"Hacen falta muchos actos de incalculable desinterés para ganarse la confianza, pero solo basta un error para perderla."
Habían pasado unas semanas desde el fatídico día donde Morgana y Meredith hicieron su incursión a los recuerdos de Corvus, haciendo que este terminase por encontrarlas y poner tierra de por medio con ellas dos por invadir su intimidad sin permiso. Meredith llevaba aquellas semanas estudiando, entrenando y limpiando el castillo, terminaba tan cansada y triste que casi había dejado de comer. Morgana intentó en dos ocasiones hablar con Corvus para arreglar las cosas sin mucho éxito e incluso ella estaba desanimada con la situación.
Alessandra no quiso meterse en medio pero si intentaba cuidar aún así de las chicas, sobretodo de Meredith, quién le preocupaba bastante por el estado que tenía. Pasada la medianoche, Alessandra se acercó al cuarto de Meredith con un plato en su mano, dispuesta a que la chica comiese algo y poder pasar algo de tiempo juntas, sin embargo, Alessa se paró en la puerta de Mer, escuchando algo que la dejó quieta sin ser capaz de entrar, escuchando el llanto de la chica, un llanto que desgarraba el alma, uno capaz de ablandar el corazón de Alessandra.
- Lleva así desde lo ocurrido con Corvus, no come, apenas duerme y trabaja casi hasta la extenuación haciendo creer a todo el mundo que está bien...luego vuelve a su cuarto y llora hasta que deja de escucharse, imagino que se duerme así - Dijo Morgana saliendo de una columna cercana a la habitación de Meredith.
Alessandra miró a la enmascarada, escuchando sus palabras que la dejaron meditabunda por no saber que alguien que había llegado a importarle un poco estaba en ese estado, como la chica débil que conoció había sido capaz de ocultar a la gente como se encontraba para seguidamente encerrarse en sí misma, una hazaña estúpida pero conocida, pues la propia Alessandra pasó por ello el día que su corazón se rompió con la muerte de su padre.
- ¿Por qué no habías dicho nada? - Preguntó Alessandra con un tono suave, ocultando lo que le provocaba escuchar a Meredith llorar de aquella manera.
- Porque si algo he aprendido de esta experiencia es a no volver a meterme en los asuntos de los demás sin permiso, ya tuve bastante con los desprecios de Corvus estas semanas...no quería perder a Meredtih también - Comentó Morgana apoyándose sobre una columna de piedra, con ambas manos tras la espalda mirando al techo, dejando salir un pesado suspiro cargado de pesadumbre.
Alessandra dejó el plato en un alfeizar cercano, quería entrar en la habitación, comportarse como una buena amiga demostrando cariño, abrazando a su amiga para darle consuelo, sin embargo no fue capaz y tan solo pudo apoyar su frente sobre la madera fría de la puerta, apretando la mandíbula con frustración con cerrando con fuerza sus ojos.
- Si sigue así no creo que aguante mucho más, la verdad, aunque lo que realmente me preocupa es que nos han encargado una misión nueva, por Elix...y no sé si voy a poder protegerla - Comentó Morgana casi con resignación.
- ¿A qué hora salís? - Preguntó entre dientes Alessandra como si tratase de retener algo o de forzar salir algo de ella.
- Al alba...a las ruinas de las Highlands, nos han mandado investigar los castillos de la zona Norte...Alessandra, si ocurriese algo...- Comenzó a decir Morgana preocupada.
- No lo digas, ni se te ocurra ¿Entendido? - Respondió Alessandra llevando una mirada fulminante a Morgana.
- Escuchame, es importante, si ocurriese algo...en mi habitación, en una tabla suelta bajo mi cama, hay una caja con un colgante y una carta...¿Podrías dársela a mi madre? - Pidió Morgana con un tono de voz fingiendo algo de alegría.
- Se a darás tú o no hará falta hacerlo porque estarás de nuevo aquí ¿Me estás escuchando? - Dijo la morena acercándose unos pasos a la enmascarada.
ESTÁS LEYENDO
Desierto de Sombras
FantasíaEn un mundo donde los seres humanos viven tranquilos, hay quien vela por ellos en secreto desde hace demasiado tiempo. Ellos son los clanes que guardan al mundo de aquellas pesadillas, sueños y fantasías que tan solo creemos que son cuentos para dor...