44- Pared

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La casa de Tony estaba sumida en un silencio solemne, roto únicamente por el murmullo ocasional de los asistentes al velorio. En el centro de la sala, el ataúd blanco de la madre de Bell se erigía como un recordatorio ineludible de la mortalidad. Bell, vestida de negro, su rostro una máscara de dolor contenido, se movía entre los invitados con una gracia que desmentía su tormento interior.

Nick se acercó a ella, su semblante era el de alguien que lleva un secreto pesado.

Bell lo interceptó con una pregunta que había estado quemando en su mente.
- Nick, supe que fuiste quien le avisó a Tony, ¿cómo supiste lo de mi madre? -su voz era firme, pero sus ojos buscaban la verdad.

Nick tragó saliva, su nerviosismo evidente.
- Fue Oliver... me llamó -respondió, evitando su mirada.

Antes de que Bell pudiera indagar más, Gustab apareció con un ramo de flores en mano, su expresión era la de un hombre afligido.
- Mis condolencias, Bell -dijo, extendiendo el ramo hacia ella.

Bell tomó las flores, su agradecimiento era una actuación digna de un escenario, su corazón latía con un ritmo de venganza.
- Gracias, Gustab. Significa mucho para mí.

Los tres hombres, Nick, Tony y Gustab, estaban allí, solos con ella.
Bell sintió la tentación de la venganza, una idea poética que la seducía: tomar un cuchillo y acabar con todo junto al ataúd de su madre. Se imaginó la escena, cada detalle macabro, hasta que el timbre la sacó de su trance.
- Yo iré - dijo mientras dejaba el ramo en un sofá.

Al abrir la puerta, Bell se encontró con Anna, Winter y Evan.
Al ver a Evan, su corazón se aceleró, un torbellino de emociones la embargó. Sus miradas se entrelazaron.

- Evan... - susurró Bell, su voz un hilo de anhelo.

Evan dio un paso adelante, su presencia era como un faro en la oscuridad.
- Bell, no sé qué decir... - balbuceó, su propia lucha interna reflejada en sus ojos.

El impulso de abrazarse y besarse era abrumador, desafiando la realidad de que ella era ahora la pareja de su padre y él un hombre casado. Pero en ese momento, nada de eso importaba. Solo existían ellos dos, y el palpitar de sus corazones que se negaban a obedecer las reglas del decoro y la moral.

- Adelante, entren - dijo Bell, dando un paso hacia el costado.

Anna avanzó con paso decidido, sus ojos llenos de una compasión que no necesitaba palabras.
Se acercó a Bell y la envolvió en un abrazo que parecía querer reparar cada pedazo roto de su alma.
Winter, con su mirada serena y sabia, se unió al abrazo, formando un círculo de apoyo inquebrantable.

- Estamos aquí para ti, Bell. Para lo que necesites - murmuró Anna, su voz era un bálsamo.

- Nunca estaras sola - añadió Winter, su tono firme y reconfortante.

Bell, sorprendida por la calidez que emanaba de ambas, se permitió un momento de vulnerabilidad, dejando que las lágrimas fluyeran libremente. El abrazo duró un instante más, un instante eterno que parecía suspender el tiempo y el espacio.

Fue Tony quien rompió el hechizo.
- Bell... - dijo, extendiendo una mano hacia su hombro.

Ella se apartó suavemente, aún en los brazos de Anna y Winter, y se volvió hacia él.
- Gracias por permitir que mi madre esté aquí Tony - respondió, con una cortesía que no llegaba a sus ojos.

Evan observaba la escena, su corazón apretado por la complejidad de sus emociones. Cómo era posible que su madre y Winter se comportarán así con quién les estaba quitando todo?

Nick, a su lado, le dio una palmada en el hombro.
- ¿Cómo estás, Evan? - preguntó, su voz cargada de preocupación.

Evan asintió, aunque su mirada estaba perdida en el pasado.
- Estoy... manejándolo - mintió.

- Kai ha estado distante últimamente, ¿verdad? - indagó Nick.

Evan frunció el ceño, sorprendido por la mención de Kai.
- Sí, además los medicamentos los tomo cada dia- mintió.

Nick suspiró.
- Es importante que los tomes, Evan. No queremos que caigas en una crisis - explicó, su tono era urgente.

Evan recordó entonces el internamiento de Bell, un detalle que Nick había omitido y que no tuvo oportunidad de mencionarlo.
- Hablando de crisis, supe que Bell estaba internada. Mientras yo iba a tu consulta, ella estaba en una habitación del edificio y no me dijiste - acusó, su voz teñida de reproche - ¿Por qué me lo ocultaste, Nick? Sabías que la necesitaba, te lo decía en casa sesión.

Nick miró a Bell, luego a Evan, y finalmente habló.
- Bell no era ella misma en ese momento. Ella tiene... episodios. A veces su mente la traiciona, ve cosas que no están ahí, vive recuerdos que nunca sucedieron- Mintió - Lo mismo que le pasó a su madre.
Evan miró a Nick con escepticismo, sus ojos destilando una mezcla de desconfianza y desdén.

- Bell es más fuerte de lo que piensas - dijo Evan, su voz firme y segura.

En ese momento, Gustab se acercó, su presencia imponente en el ambiente sombrío del velorio.
- Evan, ¿cómo está Blair? ¿No vino con ustedes? - preguntó, intentando distraer la tensión.

Evan desvió la mirada hacia el ataúd, evitando el contacto visual.
- Blair... ella decidió quedarse en casa. Además, fue a hacerse un análisis de sangre para saber si está embarazada - confesó, su voz apenas audible.

Gustab asintió, su mirada se posó en el féretro blanco.
- La vida es un ciclo, Evan. Una se va y otra llega - comentó, su tono filosófico.

Evan no respondió. Su atención estaba fija en Bell, quien sostenía la mano de Tony, una imagen que le resultaba insoportable, sobretodo después de aquella noche, la pasión desenfrenada, el amor prohibido que compartieron en su habitación.

"¿Qué buscaba Bell entre las paredes?"

Preguntó Kai.

Kai tenía razón, que hacia ahí Bell?
Con una excusa apresurada, Evan se alejó.
- Disculpen, necesito ir al baño - murmuró, su voz temblorosa.

Se dirigió a su antigua habitación, el corazón latiéndole con fuerza.
Miró a la multitud y nadie lo había seguido.
Abrió la puerta con cuidado e ingresó.

Una vez dentro, repitió los movimientos de Bell, sus dedos recorriendo las paredes hasta que encontró la tabla sobresaliente, la siguió con la yema de sus dedos y lo dirigió hasta un cuadro, uno que su padre había puesto ahí hace muchos años, el cual le habia prohibido moverlo, ni siquiera podía tocarlo.

Con cuidado, quitó el cuadro y retiró la tabla. Había un hueco perfecto, no muy grande, era plano.
Ahí descubrió una caja llena de DVDs.
Fácilmente debían haber unos 10.

Tomó uno, el miedo y la curiosidad mezclándose en su pecho.

Reemplazó la tabla, asegurándose de que todo quedara como estaba.
Con el DVD en mano, sabía que debía entregárselo a Bell.
Era una pieza del rompecabezas que ambos necesitaban para entender la verdad oculta tras esas paredes.

 Era una pieza del rompecabezas que ambos necesitaban para entender la verdad oculta tras esas paredes

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Two Faces (Evan Peters Y Kai Anderson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora