39 Venganza 💖🔥

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Moscú, Rusia

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Moscú, Rusia.

Horas antes.

—Las bodas siempre me ponen nervioso.

—¡Por eso te has casado dos veces, cabrón!

Emmanuel escuchó la broma de Oscar hacia su padre mientras el tenista se acomodaba el moño del esmoquin. Dio un suspiro profundo, estaba nervioso y su preocupación fundamental no era la boda. Las personas iban y venían afuera de la mansión donde se realizaría el gran evento. Borac puso las manos en los hombros de su hijo.

—Estoy orgulloso de ti, hijo—dijo con una gran sonrisa mientras sus miradas se encontraban a través del espejo—. Tu madre también lo estaría.

—Hablas de ella como si estuviera muerta—replicó Emmanuel—, que no quiera saber nada de nosotros no la hace dos metros bajo tierra.

—No es momento de fingir que te importa—masculló cerca de su oído—. Nos ha ido muy bien sin ella, así que sé feliz.

—Lo sería si no estuviera en este lugar, ¿eso cuenta?

El aire se tornó denso. Gleb, Valentino y Oscar hablaban entre ellos, ajenos a la discusión entre padre e hijo.

—¿Estás listo? —preguntó Oscar y Emmanuel se giró hacia él con una gran sonrisa.

Cualquiera que lo conociera al menos un poco, se habría percatado de que Emmanuel tramaba algo. Por fortuna, nadie en esa habitación se molestó en hacerlo.

—Más que nunca—replicó ansioso.

La mansión pertenecía a un noble ruso. Era como una reminiscencia al siglo XVII en cada peldaño. Los muebles de antaño, la decoración en el exterior que se combinaba con jardines de flores blancas y azules. Emmanuel dio pasos hacia el espacio verde en donde estaba la comitiva. Allí aguardaría la llegada de la novia. Observó a un costado. Sasha Kózlov fumaba y se burlaba de la situación.

El tenista se apretó el entrecejo y poco a poco, se acercó a su primo.

—¿Listo para la horca? —preguntó y le dio una pitada al cigarro.

—Creí que tú me salvarías de ella—masculló y sonrió cuando dos mujeres se acercaron para saludarlo.

—Todo a su tiempo, esperamos que la bella dama arribe. Estos idiotas no sabrán qué los golpeó.

—De hecho, quiero que lo sepan—aseguró Emmanuel—, necesito que sepan que fui yo.

Las nubes se habían acumulado en el cielo, la brisa cálida se tornaba un viento cada vez más intenso. Los vestidos de gala se mecían del mismo modo que los manteles de las mesas y la gasa que colgaba de los árboles en el camino hacia el altar.

Match point - Bilogía Match point Libro 2 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora