Eddie tal vez no corriera, como le había dicho, pero Charlie sí, mucho, quizás
demasiado. Y tan malo sería para su objetivo un accidente como que la policía lo detuviera por alguna infracción o por exceso de velocidad.Evan, agarrada a él, le pidió que condujera con prudencia sin apartar la
vista de delante para intentar ver la moto de Eddie, su casco blanco, una
esperanza.Tal vez hubiera sido todo más fácil preguntándole a la dueña de la pensión
las señas de Eddie. Evan debía de tenerlas en su registro.Bueno, era una posibilidad más.
¿Por qué Eddie nunca se las había dado?
Claro que, ¿para qué dárselas? Ya no vivía en la cuidad.
¿O sí?Su cabeza estaba a punto de estallar. No comprendía nada, nada en absoluto.
De pronto todo era irreal, había sucedido en un abrir y cerrar de ojos y, mientras
corrían devorando kilómetros por la carretera, los fragmentos de la carta zumbaban en su mente como aguijones, clavándose en las paredes de su cerebro: «Tus labios sellaron un montón de heridas», «los sueños son traidores», «no era mi intención, pero ha sucedido», «no es tan sencillo», «también a mí me han hecho mucho daño», «jugar con el destino»... Sus palabras y los recuerdos llenaban su mente: la timidez de Eddie, su miedo, la atracción que ambos habían sentido desde el primer día, pero contra la que, de una forma u otra, ahora se daba cuenta, habían luchado.Evan tenía sus razones, ¿y él?
La moto se situó a la izquierda para adelantar una fila de coches parados
delante de uno de esos semáforos que se activan según la velocidad de los vehículos y que salpican las entradas de los pueblos. Uno de los automovilistas hizo sonar el claxon en señal de protesta por el adelantamiento. Charlie ni se inmutó. El semáforo cambió de nuevo a verde cuando llegaba él, así que aceleró y volvió a darle gas.Evan, ante la sensación de velocidad, sentía el vértigo del miedo mezclado
con esperanza. La moto de Charlie volaba y, sin embargo, sus esperanzas
empezaron a agonizar al ver el destino a lo lejos, a unos tres kilómetros.La autopista para la cuidad se cogía pasado el pueblo, no antes, y en sábado,
los numerosos semáforos que jalonaban el paso de la carretera por la localidad
ejercían de continuos tapones. Quizás ésa era la clave.Parecía imposible, pero, aprovechando la larga recta, hicieron los tres kilómetros en un tiempo récord. Charlie quería cumplir la promesa hecha a Carolina,
porque su hermana era peligrosa, capaz de arrancarle los ojos si fallaba.Al entrar en el destino, se encontraron con una larga doble fila de coches
parados a causa del primer semáforo. Charlie repitió el adelantamiento.Llegaron al semáforo sin ver la moto de Eddie.
Y entonces, en el siguiente semáforo, a punto de arrancar en cuanto se pusiera en verde, Evan lo vio.Eddie.
—¡Allí! —gritó por encima del hombro de Charlie.
La potente máquina de quinientos centímetros cúbicos voló sobre el asfalto.
ESTÁS LEYENDO
Donde esté mi corazón /Jordi Sierra i Fabra- Adaptación Buddie
FanfictionPrincipalmente es una historia de chicoxchica pero es uno de mis libros favoritos, si lo leen espero que les guste. La vida de Evan ha cambiado por completo: un hecho imprevisible ha sacudido sus cimientos. Ha estado a las puertas de la muerte, pero...