37 - Voz

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La invitación de Tony había llegado como un susurro en el viento, inesperada y llena de promesas ocultas. Evan, con el corazón en un puño, no podía negar la emoción que le recorría el cuerpo al pensar en ver a Bell. Blair, ajena a los tumultuosos sentimientos de su esposo, se preparaba con entusiasmo para la cena.

—¿Crees que estará Bell ahí? —preguntó ella, su voz destilando un veneno sutil.

Evan se mostró indiferente, su rostro era una máscara de desinterés.
—No me interesa en verdad —respondió, aunque su corazón decía lo contrario.

Blair sonrió y lo abrazó, convencida de su victoria.
—Te dije que ella era así. Se hacía la buena, pero en realidad busca el dinero.

"Mira quién lo dice," murmuró Kai, y Evan no pudo evitar sonreír ante la ironía.

...

Al llegar a la casa, fueron recibidos por Bell, radiante como el sol de mediodía, y Tony, cuya sonrisa no alcanzaba a ocultar la tensión que anidaba en sus ojos.
—¡Qué alegría tenerlos acá! —exclamó Tony, abrazando a su hijo y a su nuera.

Evan miraba a Bell, preocupado por lo que Liam le había confiado.
—Y dime, Blair, ¿cómo se ha portado este muchacho? —inquirió Tony.

La joven sonrió y se adentró a la casa junto con él, dejando a Evan y Bell a solas.

Evan, con el corazón latiendo a un ritmo frenético, encontró el momento para hablar a solas con Bell. Con una voz apenas audible, le dijo:
—Liam me pidió que te entregara esto —extendió su mano, revelando el arete perdido.

Bell palideció, sus ojos se llenaron de un miedo que Evan nunca le había visto.
—Yo... Creo que lo olvidé cuando fui a buscar unos documentos —se excusó, su voz temblorosa.

—No es cierto —le recriminó Evan—. Me dijo que estuviste internada. Bell, ¿qué es lo que pasa realmente?

La respuesta de Bell fue un susurro, un temblor apenas perceptible:
—Evan, yo...

Pero antes de que pudiera confesar su verdad, Tony apareció, interrumpiendo el momento con una llamada a la mesa que resonó como un trueno, dispersando las nubes de incertidumbre.
—Vengan, la cena está servida —su voz, aunque amable, tenía un filo que antes no estaba.

Evan guardó el secreto en su corazón, mientras seguía a Tony hasta la mesa, donde los platos esperaban y las miradas se cruzaban, cargadas de palabras no dichas.

La cena transcurrió con una normalidad forzada. Tony y Evan hablaban de negocios mientras que Bell y Blair escuchaban. Sin embargo, todo cambió cuando Tony le tomó la mano a Bell y la besó, provocando una incomodidad palpable en Evan.

—Evan, me alegra que tomes mi relación de forma tan madura, considerando que Bell fue tu doctora, además de que tu madre y yo aún no nos divorciamos —dijo Tony, su voz tranquila pero firme.

Evan apretó los cubiertos con fuerza, su mirada se posó en su amada, quien no podía levantar la vista. Era obvio que ella no era feliz ahí.
—Papá, ¿podemos hablar a solas sobre una reunión que tengo la siguiente semana? —pidió Evan.

Tony asintió y sin decir una palabra se dirigieron a la oficina, la misma donde Tony había besado a Bell noches atrás.

Una vez en la oficina, Evan cerró la puerta con suavidad, la tensión entre ellos era casi tangible.
—Papá, debo decirte algo sobre Bell... —comenzó Evan, su voz cargada de preocupación— Debes dejarla.

Tony frunció el seño, se cruzó de brazos levantando el mentón, listo para rebatir.
— Y eso? Porqué debo dejarla?

Evan suspiró, lo había pensado durante la noche, iba a usar la enfermedad de Bell para separarlos.
— Ella no está bien de salud mental.

Tony lo observó con una mirada penetrante, su rostro era un enigma, sus ojos se estrecharon en un intento de discernir si sus acciones eran por el bien de Bell o por egoísmo.
—Lo sé, lo supe desde aquel primer día. Nick me llamó justo cuando ella dejó el trabajo. Confundido, fui al hospital psiquiátrico para verla y ella me contó todo... Desde ese día, la visité diariamente, sin excepción. La apoyé para que se recuperara —confesó Tony, su voz teñida de una emoción reprimida— Así fue como nos enamoramos. ¿Puedes creerlo?

Se detuvo, dejando un vacío que esperaba que su hijo llenara, pero Evan permaneció mudo.
— Allí estaba ella, confinada, sin lujos ni citas románticas, y me enamoré... No podía creerlo cuando me confesó que sentía lo mismo, fue como un sueño, nunca he amado a alguien de esa manera — continuó, casi sin aliento — quiero que sea mi esposa, y no solo eso, quiero que sea la madre de mis hijos, al menos tres, serían hermosos, serían tus hermanitos, ¿te lo imaginas?

— Silencio — interrumpió Evan, incapaz de soportar más aquellas palabras sobre ella. La idea de Bell con otro hombre, y peor aún, embarazada de su propio padre, era insoportable.

Tony se acomodó en su escritorio.
— Hijo, sé que Kai siente algo por ella, lo comprendo, es una mujer extraordinaria. Pero ahora tú estás casado y el igual.

— Tú también.

El hombre esbozó una sonrisa sesgada.
— Sí, pero es diferente.

Evan se sumió en el silencio, su mente era un torbellino de pensamientos.
Tony se levantó y colocó su mano derecha sobre el hombro de su hijo.
— Me alegra que lo entiendas.

Con esas palabras, abandonó la oficina.
— ¿Qué hago ahora, Kai? No tengo tu fuerza... Pero no puedo dejarla ir.

"Confía en mí, déjame tomar las riendas, recuperaré a Bell, no importa el precio."

La voz de Kai resonó en la mente de Evan, firme y decidida. Un escalofrío recorrió su espalda al sentir cómo la presencia de Kai se hacía más tangible, como si las sombras mismas se retorcieran alrededor de su voluntad. Evan cerró los ojos, y cuando los abrió, una nueva determinación brillaba en ellos.
— No puedo permitir que Tony esté con Bell, no él — susurró Kai, pero la voz que salió de sus labios no era solo la suya.

Two Faces (Evan Peters Y Kai Anderson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora