Desierto de Sombras

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"En nuestros sueños es donde podemos encontrar sueños inspiradores o pesadillas llenas de recuerdos y miedos, aprender a luchar contra nosotros mismos es la mayor de la lecciones."

Una lluvia torrencial comenzó a ser la musicalidad que tocaba en las paredes y el techo de la mansión. El viento recorría el edificio por sus lugares abiertos con un silbido anunciante. Moira, que se encontraba dubitativa por lo ocurrido, se encontraba sentada en el suelo como si ella viese algo que el resto no era ni sería capaz de ver. Nerissa en ese momento, dudosa por no saber que hacer, se acercó a Moira para ayudarla a levantar y llevarla junto a Orion y ella. Orion por el contrario, reía como de costumbre, esperando que su espada tomase otra vida si los chicos se rebelaban nuevamente.

Meredith, quien sufría el poder de la mujer enmascarada con tonos grises en su máscara y vestida algo diferente a sus compañeros, se encontraba sufriendo o mejor dicho, reviviendo las palizas que recibía en el castillo donde vivió hasta que su propia mente escuchó una voz de mujer que le indicaba que despertase, por lo que la chica comenzó a recordar su vida en el Nido, a sus amigos, las aventuras y a Corvus. La silueta de una chica intentaba hacerse visible, como si pudiese sentir su presencia siendo un fallo televisivo en su cabeza.

- Esto...esto no es real...no es real...yo...yo escapé de aquel sitio ¡Libérame! - Algo crecía en el interior de Meredith, algo oscuro que le proporcionaba una fuerza diferente para resistir las pesadillas. - Que intentéis matarme, de acuerdo...que me dejéis medio muerta, vale...pero habéis cometido dos errores, el primero hacer daño a mi gente, el segundo es jugar con algo que no os pertenecía - Meredith hablaba con una rabia diferente, levantando en el sueño como si pudiese romper unas cadenas invisibles, como si pudiera quitarse una losa de encima. - Muchos amigos se sacrificaron para que yo pudiese escapar, Bladin, Xanac, Cristine, Didier...Voltus, Yarias, Maria, el anciano Le Blanc...ellos sacrificaron sus vidas para que yo fuese libre y tu...tu te has atrevido a borrarlo, a intentar hacerme creer que nunca pasó...¡FUERA DE MI MENTE! - Gritó con fuerza Meredith.

Los poderes de Moira parecían estar fallando sobre Mer al igual que en Corvus, como si algo les protegiese de su habilidad para manejar las pesadillas. En el momento en el que Meredith gritó una puerta de color azul turquesa se abrió, en la mano de la chica apareció una llave de cristal del mismo color que introdujo en la cerradura abriéndola y viendo de esta manera el lugar donde uno de sus seres más queridos se encontraba sufriendo.

Moira de pronto se dio cuenta que Mer no se encontraba en su propia mente, si no que había aparecido en la de Morgana y pese a sus intentos por parar su avance, no era capaz de manejar la situación. Morgana que seguía sufriendo aquella tortura entre la desesperación más inmensa, suplicando por su vida.

- ¡No, por favor! ¡Por favor, no quiero morir! ¡Socorro! - Seguía gritando Morgana intentando liberarse de sus cadenas.

El verdugo comenzó entonces a avanzar hacia la enmascarada, alzando lentamente su hacha con la intención de cortar su cabeza, sus pasos cada vez le hicieron estar cada vez más cerca hasta encontrarse frente a Morgana quien le miraba con el terror de una niña pequeña en sus ojos. El verdugo alzó el hacha de color negra con aquella imponente presencia terrorífica, pero antes que pudiese atacar a Morgana, como si fuese un vendaval, Meredith apareció desde la espalda de Morgana, con un gran salto y sus puños con aquel brillo blanco característico, golpeando el rostro del verdugo con tal fuerza en un grito de guerra que una expresión de ira, que hizo al hombre volar hacia los edificios, atravesándolos hasta perderse. Morgana entonces se quedó observando la figura de su amiga, de su hermana, delante de ella como un gran escudo.

- No vais a tocar a mi Morgana...os destruiré a todos - Dijo Meredith con un tono agresivo cerrando los puños con fuerza.

- ¿Me...Meredith? - Preguntó dudosa Morgana entre lágrimas.