustración de Evan crecía, y con ella, la presencia de Kai se hacía más fuerte, amenazando con emerger.
—¡Necesito saber!

Pero no hubo respuesta, solo el eco de su propia voz en la habitación. Kai se agitaba dentro de él, ansioso por tomar el control, pero Evan se aferraba a la cordura, negándose a dejarlo salir.

—Evan, tranquilo...

Esto resultó ser un esfuerzo vano. Evan se alzó de su asiento, y con un furor que no distinguía entre él y Kai, comenzó a destrozar cuanto encontraba a su paso. La ira y la desesperación se entrelazaban, borrando las líneas entre las dos almas que habitaban su ser.

Buscó a Nick, impulsado por un deseo ciego de confrontación. Pero antes de que pudiera, una sensación aguda lo asaltó en la nuca. Nick había actuado con rapidez, administrando un sedante.

La oscuridad se cernía sobre Evan, y en ese crepúsculo de conciencia, Kai se agitaba, furioso y desesperado. La realidad de que Bell, su amada, se había ido, era un tormento que ni siquiera la sombra de Kai podía soportar.

Y así, en la penumbra que se cerraba sobre él, Evan se debatía entre la furia y la impotencia, mientras la figura de Nick se desdibujaba en la distancia. ¿Qué sería de él y de Kai, ahora que Bell había partido para siempre? La pregunta quedaba suspendida en el aire, un final abierto a todas las posibilidades y ninguna a la vez.

 ¿Qué sería de él y de Kai, ahora que Bell había partido para siempre? La pregunta quedaba suspendida en el aire, un final abierto a todas las posibilidades y ninguna a la vez

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Two Faces (Evan Peters Y Kai Anderson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora