TREINTA Y NUEVE

21 1 0
                                    

Carolina se sentó entre Eddie y Peter Smith.Los cogió a ambos de cada
brazo y miró a Evan.

—¿No hay por aquí una Polaroid? —preguntó alegremente—. Quiero una
fotografía con los dos tíos más buenos a este lado de la frontera.

—¿Siempre es igual? —fingió cara de agotamiento Peter, también dirigiéndose a Evan.

—Como una moto —sentenció Evan.

—Venga, hombre, que bastante amuermado estabas tú antes de que yo
entrara a saco en tu vida —dijo Carolina cogiendo a Peter por las dos mejillas con
una mano, de forma que, al apretárselas, a él se le juntaron los labios en forma de
besugo.

—Abuerbado bero tran-ilo —farfulló el chico.

—Es maravilloso —Carolina dejó de apretarle las mejillas y miró a Eddie—.
Me encanta cuando habla de amor.

Se echaron a reír. La que llevaba la voz cantante se puso en pie de un salto.
—Tengo sed —expresó en voz alta—. ¿Alguien quiere algo más?

—No —dijeron al unísono.

Desapareció por la puerta que comunicaba el área de la piscina con la casa, solitaria y casi a oscuras salvo por una tenue luz en la sala. Los tres siguieron su estela, cada cual con un pensamiento distinto en su cabeza. Fue Peter el que exteriorizó el suyo.

—Imposible aburrirse con ella.

—Es la mejor de las tías —convino Evan.

—Vaya, me dijo lo mismo de ti hace un rato, cuando os hemos visto en la
carretera.

—Almas gemelas —manifestó Eddie.

—Carolina es la persona más clara, directa y sincera que existe. Por eso nos
llevamos bien y por eso somos amigos desde hace tantos años —continuó Evan—. Tiene tanta vitalidad, tanta fuerza interior...

—A mí me parece que a veces pide y grita en silencio todo lo que necesita
—comentó Eddie.

—¿Carolina? —dudó Evan.

—Las personas, cuanto más fuertes parecen, más inseguras y débiles pueden
ser —sostuvo su punto de vista Eddie.

—Tú no la conoces como yo —dijo Evan.

—Estoy de acuerdo con Eddie —opinó Peter—. Por eso me gusta, porque
tiene carácter y energía, pero también es tierna y vulnerable.

—Vaya, acabáis de conocerla y ya opináis —dijo Evan.

—Es tu amiga íntima, pero nosotros la vemos de otra forma y, probablemente,
como es en realidad —aseguró Eddie.

No siguieron hablando sobre la ausente, porque ésta volvía con una cerveza en la mano. Se detuvo en la misma puerta y se la llevó a los labios, bebiendo directamente de la botella.

—Carolina, que ya es la tercera —la advirtió Evan.

—Sí, mamá.

—Tus padres pensarán que hemos hecho una orgía —Evan se dirigió a Peter.

—Luego repondré las cervezas en la nevera —dijo el dueño de la casa—.
Tenemos una buena despensa. Además, mis padres no se meten nunca con lo que
hago.

—Porque es un chico brillante —anunció Carolina volviendo a sentarse entre
ellos dos—. Acaba de aprobar todo el primer curso de carrera, ¿verdad? —no le dio tiempo a decir nada y miró a Eddie—.
¿Y tú? —quiso saber—. ¿Qué te gustaría hacer? Evan me ha dicho que a lo mejor vuelves a estudiar.

—No sé, supongo que medicina, como mi hermana. Medicina o arquitectura.

—¿Tienes un hermana médico? —le preguntó Evan.

—Sí.

—¡Bien, un resquicio! —cantó Carolina.
Su amiga la fulminó con la mirada, pero ella no se dio cuenta. Estaba un poco
achispada y se le notaba por el brillo de los ojos.

—De hecho, tengo un hermana médico, otro arquitecto y una hermana que
estudia derecho. Yo soy el último. Nací un poco descolgado del resto. Lo típico.

—O sea, que estáis forrados —disparó Carolina.

—Tampoco es eso —sonrió Eddie.

—Hoy te he visto sacar pasta del cajero automático con una tarjeta de crédito
—fue incapaz de detenerse—. Nada, calderilla para pasar el weekend, claro.

Evan abrió los ojos.
—Mis padres me dejan hacer lo que quiera —confesó de nuevo él—. Pero me
envían dinero mientras tanto.

Carolina miró a su amiga.
—No lo dejes escapar —dijo—. Es perfecto.

—Oye, ¿qué tal si nos metemos contigo? —pasó al ataque Evan.

—¿Conmigo? Vais listos, chavales. Venga, ¡en guardia! ¿Quién se atreve?—se puso en pie fingiendo estar dispuesta para luchar, con un puño cerrado mientras en la otra mano sostenía la cerveza, de la que ya sólo quedaba la mitad.

—Ven aquí —la agarró Peter tirando de ella hasta hacerla caer encima de
él.

Carolina lanzó un gritito de furia revestido de afectación. Ya en brazos de
Peter, los dos cambiaron la pugna por un encuentro mucho más directo a cargo
de sus labios.

El beso dotó de un largo silencio el encuentro de los cuatro bajo la noche.
Eddie miró a Evan.
Pero él tenía la cabeza baja y los ojos fijos en el suelo.

Donde esté mi corazón /Jordi Sierra i Fabra- Adaptación Buddie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora