Mansión Kovac, Moscú. Rusia. Quince días después.
Ander tenía la mano en la cara mientras se encontraba en una de las mesas dispuestas para la gran celebración de la compañía petroquímica de su padre.
—Ander, ¡has crecido tanto! Recuerdo cuando eras así de pequeñito. —Sonreía por compromiso mientras las amigas libidinosas de su madre se acercaban para tocarlo—¡Mira estos músculos! ¡Eres todo un hombre ahora!
Formaba parte de todo lo que debería aguantar esa noche. Detestaba con el alma las cenas de la empresa. En términos del tenista, solo eran reuniones para que un montón de hombres y mujeres alardearan acerca de quién la tenía más larga. Era estos momentos en donde Ander cuestionaba su ADN ¿De verdad era hijo de Saphir y Mónica Kovac? Si al menos hubiera tenido un hermano, la desgracia sería compartida, pero no, era hijo único.
Sus ojos se iluminaron cuando Felipe Becerra, su mejor amigo, apareció junto a su hermana Raisha.
—Dios, ¿por qué tardaste tanto?
—¿Has visto la prensa? Parece una alfombra roja ahí.
—Sí, todos esos metiches a la espera de una noticia suculenta. Pierden su tiempo. Nadie aquí les dará ese gusto.
Ander saludó a Raisha y los tres se sentaron en la mesa. De inmediato les trajeron bebidas. Una copa de champagne para cada uno.
—¿Tu padre?
—Por allí. —Ander señaló—. Mostrando su enorme fiesta.
—Ya, no lo juzgues.
—¿Has visto a su nueva secretaria?—Ander señaló con la cabeza—. La toma de la mano delante de mi madre. Ni siquiera guarda ese mínimo respeto.
—Ander...
—Me enerva. Tú sabes que yo todo me lo tomo a broma, pero esto es imposible. Me supera la hipocresía.
—Mira, si no te calmas...—Las palabras murieron en la boca de Felipe cuando vio ingresar al enorme hombre en smoking negro y camisa nívea—. Mierda.
—¿Qué? —Ander enfocó su vista en la persona que había llegado y contuvo una maldición—¿Es en serio?
Felipe se rascó el lateral de la cabeza con un dedo. Raisha, que estaba charlando con una mujer a su lado detuvo tomo movimiento y observó a Ander.
—Ignóralo. —Felipe dio un suspiro—. Mientras esté lejos de nosotros todo estará bien.
—¿Está viniendo hacia acá? —Raisha abrió la boca. Felipe maldijo entre dientes. Genial, una de las sillas vacías pertenecía a Emmanuel Urich.
—Buenas noches—dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Ander se concentró en la copa transpirada.
Tenía miedo de levantar la vista y no por las razones que Felipe creía. Emmanuel estaba demasiado guapo y tentador. El aroma de su clásico perfume impregnó el ambiente. Era su sello, una marca indiscutible que hacía que el mundo supiera que él había llegado.
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Match point - Bilogía Match point Libro 2 (+18)
RomanceDos rivales que se odian y se desean con la misma intensidad. Un hombre que solo piensa en sí mismo. Un hombre con un oscuro secreto. Un acuerdo, un chantaje, un juego de pasión y deseo incontrolable. Un juego que ninguno de los dos está dispues...