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Piscis

-Oye, creo que te comenzaré a cobrar por ser tu novio a medio tiempo —me reí por lo que Acuario me dijo.

Ambos íbamos en el auto que Margareth, alías la bruja oculta en tu placard, nos había brindado. Según ella, era de suma importancia que siguiera asistiendo a los acontecimientos sociales ya que ella se encargaría de darme el estatus suficiente para ser alguien en el futuro.

Si ese alguien a quien se refiere es una persona sumamente calculadora, controladora, fría, antipática e insípida, agradecería ahora mismo que este maldito auto se vuelque para nunca llegar.

Créanme que estaba yendo en contra de mi voluntad. Mis abuelos maternos me habían obligado a tratar de llevarme bien con ella, ya que podría abrirme puertas que quizas ellos ni yo pueda abrirme. Pero es una tontería, yo podía abrir cualquier maldita puerta, y si no podía la rompería, sino pregúntenle a Acuario quien ahora al menos tiene una puerta un poco más resistente.

Miré mi vestido floreado, el cual mi abuela se había encargado de planchar mil millones de veces antes de pasar por él a su casa. Les juro que lo único que podía hacer mover mi mundo eran ellos, después de todo era capaz de arrancarme el corazón con tal de que el suyo lata eternamente.

Perdonen, hoy desperté sumamente poeta.

-Y dime, ¿cómo es el asunto de hoy? —miré rápidamente a mi damo de compañía.

-Según ella es como una fiesta del té pero en su patio de mil millones de hectáreas. Supongo que estarán todos los de la alta sociedad, hasta invitaron a tu madre de seguro —me crucé de brazos algo cansada de aparentar algo que realmente no soy.

-Si, la invitaron. Pero ahora mismo está de viaje, así que ha desistido —asentí comprendiendo. -Oye, ¿por qué haces todo esto?, digo, podrías no hacerlo. Ellos no te pagan la universidad ni tampoco tu estadía en Nueva York

-Lo hago por las únicas personas que valen la pena en este mundo —Acuario simplemente me miró sin entender. -Mis abuelos, mis verdaderos abuelos, ellos son los únicos que pueden hacer mover mi suelo. Por ellos voy a la luna y vuelvo en un día. Para ambos es sumamente importante que me lleve bien con ella, ya que llegado el momento esa familia nefasta será lo único que me quedé en este mundo, y quieren al menos asegurarse de que me proteja alguien —el chico se rió levemente y lo miré, ahora yo sin entender nada.

-No creo que la chica que destrozó mi puerta tenga necesidad de ser protegida —me reí de manera silenciosa. Supongo que tenía un punto. -Sigo esperando la paga de la puerta

-Tu paga es comer comida deliciosa todos los fines de semana, ¿no te parece? —Acuario solo se limitó a sonreírme y comenzó a ver por la ventanilla.

Sinceramente desde que supo todo mi drama familiar, Acuario Black había pasado de estar en mi lista negra a estar en la lista de personas que realmente aprecio. Nunca pensé que detrás de esa máscara de hipocresía y malhumor, se escondiera un chico sumamente sincero y devoto a hacer lo que sea por las personas. Supongo que nadie sabe lo que una persona es, ni aunque la conozcas de toda la vida.

Mi teléfono comenzó a vibrar y a iluminarse con el nombre de Jason. Pero sinceramente, no me emocionaba tanto como antes, no sabía si era porque hace mucho no lo veía, ya que no estaba yendo al trabajo —él—, o porque quizás no era lo que andaba buscando. Aunque quiero que quede claro que nunca salimos en alguna cita, ya que siempre pasaba algo que nos interrumpía, y de cierta forma sentía que era el universo advirtiendome de que quizás no era el chico que yo pensaba que era.

-¿Y que onda con el chico del restaurante? —apagué mi teléfono y decidí no contestarle por el momento a Jason.

-Supongo que bien —me levanté de hombros ya que en serio no sabía que decir al respecto.

New York City |Zodiaco| [NYCZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora