8 Cosas que nos decimos sobre el amor 💖🔥

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Las cuerdas de terciopelo rojo atravesaban su cuerpo desde el cuello hasta las rodillas

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Las cuerdas de terciopelo rojo atravesaban su cuerpo desde el cuello hasta las rodillas. Se entrecruzaban de tal modo que generaban presión e inmovilizaban. Sus músculos se adormecieron de anticipación y deseo.

«Angelo».

Ese era el nombre del Dom que formaría parte de la sesión junto a él ese viernes.

—Ten cuidado.

—¿En serio hombre? ¿Cuántas veces me dirás lo mismo? Ni de mi mamá recibí tantos consejos.

—No es un buen Dom.

—¿Y en qué te basas para decir eso?

—Es uno de los amigos de mi jefe, y no lo ha expulsado porque le conoce varias cositas oscuras, pero desde ya te digo, lo merece.

—Bien, supongo que aprenderé por las malas que tus consejos son para ser tomados en cuenta.

La cama era circular, de ella colgaban sábanas de satén del mismo tono de la cuerda de terciopelo en una especie de espiral sobre el piso de madera antigua. La tez blanquecina con destellos dorados relucía sobre la fina y erótica tela. Ander llevaba un antifaz negro y dorado. Sus piernas estaban atadas y sus rodillas casi se adherían al pecho. Sus muslos extendidos a la espera del comienzo de la función. Esta vez, llevaba un slip diminuto de color rojo púrpura, y como siempre, oculto un plug cuya terminación en forma de diamante sobresalía de sus turgentes nalgas.

La sangre corrió con velocidad cuando los pasos del Dom se oyeron nítidos sobre el escenario. Era ese momento de adrenalina indescriptible. Ander se sintió más vulnerable y expuesto que las veces anteriores. El hombre dio pasos y se ubicó frente a la cama, frente a él. Los ojos negros como enormes pozos oscuros lo escrutaron con hambre y lujuria detrás del antifaz que cubría la mitad de su rostro. No había traje pomposo esta vez, ni camisa de diseñador, sino un hombre enorme con pantalón y un chaleco de cuero negro. Ander pensó que este tipo representaba el típico cliché del dominador. El que todos tenían en mente, el que aparecía en las películas.

Los dedos índice y medio del Dom recorrieron las piernas con delicadeza. La piel de Ander se erizó ante los dedos gélidos. Fue cuando sus miradas se encontraron, y Ander tragó saliva. Gran error.

—¿Te he dado permiso de observarme?

Era los primeros morfemas que Angelo emitía. Ander negó y bajó su mirada de inmediato. Estando de rodillas, era mucho más sencillo mantener una postura sumisa, en cambio, en posición horizontal, con su culo abierto para exponerlo a los deseos de ese hombre, a pesar de la fina tela que lo recubría, la cuestión cambiaba.

—Contéstame

La cuerda que ajustaba el cuello se tensó y el aire se comprimió en su garganta. Su torrente sanguíneo se sacudió ante la dureza de su voz.

Match point - Bilogía Match point Libro 2 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora