CUARENTA Y OCHO

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Fue la misma Carolina la que abrió la puerta, así que se encontró con ella cara
a cara. En el rostro de la mejor amiga de Evan no apareció ninguna señal de
alegría, ningún signo de paz. Sus ojos hablaron de lo que sentía mucho antes de que lo hicieran sus labios. Sin embargo, Eddie pasó esta guerra por alto. Sólo le hizo una pregunta, por otra parte obvia.

—¿Cómo está?
La respuesta fue un bálsamo. Cayó sobre él liberándolo de todas las angustias.

—Fuera de peligro —dijo Carolina.

—Dios...
Tuvo que apoyarse en el quicio de la puerta. Le era difícil mantener el
equilibrio. Cerró los ojos, así que las palabras de la chica cayeron sobre su ánimo como una lluvia vivificadora.

—Ha sido una arritmia cardíaca, algo peligroso pero... normal, dadas las
circunstancias. Estará un día más en observación, pero eso es todo.

Suspiró buscando el átomo de aire que le permitiera volver a la vida. No estaba solo, así que cuando lo encontró, volvió a abrir los ojos. Carolina seguía en el
mismo sitio, con los brazos cruzados, mirándolo fijamente.

—¿Has hablado... con Evan? —quiso saber Eddie.

—Sí, y lo sé todo —le confirmó antes de volver a recuperar su tono de dureza—. Te advertí que no le hicieras daño.

—No se lo he hecho.

—Ya, claro —se burló Carolina—. Al final resultará que es la gran historia de amor: chico que persigue el corazón del ser que ama y se enamora de nuevo de su dueño. Todo muy bonito, si no fuera porque Evan es el que lo ha sufrido y se ha
jugado la vida.

—¡No quise que pasara esto!

—¿Por qué viniste aquí, eh? Y cuando conociste a Evan, ¿por qué te quedaste, por qué seguiste, por qué dejaste que Evan se enamorara y tú te volvieras
loco? ¡Tu Shannon se murió, y Evan es Evan!

—¿Crees que no lo sé?

—¡No tengo ni idea de lo que tú sabes, pero has jugado con fuego! ¿Cuándo
pensabas decírselo?

—¡No lo sé!

—Eres un cerdo —fue a cerrarle la puerta, pero Eddie se lo impidió.

—¡La quiero!

—¿Estás seguro de eso? —puso cara de escepticismo Carolina—. Evan sí te
quiere a ti, pero tú amas a un fantasma, un corazón con dos cuerpos. Tú no puedes estar ya seguro de querer a una o a otra.

—Lo quiero, Carolina, te lo juro —dijo él, desfallecido.

—Entonces, ¿por qué no vas a verlo?

—No puedo.

—¿De qué tienes miedo ahora?

—Sé que no va a perdonarme y no quiero que vuelva a tener un ataque.

—No te das muchas opciones, ¿vale? Ni una oportunidad.

—Lo siento.

—¿Y cuando salga?

—Me voy hoy mismo, Carolina —le reveló.

Ahora fue ella la que no lo entendió.
—¿A dónde?

—A mi casa. Se supone que debo empezar a estudiar una carrera.

—¿Así de fácil? —la chica chasqueó los dedos.

—No, no es fácil —la miró recuperando la calma—. Es lo más difícil que he hecho jamás, como lo fue la primera vez. Pero comprendo que es mejor así. En unos
meses he visto morir a mi pareja dos veces, una de verdad y otra esta mañana.

No quiero que Evan...
—¿No vas a luchar?

—Nunca me perdonará.

—Sí, si te quiere.
Sostuvo su mirada, una larga hilera de segundos que les pasaron muy despacio. Carolina lo vio rendirse. Eddie la vio enfurecerse. Ella quiso gritar. Él, echar a correr. Al final la chica se quedó quieta mientras Eddie daba media vuelta.

—Eddie —quiso retenerlo.

Siguió caminando.
—¿Qué le digo a Evan?
No giró la cabeza. Cada paso abría un enorme espacio entre los dos.

—Que lo quiero —fue lo último que dijo Eddie antes de desaparecer de su
vista.

Donde esté mi corazón /Jordi Sierra i Fabra- Adaptación Buddie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora