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Piscis

Estaba en mi departamento, tirada en mi sillón y viendo mi maratón de Friends, últimamente no tenía trabajo y tampoco tarea o exámenes; se podría decir que estaba libre de cualquier cosa.

¿Que se supone que haré con mi vida?

En medio de mi maratón la música del departamento de al lado comenzó a aturdirme, al parecer tenían una fiesta y el descarado de mi vecino no me había invitado, bueno... Tampoco lo conocía y eso que ya voy viviendo varios años aquí, así que podría decirse que ella o él era un misterio para mi cabeza.

No le dí mucha importancia ya que tenía todo el derecho a tener una fiesta, así que sólo seguí viendo mi serie, esperando a que está fiesta no perdure mucho.

O bueno, eso es lo que yo pensaba hace como seis horas. Evidentemente cuando uno tiene que dormir e ir a clases al otro día, la fiestita ya cansa.

-Demonios... —murmuré mientras me paraba de mi cama y me ponía mis pantuflas de oso panda.

¡ERAN LAS 6 AM Y LA MALDITA MÚSICA NO PARABA DE SONAR!

Yo nunca me había quejado porque mis vecinos pusieran música ya que yo también lo hacía pero esto ya había llegado al límite.

No había podido pegar ni un solo ojo en la noche y entraba en menos de dos horas a clases, lo peor de todo es que no podía faltar ya que mi madre no me lo permite luego de que casi exploto la universidad... no pregunten.

Salí de mi apartamento soltando un bostezo y llegue al apartamento de mi vecino, la música hacía que el suelo del pasillo retumbara al igual que las paredes y las puertas.

Dí dos toques en la puerta anhelando que alguien me escuchara pero era más que obvio que nadie lo iba a hacer por tener esa música infernal al tope; volví a tocar está vez aún más fuerte pero seguían sin atenderme.

Okay... Opción número 2 en marcha.

Me alejé un poco de la puerta y con mis puños apretados por el enojo que sentía, corrí hasta la puerta y la patee haciendo que se rompiera.

No sé que me sorprendió más, el hecho de que tuviera memoria motora, ya que fui a kárate cuando era niña, o que las puertas de estos apartamentos eran tan débiles como una maldita lámina de papel. Aunque teniendo en cuenta que las paredes también son muy frágiles, no me sorprendería que las puertas se destrozarán tan fácil.

Todos los presentes me vieron con sorpresa, algunos me veían de arriba a abajo por mi pijama pero no me importaba un comino como me veía, era por culpa de ellos que me veía como una psicópata.

-¡APAGUEN LA MALDITA MÚSICA! —les grité para que apagaran ese maldito aparato, lo sé... parezco una ancianita que no se tolera nada pero deberían tener un poco de consideración con los vecinos.

Me hicieron caso y con sus ojos demostrando miedo hacia mi esperaron a que haga mi siguiente movimiento, está si que no se la iba a dejar pasar a mi vecino misterioso.

-¡¿Quién es el dueño del apartamento?! —todos le abrieron paso a esa persona que comenzaba a odiar y eso que ni si quiera la conocía.

-¿Me busq-

Ambos nos quedamos viéndonos, ¿qué demonios estaba ocurriendo aquí...? ¡¿Él era mi vecino?!

Sabía que se había mudado por muchos problemas en su antigüo departamento, pero jamás pensé que fuera mi maldito vecino.

-¡¿Piscis/Acuario?! —gritamos al unisono y al mismo tiempo que lo hicimos dirigió la mirada a su puerta.

Oh, no.

New York City |Zodiaco| [NYCZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora