35 - Luz

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El día transcurrió con una normalidad engañosa, como si la vida hubiera decidido darle a Evan un respiro de las tormentas emocionales que lo habían azotado. Las risas y conversaciones con su familia llenaron las horas, pero en el fondo de su mente, no era así.

Kai no podía dejar de pensar en Bell. La necesidad de confrontarla, de buscar en sus ojos la verdad de sus sentimientos, era una llama que no podía extinguir.

A medida que el sol se ocultaba, la determinación de Kai crecía, alimentada por la oscuridad de la noche.

Evan, llevado por la fuerza de voluntad de Kai, se encontró manejando hacia la casa de su padre. La pasada secreta, conocida solo por él, se abría como un viejo amigo que lo recibía en silencio. Era el camino que Kai utilizaba para escapar, para ser libre, aunque fuera por momentos fugaces.

El interior de la casa estaba en calma, cada paso resonaba con un eco de incertidumbre. Evan recorrió los pasillos, movido por un impulso que no era completamente suyo. Se dirigía a la habitación de su padre, deseando no encontrarla allí, fue entonces cuando la vio.

Bell estaba en la oficina de Tony, vestida con un pijama que le daba un aire de vulnerabilidad. Tenía un parche en la cabeza y sus ojos estaban fijos en los documentos que revisaba, ajena al mundo exterior.

Evan sintió cómo su corazón se aceleraba, cómo la presencia de Kai se hacía más fuerte dentro de él.

Estaba alumbrada por la linterna de su teléfono, como una espía, no quería ser vista por nadie. Buscaba y buscaba hasta que se detuvo en un libro en particular, Evan lo reconoció, era el libro que su madre le leía cuando era pequeño.

Bell acomodó sus lentes y sacó un papel.
Cuando la vio esconder el papel en el mismo lugar, entró.

-Bell -su voz rompió el silencio, firme pero cargada de emociones contenidas.

Ella levantó la vista, sorprendida al principio, pero su expresión cambió rápidamente a una de comprensión.

-Evan, ¿qué haces aquí? -preguntó, su voz un susurro en la vasta oficina.

-Necesito saber -dijo Evan, acercándose-. ¿Aún amas a Kai? ¿O todo lo que vivieron fue algo pasajero?

Bell dejó los papeles a un lado, su mirada se encontró con la de Evan, y en ese instante, todo lo demás desapareció. Era un momento de verdad, un cruce de caminos donde el pasado y el futuro colisionaban.

- Yo solo siento cariño -confesó, y las palabras fluyeron como un río liberado-Las circunstancias nos han llevado por caminos que nunca imaginamos.

Evan sintió cómo la presencia de Kai retrocedía, dejándolo a él al frente, vulnerable y esperanzado.
- ¿Y a mí, me amaste?

Bell miró al suelo dudando en responder, Pero la verdad era lo único que le podía dar, al menos eso se merecía.
- Si, los ame a ambos.

La confesión de Bell resonó en la habitación, un eco de verdades pasadas que ahora se entrelazaban con el presente. Evan, con el corazón latiendo desbocado, se acercó aún más, la desesperación y la esperanza pintadas en su rostro.

— Bell, por favor — suplicó, su voz quebrada por la emoción — Vuelve a amarme, deja a Tony y yo dejaré a Blair. No me importa la promesa que le hice a mi padre, no me importa nada de eso. Vámonos juntos, lejos de todo esto.

Bell, con la mirada fija en Evan, negó con la cabeza, su expresión era una mezcla de tristeza y resolución.

— Evan, no puedo — respondió con firmeza — De ahora en adelante, soy la mujer de tu padre, y eso es algo que no puedo cambiar, ni siquiera por ti.

La negativa de Bell fue como un golpe directo al alma de Evan. Sintió cómo el control se le escapaba, cómo la ira y la frustración se apoderaban de él.

— ¿Es esto realmente lo que quieres? ¿Vivir una vida que no elegiste, solo por obligación? — dijo, su tono era calmado, pero sus ojos ardían con una intensidad feroz.

Bell se mantuvo firme, aunque la presencia dominante de Evan era intimidante.

— Evan esto es lo que es — afirmó, su voz no temblaba, pero había una sombra de duda en sus ojos — He tomado mi decisión, y aunque te duele, y me duele, es la realidad con la que debemos vivir.

Evan retrocedió un paso, sopesando cada detalle de la escena ante él. La resolución en los ojos de Bell era evidente, aunque su mirada vacilante insinuaba capítulos aún por escribir en su historia.

Avanzó hacia ella con cautela, estudiando sus gestos. Bell permanecía inmóvil, con la vista clavada en el suelo.
— Evan, tienes que...

Con un movimiento ágil, la levantó por las caderas y la depositó sobre el escritorio. Ella emitió un grito ahogado, seguido de una sonrisa cómplice.
Agarró su nuca delicadamente, tirando de su cabello para obligarla a mirarlo.
— Debes marcharte.

"Me iré y no volveré a perturbar tu paz, te lo juro."
Sus frentes se unieron, compartiendo el aliento del otro.
— Esto no es justo para ti.

Kai y Evan, entrelazados, sonrieron con complicidad.
— No es justo para nadie.

Le robó un beso fugaz, retirándose apenas para incitarla a seguirlo. Y así lo hizo ella, besándolo con una pasión que les encendió las mejillas.
Justo cuando Evan intentaba deslizar su mano por el pijama de Bell, unos pasos resonaron en el pasillo.

Bell lo empujó suavemente, se limpió los labios y salió apresurada de la oficina, cerrando la puerta a su paso.

Evan se acercó a la puerta, escuchando la voz de su padre.
— Bell, te estaba buscando. Creí que estabas en la cocina.

Apoyó el oído contra la madera, atento a cada palabra.
— Sí, me mareé un poco y me apoyé en la puerta, pero ya estoy bien.

Tony rió con ligereza.
— Entiendo... Quizás fui demasiado intenso antes, ya sabes.

Evan cerró los puños, conteniendo la ira.
— Tony, no es momento para bromas. El médico fue claro, nada de eso. Mejor vamos a descansar.

Un suspiro de alivio escapó de Evan al saber que esa noche no había ocurrido nada entre ellos, pero el futuro era incierto y eso lo atormentaba.

Esperó a que los pasos de su padre se alejaran antes de aventurarse a salir. Se detuvo al notar el libro que Bell había estado hojeando.
¿Qué secretos guardaba aquel papel?

La curiosidad lo consumía, pero una voz interna lo alertó.
"Debemos irnos, Tony podría regresar."

Evan anhelaba descubrir los misterios que Bell buscaba, pero tendría que ser en otro momento, con más calma.

Escapó por la ventana mientras las carcajadas de Bell y Tony se perdían en la distancia.
Observó la ventana iluminada de la habitación de su padre, deseando que Tony no la lastimara.
— Te salvaré, Bell, es una promesa —susurró al viento, dejando la noche en suspenso.

— Te salvaré, Bell, es una promesa —susurró al viento, dejando la noche en suspenso

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Two Faces (Evan Peters Y Kai Anderson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora