«Te espero esta noche en Hipnos. Digo, si tienes los cojones de aparecer por allí».
Cerré los ojos después de estacionar mi deportivo frente al antro oscuro de mala muerte de las afueras de Moscú en donde el hombre al que más odiaba en el planeta me había «invitado».
¿Por qué carajos vine? En términos generales, era un hombre de veintitrés años muy racional. Mis padres siempre lo habían dicho, era su orgullo. Asumí que por eso siempre me exigían y llevaban al límite.
¿Qué pensarían si supieran el lugar que frecuentaba? ¿Qué dirían si supieran que he estado aquí varias veces en busca de un polvo furtivo?
Mi cabeza regresó al instante en que recibí los mensajes de ese imbécil que se creía inteligente.
«Si quieres las fotos, deberás venir por ellas. Conoces el lugar, dudo que te cueste llegar».
El corazón me tamborileaba en el pecho, masajeé la zona con fuerza porque en cualquier momento sufriría un infarto. Me observé a mí mismo en el espejo retrovisor del Bentley y di un suspiro. Iría allí y le quitaría las fotografías al hijo de puta y saldría. ¿Cuánto tiempo podría llevar eso? ¿Quince minutos? ¿Veinte?
Me rasqué mi rubia cabellera enmarañada, humedecí mis labios resecos. Tenía sed, la adrenalina provocaba que mi garganta escociera.
Mi celular sonó y estuve a punto de dar un grito. Lo sujeté entre mis manos, el nombre que apareció en la pantalla me hizo palidecer.
«No ahora, por favor».
—¿Charly?
—Ander—dijo mi representante del otro lado de la línea—, ¿interrumpo algo?
—No, tranquilo.—Mi voz tembló, odiaba mentirle a la gente que quería—. ¿Necesitas algo?
—Vlad me ha pedido que revisemos el contrato con Dior para mañana, ¿te viene bien a las ocho?
—Sí, seguro—pronuncié en tono seco. Quería terminar la conversación.
—¿Estás bien?
—Mejor que nunca.—Apreté los dientes, No debería comportarme irónico con una persona que me quería tanto— ¿Por qué?
—Ander.—La voz de Carlos sonó calma y comprensiva—. Sé que estás enojado por lo sucedido en la conferencia de prensa, pero no debes entrar en su juego. Tú sabes cómo es Emmanuel. Le gusta llamar la atención, adora que le enzarcen el ego. No permitas que juegue con tu mente.
Comencé a reír. Una risa desquiciada burbujeó desde lo profundo de mi pecho y emergió.
—Emmanuel no juega con mi mente—agregué enojado—. El bastardo se las ha ingeniado para quedarse a vivir ahí todo el tiempo. No puedo quitármelo de la cabeza ¡No me deja!
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Match point - Bilogía Match point Libro 2 (+18)
RomanceDos rivales que se odian y se desean con la misma intensidad. Un hombre que solo piensa en sí mismo. Un hombre con un oscuro secreto. Un acuerdo, un chantaje, un juego de pasión y deseo incontrolable. Un juego que ninguno de los dos está dispues...