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Géminis

Cada vez las luces de la increíble ciudad de Nueva York se iban desvaneciendo como pequeñas estrellas que eran cubiertas por nubes.

Solté un suspiro acomodando mi vestido negro formal que se hacía uno con la oscuridad de la parte de atrás del coche. Comencé a jugar con mis dedos con nerviosismo y cierta rabia que en cualquier momento estallaría de la peor forma, aún nadie conocía a la verdadera Géminis y aunque lo hicieran... tenían otra figura de mi.

Masculle por lo bajo al recordar que abandoné a mis amigas por esta horrible cena que solo ocasionaría un caos en mi corazón, carrera y mente.

¿Cuál era la necesidad de elegir a alguien para ti?

¿Cuál era el objetivo de usarnos como contratos permanentes para beneficiar la empresa?

Pero por primera vez no había sido culpa de mi padre... no había sido su mente la cual había planeado todo esto, ni mucho menos la del señor Morgan; fue la mente asquerosa de mi madrastra.

No se confundan, existen mujeres dulces que pueden ser verdaderas madres para ti pero hay otras que simplemente son detestables y cada vez que las ves quieres que se vayan de la vida de tu familia, y de la tuya.

Pero papá la ama y lo tiene hipnotizado como la luna llena a un lobo. Lo hace aullar cuando le conviene, y lo hace dormir para que no arme ningún escándalo.

Y lo que más me asustaba es que mi padre no caía en la dolorosa realidad de que lo estaba usando completamente, pero yo sí he caído las tres veces que hablé con ella y también al enterarme que tendría un hijo con mi progenitor.

Sherry había llegado más lejos de lo que alguna novia podría haber llegado, y no tenía las intenciones de ceder su puesto a alguien más.

Ni tampoco tenía las intenciones de que su hijo no tenga lugar en las empresas, aunque ni siquiera había nacido, ella ya tenía su plan completamente diagramado y era joven para disfrutar luego de que mi padre  dejara el plano físico y pasara al espiritual.

Era algo duro de decir pero la realidad es dura, nadie lo puede negar.

-Señorita —salí de mis pensamientos al escuchar la voz del chófer que había enviado mi papá para buscarme de los Apple Tower y no tenga que conducir.

-¿Si?

-Ya llegamos —me mostró una sonrisa ladeada a la cual asentí en forma de agradecimiento.

Ni cuenta de cuándo habíamos llegado.

Capaz que estaba tan metida en la furia hacia esta mujer detestable, que ni siquiera supe cuando avanzamos por el barrio lujoso en donde estaba la mansión de ellos.

Es que por más que quiera, no podía llamarlo hogar, yo crecí en una casa pequeña puesto que a mamá no le gustaba las grandes cosas y mi papá la complacía siempre, incluso si eso significaba dejar sus gustos extravagantes.

Pero adivinen quien le exigió mudarse a esta zona tan cara y enriquecida... claro que si, mi semi-madrastra aunque ya era mi maldita madrastra.

Ya estaba al frente de esa puerta tan grande y elegante que llegaba hasta el infinito, era roble de verdad y el mármol lustroso y rugoso envolvía toda la fachada de esta inmensidad exagerada. Con el alma en mis manos, toqué el ruidoso y sofisticado timbre que resonó hasta en lo más recóndito de mi ser.

Me giré abrazándome un poco por el frío que hacía aquí; se veía una gran limusina negra, con su chófer adentro, disfrutando de seguro de partido de fútbol  americano junto con una pizza.

New York City |Zodiaco| [NYCZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora