15 Muéstrame 💖🔥

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Era imposible expresar las cosas que pasaron por mi cabeza cuando las malditas fotos estuvieron en mis manos

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Era imposible expresar las cosas que pasaron por mi cabeza cuando las malditas fotos estuvieron en mis manos.

Era un rumor entre los pasillos, todos en parte sabíamos que había algo raro con Ander, es decir, nadie podía ser tan perfecto, nadie podía tenerlo todo.

«Ni siquiera tú».

Acaricié las imágenes y me detuve en cada gesto, en la venda roja que cubría sus ojos, en su boca entreabierta que era una clara invitación a probarla. Escruté su piel y sus lunares, las marcas que el látigo dejó en su tez cremosa y blanca como un día de invierno en Moscú. Ander no era un hombre diminuto, su mandíbula cuadrada dejaba muy en claro que era un hombre. Di una respiración profunda cuando las fotos, decenas de ellas, lo captaron desde diferentes posiciones. Estaba desnudo, expuesto, inocente. Un sacrificio para degustar para unos pocos.

Jamás creí que obtendría esto cuando le pedí a Sasha que lo siguieran durante un par de meses. Ni en mis más alocados sueños habría pensado que Ander Kovac, el chico dorado del tenis era una puta codiciosa de verga que jamás se saciaba. Estaba de rodillas, la piel enrojecida y debajo de ella la madera de un escenario con escasa luz que no tenía lo necesario para resaltar la belleza de este hombre. Sus piernas estaban algo abiertas y su culo, esas dos perfectas burbujas al aire frente a todos, frente a una partida de bastardos libidinosos que, a esa altura, de seguro la tenían como una piedra.

¿Cómo lo supe? Porque era la manera en que me tenía a mí y solo se trataba de unos papeles pintados, nada comparable a tener ese espectáculo en directo.

Su verga estaba erecta mientras los golpes tatuaban su blancura, y de pronto fui incapaz de sacar mis ojos de él, de este hombre que me hacía la vida imposible, que se creía único. De este maldito al que todos amaban.

Tenía la oportunidad de destruirlo para siempre, de mostrarle al mundo quién era la zorra a la que veneraban, la puta de sonrisa fácil que parecía jamás tener un problema.

Ander Kovac era un enfermo, y a medida que las fotos comenzaron a desperdigarse sobre la enorme mesa de mi sala entendí que era el ganador de esta partida, mucho antes de que Ander se enterara.

La sangre resbalaba de una herida profunda en su espalda, mis dedos la recorrieron con premura hasta la mariposa de alas negras y turquesa. La sensación que inundó mi pecho no se apagó.

«¿Qué está pasándome?».

Miré hacia mi entrepierna y aun me parecía increíble. Mi erección latía con una fuerza arrolladora, al tiempo que mi respiración se había convertido en un cúmulo de jadeos profundos con cada pose, con la manera en que cada hombre esa noche lo sostuvo del cabello y lo folló sin contemplación.

La ira se apoderó de mí y las fotos ordenadas sobre la mesa fueron a parar al suelo de un manotazo. Me agarré la cabeza y apreté los dientes, revolví mis cabellos negros y pensé en todas las veces que lo tomaron esa noche y las anteriores, en las veces que besaron esa boca que invitaba a saciar todas las fantasías. Sacudí mi cabeza y volví a mi silla.

Match point - Bilogía Match point Libro 2 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora