45- DVD

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Evan sostenía el DVD entre sus dedos, un secreto oscuro encapsulado en plástico y metal.

La mirada de Bell, inundada de un dolor insondable, le decía que no era el momento. “Aún no.”

Con un suspiro apenas audible, deslizó el disco en el bolsillo interior de su chaqueta, sintiendo su peso como una piedra.

El velorio se desarrollaba con una solemnidad que rozaba lo sacrosanto, y Tony, como una sombra, no se despegaba de Bell. Evan buscaba el momento, un instante de intimidad para hablarle, pero ese instante no llegaba. Sonó el timbre y Tony se apresuró en ir. — Voy.

Evan miró a través del hombro de su padre. La llegada de Oliver a la casa fue como una ola que rompe la calma de un lago.

Tony, firme en la puerta, le negaba la entrada, pero Bell, con una voz que no admitía réplica, permitió su paso. — Déjalo entrar. Me ayudó a llevar a mi madre al hospital — dijo con voz suave y eso bastó.

Oliver sabía que su presencia no era grata, pero Bell ya lo había perdonado por todo, eso era suficiente para él. — Bell, lo siento — al decir esto la joven lo abrazó. Ambos recordaron en ese abrazo los buenos momentos que vivieron, eran pocos pero fueron los mejores.

Tony estaba notablemente molesto por esa interacción. Iba a interrumpir pero Evan se le cruzó impidiéndolo. — Papá, me da gusto que permitas que el velorio sea acá.

Tony sonrió por cortesía. — Sí… Es lo mínimo que puedo hacer. Es una pena que se haya ido por un paro cardíaco.

Winter frunció el ceño. — ¿Esa fue la causa? No lo sabía.

Anna igual lo miró sorprendida y el hombre se aclaró la garganta. — Sí, creo haber escuchado a Bell decirlo…

Oliver se apartó de Bell y le ayudó a sentarse. En ese momento vio a Evan quien lo llamó con un gesto.

Ambos se retiraron a un rincón apartado, donde las palabras podían fluir sin oídos indiscretos.

— Prométeme, Evan, que nadie sabrá que Bell estuvo en la autopsia, ni siquiera tu madre debe saberlo — imploró Oliver, su mirada cargada de urgencia.

— Lo prometo — aseguró Evan, aunque su corazón se retorcía con cada sílaba.

— ¿Y Kai? — preguntó nervioso de que la personalidad errática hablara.

— Kai… Él ama a Bell más de lo que yo mismo podría. — aseguró — Él también guardará el secreto.

El velorio terminó en un susurro de despedidas y condolencias. Evan se acercó a Bell, su corazón latiendo al ritmo de las palabras que no se atrevía a decir.

— Siento mucho lo que pasó — murmuró, su voz un reflejo de la tormenta que llevaba dentro.

Bell le agradeció con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. — Debes regresar a tu casa, con tu esposa embarazada — le recordó, y cada palabra era un clavo en el ataúd de sus esperanzas.

Evan partió, la tristeza colgando de sus hombros como un manto pesado.

En su hogar, Blair lo esperaba con los resultados en mano. — Mira — estiró el papel. Eran los resultados del examen.

— Estás embarazada — le dijo, y aunque debería haber sido una noticia feliz, para Evan fue el eco de una puerta que se cerraba.

Blair lo notó — No estás feliz.

El joven apretó los labios. — Sí lo estoy, es una hermosa noticia — mintió — solo que ha sido un día con mucha carga emocional.

Blair se sentó al lado de él. — ¿Cómo está Bell? — preguntó con auténtica preocupación, por primera vez no sentía celos de ella.

— No lo sé, no pude hablar con ella, pero se le veía agotada.

La chica bostezó. — Iré a la cama, ¿vienes?

Evan negó. — En unos minutos, voy a trabajar, tengo muchas cosas atrasadas.

Blair, sin reclamar nada, se fue.

Encerrado en su oficina, se quitó la chaqueta y el DVD cayó al suelo, un recordatorio cruel de lo que aún debía enfrentar. Lo recogió y buscó su computadora.

Evan recogió el DVD del suelo, su pulso acelerado por la revelación que se cernía sobre él. Con manos temblorosas, buscó su computadora, la luz de la pantalla iluminando su rostro pálido mientras insertaba el disco con una mezcla de temor y determinación.

Al abrir el archivo, sus ojos recorrieron la lista de más de 20 videos, cada uno marcado con una duración de 30 minutos, todos bajo el ominoso título de "Cascabel", meticulosamente enumerados.

Seleccionó uno al azar, y lo que vio lo dejó sin aliento.
"— ¿Este es el video número 13?" — preguntó una voz joven, la cámara temblorosa no lo enfocaba.
— "No, es el 14," — corrigió quien grababa, su voz cargada de una anticipación siniestra.
— "Ah, sí, el 14. El video 14 para el pervertido de nuestro 'amigo'."

Un silencio sepulcral llenó la habitación antes de que la voz continuara.
— "Hoy vamos a ingresar a la habitación de nuestro 'cascabel'. Será puro 'placer'."

Evan se inclinó más cerca de la pantalla, su corazón latiendo con fuerza.

Los jóvenes entraron a una casa a través de una ventana abierta, moviéndose con una familiaridad perturbadora hacia una puerta pintada de un rosa suave.
— "Bien, vamos."

La escena que se desplegó ante sus ojos lo dejó petrificado.

La cámara se enfocó en el rostro de un desconocido, pero Evan lo reconoció de inmediato. Era Tony, pero más joven, su expresión distorsionada por una sonrisa cruel.
— "Gustab, enfoca bien su rostro, no queremos decepcionar a Nick."

— "¡Entendido, Tony!"

Su padre, su suegro, su psiquiatra... todos cómplices de una atrocidad que desafiaba toda comprensión.

Se acercaron a la pequeña cama donde yacía una niña, abrazada a su osito de peluche, su paz interrumpida cuando Tony la despertó, asustándola.
— "¿Mamá?"

La niña buscó a tientas sus anteojos, pero Gustab los alejó de su alcance. Tony la agarró con fuerza de una pierna.
— "Es increíble, nunca me canso de sorprenderme, ¿cómo es posible que no sientas dolor?"

Gustab dirigió la cámara hacia la cara aterrorizada de la niña, que suplicaba por misericordia.
— "Mira a la cámara, hija, serás 'famosa' en internet."

Al ver su rostro, Evan no tuvo ninguna duda de quién era.
— "Bell..."

El video prosiguió con actos de violencia y palabras hirientes dirigidas a Bell. Evan estaba atónito, incapaz de creer lo que sus ojos veían.

El DVD giraba, cada fotograma tenía una acusación silenciosa, cada segundo una condena implícita. Y en la oscuridad de su habitación, Evan se enfrentaba a la verdad.

Fue en ese momento de revelación cuando recordó...

Fue en ese momento de revelación cuando recordó

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Two Faces (Evan Peters Y Kai Anderson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora