Ꭺꮪꮖ́ ꭼɴ ꮮꭺ ꮲꮖꭼꭰꭱꭺ ꮯꮻꮇꮻ ꭼɴ ꭲꮜꮪ ꮻꭻꮻꮪ

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"Se pueden decir millones de palabras y aún así no decir nada, sin embargo, basta una mirada en el silencio para decirlo todo"

Meredith se encontraba tirada en el suelo, respirando profundamente, notando la brisa del aire mecer las hojas de los árboles, sintiendo como su cuerpo ya se había rendido, pensando en sus amigos y en como sentía que les había fallado. La hierva baja que le hacía de cama, se teñía de rojo poco a poco, sus manos podían notar el frío de la tierra y como el día se marchó dando paso a la noche con una gran Luna creciente que iluminaba todo el lugar.

Unos pesados pasos hicieron retumbar el suelo mientras Meredith intentaba reunir fuerzas para moverse aunque fuese un poco, aquellos pasos que eran capaces de clavarse en el pecho de la joven que pudo sentir el miedo abrazarla por primera vez desde que pudo escapar de donde vivía. Extrañamente, el viento comenzó a soplar con más fiereza trayendo consigo unas nubes grises que comenzaron a descargar sus gotas de agua sobre el lugar, iluminandodolo todo con rayos que rugían como un león hambriento. Cuando Mer pudo mirar hacia sus propios pies, pudo vislumbrar una silueta que se acercaba a ella hasta quedar justo en frente suya, la lluvia arreciaba con mayor descarga impidiendo a la chica enfocar bien su vista hasta que un furioso rayo iluminó la silueta que se estaba agachando hacia ella, dejando ver al líder de los ángeles, con aquella pétrea mirada, sus alas encogidas y alguna que otra fisura en su cuerpo, posiblemente por la lucha con Corvus o alguna de sus amigas.

- Aquí estás...me has hecho tener que ir bastante lejos - Dijo el líder de los ángeles olvidados.

- Tu...- Meredith no pudo llegar a pronunciar otra palabra en ese momento.

El ángel la tomó por el cuello, levantándola de tal manera que los pies de Meredith no tocaban el suelo dejando salir un sonido quebracido con la voz, las frías pero duras manos de aquel ser eran imposibles de sortear, en ese momento Mer comenzó a resignarse, después de todo, después de tantas esperanzas, hasta ahí había llegado, la falta de aire la hizo entrar en modo supervivencia bajo la mirada impasible de su captor que aunque no apretaba, si estaba consiguiendo cortarle el aliento a la chica. En un arrebato de su instinto al desear seguir viviendo, reunió todas las fuerzas que pudo y comenzó a golpear el rostro del ángel con su puño derecho, sintiendo el dolor de golpear una roca, su carne abriéndose para dejar un rastro de sangre en el rostro de aquel ser y en sus nudillos, sus huesos romperse y aún así no parar por querer liberarse.

- Que contradictorios sois los humanos, podéis levantar grandes pesos pero a la vez sois...tan frágiles que os rompéis con nada...¿Por qué sigues luchando? Está claro que solo eres una ramita rota por la piedra, este es tu fin, es mejor que dejes de luchar - Dijo el ángel sin soltar a la chica, recibiendo los golpes de su puño sin sentir absolutamente nada.

Poco a poco los golpes comenzaron a perder su fuerza, a perder su potencia e incluso falló algunos, sus pulmones no recibían aire por lo que comenzaban a quemarle, su mente se llenaba de dióxido lo que provocaba que comenzase a tener alucinaciones de alguien que se acercaba, la falta de aire en su cerebro estaba apagando su chispa de vida, el miedo la inundaba haciendo que sus ojos se fuesen cerrando y una última lágrima se desbordase de uno de sus ojos y cayese por su mejilla.

- Shh...es hora de morir niña...has sido valiente al final pero fue inútil, así como tú para tus compañeros caídos - Dijo el ángel nuevamente.

Antes de que Meredith terminase de cerrar los ojos rindiéndose ante la muerte inminente, en una visión borrosa pudo ver como una sombra salía de la propia oscuridad, alguien había llegado, alguien venía para salvarla o por lo menos, vengarla, pero ese ángel tendría su merecido.

De entre la oscuridad, un figura corpulenta se acercó hasta la escena de muerte que se estaba presenciando, alguien que mientras acercaba su cuerpo en una posición de combate asestaba con su puño brillando en un tono morado brillante, recitando unas palabras en un idioma que nadie entendía. Meredith pudo ver de manera borrosa con la fina línea que le quedaba para observar, como aquella situación se desenvolvía a cámara lenta, quizás por la falta de oxígeno, quizás por el cansancio de su cuerpo, pero pudo ver como aquel puño, envuelto en magia, golpeaba con tanta fuerza el rostro del ángel que su rostro pétreo se desquebrajaba abriéndose más grietas en su rostro.

Desierto de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora