Dos rivales que se odian y se desean con la misma intensidad.
Un hombre que solo piensa en sí mismo.
Un hombre con un oscuro secreto.
Un acuerdo, un chantaje, un juego de pasión y deseo incontrolable.
Un juego que ninguno de los dos está dispues...
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Emmanuel bebía una copa de vino después de la cena en su avión privado que lo llevaría de nuevo a Moscú. Observó a un costado el trofeo, el cual, una vez más, le había arrebatado a Ander Kovac.
—¿No te cansas de hacer chillar como malcriado a Ander?
—¿Que puedo decir? ¿Hay algo más placentero que eso Peter?
El entrenador de Emmanuel negó con una sonrisa pícara.
—Debes controlarte un poco la próxima vez. El juez estuvo a punto de sancionarte por tus gestos.
—El público y esos imbéciles me conocen.
Peter dio un suspiro. Hablar con Emmanuel era malgastar palabras. Lo habían sancionado dos veces en todo lo que llevaba como profesional, pero habían sido restricciones tan nimias que parecían más bien una tomada de pelo.
Nadie se metía con Emmanuel Urich, y mucho menos, cuando delante de él tenía a Ander Kovac que respondía de la misma forma. Los partidos de ambos siempre eran a cancha llena. Nadie se perdía sus duelos que eran electrizantes.
Se peleaba, se corría hasta la última pelota, y nunca se daba por sentado ni siquiera un set.
No había nada que Emanuel disfrutará más que ver a Ander romper raquetas y echar humo. Su rostro bañado en sudor, algo rosado. Sus labios hinchados de tanto morderlos, su pecho cubierto en esa camiseta blanca que subía y bajaba. Era una belleza.
Emmanuel frenó la línea de pensamiento que parecía más bien un potro indomable surcando la pradera ¿Por qué estaba pensando en Ander de esa manera?
—Oye amigo, ¿estás vivo? —Peter chasqueó los dedos delante de él. Emmanuel se aclaró la garganta.
—Lo siento, ¿qué me decías?
Isra está feliz. Está esperando el momento para burlarse de Vlad.
—De ese viejo cabrón no lo dudo. —Emmanuel tomó la botella de vino y se sirvió una vez más para él y para su entrenador.
Peter se sentó en el asiento cómodo frente a Emmanuel y comenzó a navegar en internet con su tablet. Se detuvo un segundo.
—No puede ser.
—¿Qué?
—New Heaven firmó con Ander.
—¿De qué estás hablando? Emmanuel le quitó la tablet. Esa es la empresa del padre de mi novia. Es imposible ¡Yo soy el número 1! ¡Cómo carajo va a hacerme una cosa así!
—Mierda—masculló Peter y bajó la cabeza en resignación—¿Sabes cuál es tu problema Emmanuel? A ellos no les importa que ganen torneos si no lo bonito que seas y Ander lo es.
—Vete a la mierda, no hay nada malo en mi rostro.
—Yo no he dicho eso, pero desde luego, las cosas habrían sido más fáciles si en tu genética hubiera más rasgos físicos de los Kózlov que de los Urich.
