Estaba alucinado, pero disimuló para que no se le notara, y menos su madre.
Primero miró por la ventana. La lluvia había perdido su fuerza, pero se resistía a abandonarlos y caía de manera persistente. No podían salir fuera, ni verse allí, en la sala, donde su madre podía oírla. Para hablar en privado sólo se le ocurría su propia habitación. Algo que lo molestaba profundamente.Thomas no tenía por qué entrar allí.
Salió de la sala y se encontró con él. Su madre se alejaba hacia la cocina. La
primera mirada fue de ira, pero la de su visitante era de súplica. No cambió la suya, ni dijo nada. Le bastó con hacer un movimiento de cabeza para que Thomas la siguiera. Evan entró en su habitación, esperó a que él hiciera lo mismo y cerró la puerta. Sólo entonces se cruzó de brazos, se volvió hacia él y se le enfrentó,
decidida.—¿Qué quieres?
Thomas no lo miraba a los ojos, sino que recorría con la vista su entorno.
Parecía buscar cambios, recuerdos. Evan volvió a sentirse llena de ira, como si
estuviese robándole su intimidad.—¡Eh! —llamó su atención—. Te he hecho una pregunta. Contéstala y vete.
—Quiero que me perdones —pidió él.
—¿Así de fácil?
—Sí.
—¿Y por qué habría de perdonarte?
—Porque te echo de menos.
—Oh, vaya. Tú a mí, claro.
—Te quiero.
La golpeó de lleno, en mitad de la conciencia. Hacía un minuto Carolina y
él estaban hablando de Eddie, y el que se declaraba era Thomas. Pensó que la vida
estaba llena de curiosos contrasentidos.¿Notaría él que se había puesto rojo? No había mucha luz en la habitación, sólo la claridad difusa que entraba a través de la ventana.
Ahora sí que la miraba a él.
Un par de semanas antes, la petición de Thomas tal vez hubiera tenido otro
significado.
Ahora...
—Thomas, por favor —suspiró cansado.
—¡Entiéndelo! —casi gritó él—. ¡Ya te lo dije: creí que ibas a morir, todo el mundo lo decía, y fui cobarde, pero sólo porque no quería verte morir.—¡No es una justificación! —le espetó Evan—. ¡Era cuando más te necesitaba!
—¡Lo sé! ¿Crees que no lo sé? Me volví loco...
—¿Con Marc? ¿O él era tu aspirina? —apretó las mandíbulas con determinación—. Yo sí me volví loco. No sabes lo que es estar allí esperando cada
minuto, mientras todo se desvanece a tu alrededor. No lo sabes, Thomas. Por eso ya no soy el mismo.—Sí lo eres. Los sentimientos no cambian.
Dio un paso en su dirección, tratando de cogerla, pero Evan lo apartó con algo más que genio. Con auténtica fiereza.—Se acabó —le dijo tajantemente—. En mi vida ha habido un vértice, un antes y un después. Tú perteneces al antes. Olvídame.
—Te estás vengando.
—¿Sí? ¿Tú crees que es una venganza? ¿Tan inmaduro piensas que soy? Te diré algo: estoy bien, muy bien, pero... ¿y si pasa algo?
—¿Algo?
—Sí, algo, un rechazo retardado o una recaída o... qué sé yo, algo, ya me
entiendes. ¿Qué harás?—Esta vez no te fallaré.
Evan no se lo pensó dos veces. Se quitó la camiseta, con un gesto de absoluta determinación, y se quedó ante él. La cicatriz, de arriba abajo, apareció con toda su crueldad.—¿Y esto, Thomas? —se la tocó con la mano—. ¿Podrás soportar esto?
El muchacho estaba boquiabierto. No espantado, ni con expresión de asco, ni
siquiera de dolor, sólo sorprendido.—Evan... —trató de decir algo.
—Vete, por favor —le repitió él.
—Déjame...
—Vete, ¿vale? Ya sabes el camino.
No se puso la camiseta. Lo empujó hacia la puerta. Fue el único contacto.Pero esta vez, él no se atrevió a tocarla ni a tratar de retenerla. Le bastó con mirarla a los ojos. Se encontró tras la puerta, en el pasillo, al otro lado. Evan la cerró de golpe.
Y se quedó solo, en su habitación.
Acompañado por su imagen en el espejo.
No estaba llorando; al contrario, se sentía fuerte, libre.
Sobre todo, libre.
Por eso, al pensar en Eddie, de pronto, y sentir que se le disparaba el corazón,
supo finalmente lo que tenía que hacer.
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Donde esté mi corazón /Jordi Sierra i Fabra- Adaptación Buddie
FanfictionPrincipalmente es una historia de chicoxchica pero es uno de mis libros favoritos, si lo leen espero que les guste. La vida de Evan ha cambiado por completo: un hecho imprevisible ha sacudido sus cimientos. Ha estado a las puertas de la muerte, pero...