24 - Verdad

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Evan cerró sus manos con fuerza, su aliento se tornó pesado y en sus ojos danzaba una tormenta de confusión y dolor.
-¿Bell, acaso estabas besando a Kai?

Ella, asustada ante la mirada penetrante y colérica de Evan, apenas pudo susurrar:
-Sí...

Evan, desesperado por comprender, buscó una justificación.
-¿Él te forzó, cierto?

Bell mordisqueó su labio inferior, su corazón golpeando su pecho con violencia.
-No -confesó con dulzura- la verdad es que...

Titubeó, consciente de que si revelaba su amor por ambos, podría ser desterrada de su vida. Era un riesgo que no estaba dispuesta a correr.
Evan frunció el ceño, inquisitivo.
-¿Qué...?

-¿Qué significo para ti? ¿Qué lugar ocupo en tu vida?

La respuesta que él le diera sería el faro que guiaría el curso de los acontecimientos.

Evan recordó su promesa, no deseaba perder a Bell, pero tampoco quería enfrentar nuevamente el desdén de su padre.
"No lo hagas", la voz de Kai resonó como una advertencia, pero Evan, fiel a su costumbre, hizo caso omiso.
-Eres mi terapeuta... No creo que sea ético que beses a Kai.

Bell alzó la mirada hacia él, sus ojos inundados de una tristeza profunda, su corazón dividido entre la verdad y el temor a perder a Evan.
-Estoy enamorada de Kai -mintió.

Evan retrocedió, como si un puñetazo invisible lo hubiera golpeado.
-No lo entiendo -articuló con voz ronca, girándose para esconder la tempestad en su mirada.
La sujetó por los hombros, desesperado.
-Él es malvado, es un monstruo, ha cometido atrocidades sin justificación alguna, no permitas que te manipule como ha hecho con todos...

Bell retrocedió, impactada. ¿Cómo podía ser que Evan no aceptara que Kai era parte de él, que ambos eran uno solo?
-No, Evan, él no es así.

Evan sintió náuseas al darse cuenta de que Kai, una vez más, le arrebataba lo que más amaba.
Bell interpretó su gesto como repulsión hacia ella, lo cual la hirió profundamente.
-Sé que no es ético, y entiendo que no te agrade que haya besado a Kai, después de todo, comparten el mismo cuerpo.

Evan luchó contra el malestar. Bell continuó:
-No te preocupes, no volverá a suceder. Apartaré mis sentimientos y, si veo que no soy capaz, me alejaré -suspiró con pesar.

Se dio media vuelta y entró en la casa, cerrando la puerta con un estruendo que resonó como un presagio.

"Bien hecho, idiota", se burló la voz de Kai en su interior.

Evan se dejó caer en el pórtico, vencido.
-No es justo... ¿Por qué siempre me quitas lo que más quiero?

Kai guardó silencio. Evan pasó la yema de sus dedos por sus labios, recordando el cálido contacto de Bell, saboreando por unos segundos el recuerdo de sus labios, los mejores momentos de su vida.

"Pudiste fingir ser yo, últimamente se te da muy bien", le recriminó Kai, y Evan esbozó una sonrisa amarga.
-Sí, pero esto no me lo esperaba... Además, ella te ama a ti, y debo respetar eso.

.

.

.

Bell se retorcía en su cama, las sábanas enredadas alrededor de sus piernas. La habitación estaba sumida en la oscuridad, solo interrumpida por la luz tenue de la luna que se colaba por la ventana. De repente, un ruido sordo rompió el silencio. Bell abrió los ojos de golpe, su corazón latiendo con fuerza.
-Quien es?

Dos sombras se movían torpemente en la esquina de la habitación, sus formas eran grandes y amenazadoras. Bell intentó gritar, pero su voz se perdió en un susurro. Los monstruos se acercaban, uno con ojos que brillaban como carbones encendidos y el otro con un bate que raspaba el suelo de madera.

Bell se escondió bajo la cama, temblando. Podía sentir las pisadas. Su cuerpo no respondía, paralizado por el miedo.

De repente, sintió que era jalada y observó al hombre con el bate.
-No grites Bell. Todo va a estar bien.

El otro sin rostro, tenía una camara fotográfica. Se acercó a ella y la enfocó directo en la cara.
-Traeme las cuerdas.

Dijo quien la tenía inmovilizada, su voz era un susurro cargado de una promesa sombría. El compañero, con movimientos deliberados, dejó la cámara sobre el frío suelo de concreto y se dirigió hacia un bolso desgastado. De su interior extrajo cuerdas gruesas y, con manos hábiles, ambos sujetaron a Bell, cuyas lágrimas brotaban como perlas de dolor.

—Bell, esto es por un bien mayor. Todo estará bien después de unas horas. Te lo prometo — le aseguró con una voz que intentaba ser reconfortante.

El hombre levantó el bate con solemnidad, mientras el otro asentía, dando la señal para que la grabación comenzara. El impacto resonó en la habitación, y fue entonces cuando Bell despertó.

—Señorita, ¿está bien? — La voz era distante, preocupada.

Bell parpadeó, confundida, observando a la figura rubia ante ella. No había rastro de reconocimiento en su mirada.

—¿Quién eres?— preguntó con un hilo de voz.

Meadow, notablemente preocupada, respondió —Soy Meadow...

Con un movimiento brusco, Bell se levantó de la cama. Sus ojos se posaron en una botella de vidrio vacía, y sin pensarlo, la estrelló contra el suelo. Los fragmentos de cristal llovieron sobre sus pies descalzos.

—¿Dónde estoy? inquirió, su voz temblorosa de terror, mientras sus pies desnudos se abrían paso entre los vidrios rotos.

Meadow se acercó con cautela, las manos en alto en un gesto de paz.

—Estás en la casa del señor Anderson...

Esa mención encendió una chispa en la memoria de Bell.

—¿Anderson? ... ¿Evan?— preguntó, una mezcla de esperanza y miedo en su voz.

La mujer asintió, con una sonrisa temerosa adornando su rostro.

—Sí, Evan y Kai...

Bell estaba cubierta de sudor, su respiración era entrecortada y llena de dificultad. La botella rota cayó de sus manos temblorosas, y Meadow la atrapó en un abrazo reconfortante.

—¿Se encuentra bien?— preguntó con suavidad.

Bell asintió con la cabeza.

—Sí... — mintió, su voz apenas tenía un susurro.

—Iré por Evan — anunció Meadow, dispuesta a mover cielo y tierra por su amiga.

Pero Bell la detuvo, tomando su mano con firmeza.

—No... Fue solo una pesadilla— confesó, su mirada perdida en el vacío.

Una pesadilla que se sintió demasiado real, un eco de un recuerdo que amenazaba con abrir la puerta a una verdad oculta.

Una pesadilla que se sintió demasiado real, un eco de un recuerdo que amenazaba con abrir la puerta a una verdad oculta

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Two Faces (Evan Peters Y Kai Anderson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora