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Maratón 2/6

Acuario

¿Quién diría que la vida de Piscis Westbrooks había sido así de complicada?

Aún seguía pensando en lo que ocurrió hace tan solo una noche. Mis amigos me habían dejado en mi apartamento luego de ver la película que Aries quería ver.

Solo resta decir que lloramos como magdalenas por la película que tanto quería ver. Era simplemente sinónimo de perfección. El amor del chico luego de que la protagonista falleciera hacía verme como un pequeño niño que era abandonado por su madre.

Si, era así.

Como un vacío que no sería cerrado nunca.

Sonreí con amargura de tan solo pensar en eso. Volví mi atención al partido que estaban transmitiendo. Aunque no era muy fan del fútbol me gustaba verlo ya que me recordaba a mi padre, el cual estaba a kilómetros de distancia trabajando día y noche para que yo siempre tuviera lo mejor.

El timbre de mi casa hizo que volviera a interrumpir mis pensamientos y caminara con tranquilidad a esta. Tal vez era alguno de mis amigos que me necesitaba o alguna chica. Sonreí ante la última alternativa, últimamente había andando aún más incontrolable —como mis amigos me habían descripto— luego de lo de Evelyn.

Al parecer alguien al fin pudo jugar conmigo.

Aunque pensaba que ese juego estaba pasado de moda en mi vida.

Al abrir mi puerta me di con que si había una chica, pero una de la cual no me esperaba una visita tan inoportuna. Parecía agitada, sus ojos demostraban rabia acumulada y cierto dolor. Pensaba que explotaría de lo tensa que estaba y por primera vez —bueno capaz cuarta— me sentí bastante preocupado e intrigado por su comportamiento.

Si se trataba de Westbrooks todo era sorpresas y más sorpresas.

-Necesito un favor —es lo primero que lanzó de sus labios.

-Buenas tardes Piscis. También es un placer verte —al parecer eso la irritó más, y sería un mentiroso si dijera que no disfruté aquello.

-Para mi desgracia no, no es un placer verte pero eres el único disponible para esto —alcé una ceja con diversion y una sonrisa bastante egocéntrica (como ella decía).

-¿Qué te hace pensar que estoy disponible? —la vi aún más tensa que antes. Sabía que perdería los estribos de su autocontrol, y me encantaba cuando eso pasaba.

-Oh vamos, te devolvere el maldito favor luego —sonreí pensando en aquella propuesta.

-Tentador —Piscis suspiró ya con cansancio. Se veían las enormes ojeras bajo sus ojos y eso me angustiaba de cierta manera.

En ocasiones como estas me sentía identificado con ella y verla estresada por posibles temas familiares, me provocaba un sentimiento de quererla ayudar. Además de que la idea de que me debiera algo me parecía de cierto modo tentadora.

-Bien, ¿Qué quieres? —vi como sus ojos se suavizaron y al menos bajó unos de sus muros que la protegían.

-En 6 horas tengo una fiesta en la que Margareth estará presente. Y lastimosamente me obliga a ir, usualmente no iría pero mis padres insistieron —aún después de esa breve explicación seguía sin entenderle. -Necesito a un novio falso por hoy. Para cerrarle la maldita boca a mis parientes, aún más a mis primas que se creen el centro del universo por tener a unos chicos millonarios y calientes como el infierno atrás de ellas.

Parecía decidida a cerrarles la boca con un simple chico. No entendía muy bien aquello ya que Piscis siempre enviaba al demonio todo y no le importaba que dijeran de ella. Aunque esta vez parecía diferente tenía ganas de hacer sufrir a alguien y no lo haría sola.

New York City |Zodiaco| [NYCZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora