La música sobrevolaba por encima de sus cabezas llenando el recinto con su
fuerza y penetraba en ellos por cada uno de sus poros, impregnándolos,
saturándolos. El sudor emergía de dentro a fuera y la música fluía en sentido
inverso, consiguiendo la catarsis perfecta. Y en medio de la pista, rodeados por otras decenas de acólitos, su libertad cobraba forma, estallaba con el éxtasis de sus sentidos saturados.Evan abrió los ojos un momento. Le gustaba bailar con los ojos cerrados,
dejándose llevar. Y hacía mucho que no bailaba, una eternidad. Tanto que casi ni
recordaba cuándo había sido la última vez, ni qué canción era su favorita por
entonces. También aquello formaba parte de un pasado que se le antojaba lejano. Se dio cuenta de que Eddie estaba mirándolo y volvió a cerrarlos. Su mirada lo acompañó. Era igual que una caricia. No se sentía desnudo ante ella, sino protegido y a salvo.Lo había pillado mirándolo casi una hora antes. Y ahora Evan deseaba hacer lo
mismo, mirarle a él, bailando, moviéndose con buen ritmo. Una vez, para saber y comprender que era real, no un sueño.Volvía a ser una chico normal.
Una chico normal saliendo con un chico... ¿normal?
Vestía bien, con clase, y sus modales no eran vulgares, ya lo había comentado
con Carolina. Ahora, además, estaba la moto. No entendía mucho de máquinas
como ésa, pero aunque él le dijo que no era más que una de 125, lo cierto es que
parecía buena, y estaba cuidada, reluciente.¿Cómo podía estar buscando trabajo en Vallirana alguien con una moto así?
La música cambió de golpe, se hizo más estridente, más hipnótica. Casi al
unísono, los dos dejaron de bailar, aunque fue Montse la que puso cara de asco.Eddie sonrió y le abrió el camino para salir de la pista, ahora con el personal
bailando con mayor fiereza. Tardaron un poco en llegar a la barra del local porque iban a contracorriente, pero cuando lo hicieron, se sintieron a salvo del caos que dejaban a sus espaldas. Eddie le acercó los labios al oído para hacerse entender mejor.-¿Qué quieres tomar?
-Limonada.
-Vale, espera.
Se apartó de su lado y se incrustó en la barra, entre una rubia muy neumática
y una morena sugerente que al instante le dieron un soberano repaso visual, de
arriba abajo. A Evan incluso le pareció que la morena le decía algo, aunque no
estaba segura. La rubia fumaba con descaro. Chicas de bandera. Dos buenas piezas.Y de alguna forma supo que él muy bien podía estar con ellas, por muchas cosas, desde el atractivo hasta la clase que destilaba.
Pero no estaba con ellas, sino acompañándola.
Eddie pagó dos refrescos de limón y regresó a su lado. Evan vio cómo la
morena le daba un último repaso visual. La rubia ya había desistido. Le tendió uno de los vasos y, de común acuerdo, se apartaron un poco más, hasta situarse en un rincón desde el cual la música no los alcanzaba de lleno ni les impedía hablar,
aunque de todas formas no podían hacerlo en voz baja, ni siquiera en un tono natural.-Bueno, pues no está mal esto -dijo él, señalando la discoteca.
-Es lo único que hay -manifestó Evan-. Todo el mundo viene al Mollys.
-Desde luego, en Valledupar no hay muchas oportunidades.
-¿Y en Los Ángeles?
Evan la miró extrañado, sin comprender.
-¿Qué solías hacer en allá? -dijo Evan.
-No demasiado, estudiar y todo eso -divagó él-. No soy muy asiduo de
discotecas.-Vaya, lo siento.
-No, si me encanta estar aquí. No soy muy asiduo porque a estos sitios o
vienes acompañado o es un palo. Y puesto que estamos juntos...-¿Por qué no has seguido estudiando?
-Pienso hacerlo, pero de momento... -apartó su mirada de él, y Evan pudo asomarse a un océano de inseguridades-, creo que necesito otras cosas,
encontrarme a mí mismo, ¿no se dice así?-Y si estudias, ¿qué harás?
-Iba a empezar arquitectura.
-¿Arquitectura? -se asombró Evan-. Sopla. Desde luego lo tuyo...
-¿Tan raro es que quiera tomarme las cosas con calma?
-No, pero... reconoce que es desconcertante.
-Sí, supongo que sí.
-Lo que no entiendo... -comenzó a decir Evan.
Eddie no la dejó continuar.
-Hace calor aquí -dijo interrumpiéndola deliberadamente-. ¿Salimos fuera un rato?
Evan lo observó. Más que una propuesta era una decisión, porque ya se movía buscando la salida, empujándola suavemente. Y se dio cuenta de que, por
alguna razón, de la misma forma que ella no quería hablar de su operación, Eddie
no quería hacerlo de su pasado, ni de su presente.Estaban empatados.
Alguien pasó cerca de ellos corriendo y los empujó sin ninguna consideración. Parte del líquido del vaso que sostenía su compañero se derramó y le salpicó un poco.
-¡Eh! -gritó de pronto él-. ¿Estás ciego o qué?
El chico que lo había golpeado se detuvo en seco. Era tan alto como Eddie y
parecía algo bebido.-¿Pasa, tío? -le dijo en tono fanfarrón-. Lo siento, ¿vale?
-No estás solo -volvió a gritar Eddie.
-Ya, por eso vengo aquí. Si no, me quedaría en casa -le plantó cara el otro.
-Eddy, vamos -le pidió Evan.
De pronto no lo conocía. Se había puesto furioso, con los nervios a flor de piel.
¿O era por culpa de su pregunta y ésa era la forma de querer escapar de él? Tuvo
que presionarle el brazo con fuerza.Su compañero vaciló un segundo.
Luego lo miró.
Y mientras la paz irrumpía de nuevo en su ánimo, se relajó y dijo, revestido
de un cierto cansancio:-Sí, vamos.
Pasaron junto al quedón y salieron fuera.
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Donde esté mi corazón /Jordi Sierra i Fabra- Adaptación Buddie
FanfictionPrincipalmente es una historia de chicoxchica pero es uno de mis libros favoritos, si lo leen espero que les guste. La vida de Evan ha cambiado por completo: un hecho imprevisible ha sacudido sus cimientos. Ha estado a las puertas de la muerte, pero...