Dos rivales que se odian y se desean con la misma intensidad.
Un hombre que solo piensa en sí mismo.
Un hombre con un oscuro secreto.
Un acuerdo, un chantaje, un juego de pasión y deseo incontrolable.
Un juego que ninguno de los dos está dispues...
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«Asia Lukova y Emmanuel Urich se casarán el próximo quince de junio. Ha sido la bellísima Asia quien ha confirmado la noticia que salió en primicia por este programa».
—¿Por qué sigues consumiendo esa basura?
Ander tenía apoyada la mano en su mentón entretanto observaba cómo la mujer, que pronto sería la esposa de Emmanuel Urich, alardeaba con él del brazo.
—No lo sé. —Ander dio un suspiro—. A veces, tengo la estúpida idea que saldrá en alguno de esos programas y dirá: «Los engañé, todo este tiempo estuve enamorado de un hombre».
—No es verdad. —Felipe replicó—. Lo que tú esperas que diga es que está enamorado de ti, con nombre y apellido, y después mande a todos a tomar por culo.
Ander bajó la mano y la apoyó sobre la mesa de madera oscura que adornaba la mansión que muy pronto compraría Felipe junto a Eric Morgan.
«Le propuse matrimonio, y ha dicho que sí».
Hubo un tiempo donde Ander pensó que le enseñaría cosas a Felipe. En este caso, fue una verdad insoslayable que el alumno superó ampliamente al maestro.
Felipe tenía a uno de los hombres más guapos y letales que Ander conoció comiendo de su mano, y eso era solo el comienzo. Se casaría en una semana con Eric Morgan ¡Felipe se lo había propuesto! Fue quien se puso de rodillas frente a ese impresionante hombre al cual se le escaparon lágrimas y recibió el anillo. Luego, Felipe se mantuvo de rodillas por otras cosas que no venían al caso y sobre las que no se explayó cuando habló con Ander.
—Eres mi ídolo—confesó Ander—. Lo sabes, ¿verdad?
Felipe se encogió de hombros. Algunos rizos caían sobre su frente y se adherían a una leve capa de sudor. El invierno estaba desapareciendo en manos de una primavera calurosa.
—Sin ti, esto nunca habría sido posible. —Felipe se acercó a una de las ventanas. Eric estaba en el jardín junto a Raisha, hermana del tenista, y a Grégor, su novio. Eric movía las manos y le indicaba las reformas que buscaba realizar.
—¿Se quedarán aquí?
—Ese es el plan. —Felipe acarició las cortinas de seda blanca—. Londres no es seguro todavía para que vivamos allí.
—¿A qué te refieres? —Ander frunció el ceño, y Felipe negó.
—Eric no me dio muchos detalles—confesó—, a veces pienso que le tiene tanto miedo al pasado que está seguro de que nos alcanzará. No obstante, sé que conmigo es feliz, y eso me basta.
—Es increíble que nadie sospeche todavía. —Ander dio una risilla—. Digo, el hombre no se separa de ti ni un segundo.
—Tú mantuviste tu secreto guardado por años—recordó Felipe—, aun así, creo que las cosas cambiarán cuando se den cuenta de que mi guardaespaldas y yo usamos los mismos anillos.
