11 Revelaciones💖🔥

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Abierto de Tokio, Japón

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Abierto de Tokio, Japón. Dos semanas después.

—Felipe está jugando bien.

—Sí, es bueno, pero tú eres mejor. Sorpréndelo en este set y estarás en la final.

Kale le hablaba a Ander mientras este se secaba el sudor y aguantaba el calor insoportable del verano nipón. Ingirió dos tragos de agua antes de que su entrenador le quitara la botella.

—Suficiente. Ve y gana este partido. Te quiero en la final.

—¿Es una orden?

—¿Te gusta que te de ordenes? Sí es así, tómalo como una orden—masculló Kale y se alejó del banco de descanso. Del otro extremo Mirás terminaba de darle las indicaciones a Felipe Becerra, el mejor amigo de Ander.

«Si supieras».

Ander contuvo el comentario mordaz que su entrenador jamás entendería. El jugador se puso de pie y se dirigió al final de la cancha. Tenía el servicio. Felipe desde el extremo opuesto se secaba el sudor. Una milésima de segundo le bastó a un hombre que conocía a su rival como la palma de su mano para saber que este partido ya estaba definido. Felipe se tocó el hombro derecho, y lo movió hacia arriba y hacia abajo.

Ander dio un suspiro, lanzó la bola flúor hacia arriba y golpeó con la raqueta con toda la patencia de su brazo. Fue implacable como era su costumbre. Felipe logró recibir y devolver el saque hacia su lado de la red. Ander corrió hacia adelante para reducir espacios. Felipe acompañó la acción. Ander saltó y golpeó la pelota con potencia la cual fue hacia el lado derecho. Su amigo corrió y se lanzó sobre el piso sintético azul celeste y levantó la bola que estaba a centímetros de tocar el suelo.

La audiencia gritó y aplaudió. Ander tomó carrera y recibió la bola. A diferencia de Felipe la devolución fue con una suavidad tal que apenas pasó la red y cayó del lado de Felipe.

«Match point».

Solo un poco de calor, y el juego terminaría.

***

—Muy hecho, amigo. —Kale saludó a su muchacho y lo abrazó—. Te luciste. El pobre Felipe todavía no sabe que lo golpeó.

—Tenía problemas en su hombro—dijo Ander a modo de contrarrestar los halagos que entendía no merecer.

—¿De qué hablas? Todavía no han dicho nada.

—Lo harán—agregó Ander—. Por lo que los halagos son inmerecidos.

Kale le sonrió, y le tocó la rubia cabellera.

—De todos modos, fue un gran partido. Emmanuel ha tenido que jugar cinco sets para ganar hoy. Casi cinco horas de juego. Llegas con ventaja.

—Es Emmanuel, Kale.

—Es un idiota que jode con tu mente. No se lo permitas.

Ander entornó los ojos. Si eso fuera fácil, ya lo habría hecho. El hombre observó a su amigo Felipe que estaba con Carlos Ferrari, mánager de ambos. Sonrió y fue hacia ellos.

Match point - Bilogía Match point Libro 2 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora