12 Perverso 💖🔥

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—Vaya, al parecer habrá una tormenta torrencial

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—Vaya, al parecer habrá una tormenta torrencial. Afortunadamente el estadio es cubierto.

—Podrías callarte. No te estoy preguntando del clima, ni de nada que se le parezca. No me interesa lo que tengas que decir. Guárdate tus opiniones donde no te da el sol.

—Ander, ¿estás de malas hoy? ¿Qué pasa mariposita? ¿Hemos recibido malas noticias?

—Vuelve a llamarme así y te desangro.

—Cuidado, de todas las cosas que podríamos hacer, esa justamente no es la que tengo en mente.

—¿Entonces qué mierda quieres? ¿Torturarme?

—Un poco, y no de la manera en que a ti te gusta.

Eran las tres de la tarde cuando Emmanuel Urich hizo el primer saque del partido. La acalorada conversación que mantuvieron en el momento en que ingresaron al estadio resonaba como un eco en los oídos de Ander.

¿Qué carajo pensaba hacer con las fotografías? ¿Qué iba a pedirle a cambio? ¿Qué tenía de valor para que Emmanuel desistiera de mostrar aquellas imágenes promiscuas e impúdicas al mundo?

Los aplausos que bajaron de las gradas hicieron a Ander dar un aterrizaje mental estrepitoso. Había perdido un punto y ni siquiera fue consciente de ello.

—¿Es lo mejor que tienes? —Emmanuel gritó desde el extremo opuesto de la cancha.

Ander apretó los dientes y controló el impulso de mandarlo a la mierda. Emmanuel no le pidió que le cediera el partido ¡No fue necesario! El barullo mental era tal que el ucraniano apenas podía hilvanar dos pensamientos. Su mente era una nebuloso de gas letal que intoxicaba sus neuronas asfixiándolas.

«¿Qué hago?»

Había pasado incontables horas preguntando lo mismo, y la respuesta siempre era la misma.

Nada.

Ander estaba a merced de ese hombre, y sin importar lo que tramara no había nada qué hacer al respecto. Su destino estuvo sellado desde el momento en que decidió regresar a Hypnos cuando se juró a sí mismo no volver a poner un pie ahí tan solo un mes antes.

Perdió seis a cero en dos sets corridos. El partido duró solo una hora y quince minutos en donde Emmanuel barrió con él. Ander no tenía espíritu para correr hacia una pelota- Carecía de fuerzas para reducir espacios, ir hacia la red y arrebatar puntos. Estaba desarmado. Era un pobre pingüinitos frente a una morsa de dos metros que solo esperaba clavarle sus colmillos. El frío congeló su alma, y cientos de futurizaciones catastróficas invadieron su mente.

¿Le pediría que abandonara el tenis?

«Idiota».

Ander sacudió la cabeza. Era imposible que Emmanuel hiciera eso. Ander no era una amenaza para su primer puesto ¡Nunca lo había sido!

Match point - Bilogía Match point Libro 2 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora