Esposado A Un Asesino. Libro 1 . Unholy Blood. ⸸ | Yoonmin Hard +18⚠️

Huellas de sangre III

Después de pasarme unos quince minutos por lo menos, tratando de calmar las ganas que tenía de coger al primero que viese y abrirlo en jodido canal para desfogar toda esa ira y rabia desmesurada que picaba de madera exasperante en mis venas. Doy un par de respiraciones observando fijamente mi reflejo en aquel espejo, limpio mis manos además de mi rostro, frotando ávidamente mi piel bajo el chorro del grifo para luego quedarme unos segundos más en silencio, perdiendo mi vista en las pequeñas gotas de agua que caían de algunas de las hebras de mi cabello y se deslizaban por mi rostro. Decidido, salgo del baño y me dirijo a las máquinas expendedoras de bebidas de uno de los pasillos. Introduzco dos monedas que previamente saco de uno de mis bolsillos y pulso los botones correspondientes, los resortes de la maquina comienzan a girar hasta que dos refrescos caen de esta quedando en la ranura. Sin embargo, aún no me agacho a cogerlos, en el resto de aquel pasillo en concreto, reina un silencio un tanto exasperante, no se oye nada más que el sonido tintineante de aquella máquina.

Esos métodos, esas técnicas de manipulación psicológica, esa sensación de mareo en el tren, aquel mal presentimiento que aún podía sentir...No podía ser ni de lejos una casualidad. ¿Los Walter? ¿La Yakuza? Sabía muy bien como operaban ambos gracias a que había logrado infiltrarme con éxito en sus organizaciones en múltiples ocasiones. No obstante, sus técnicas de asesinato, sus métodos, su forma de actuar, no parecía ser cosa de ellos en un principio, no eran organizaciones que actuasen sin algún propósito concreto. Pero, fuera de aquellas dos grandes organizaciones con las que JiMin se había visto obligado a verse envuelto... ¿Quién querría hacer tanto daño a alguien como él? ¿Quién sería el tercer enemigo?

Me agacho, tomando ambas latas entre una de mis manos y entrecierro los ojos observándolas fijamente.

"Qué tal si la gacelita no es el objetivo"

"¿Quién más podría ser?"

"Adivina"

Agito la cabeza ligeramente tratando de despejarme un poco de aquellos pensamientos, camino sin prisa hasta la sala de espera y nada más entrar por el pasillo, visualizo a JiMin en la sala. Este está sentado en uno de los asientos, sus manos descansando en sus propios muslos y su mirada completamente perdida en algún punto del suelo mientras tiene toda la humedad aun cayendo por sus mejillas de manera silenciosa. Su lenguaje corporal deja en claro que no solo está destrozado, sino que también parece agotado física y mentalmente.

Aprieto los labios mientras le observo y me acerco lentamente con los refrescos en la mano, estiro uno de mis brazos irrumpiendo su campo de visión y él me observa primero con los ojos un poco más abiertos, para luego entrecerrarlos con dolor y esbozar apenas una pequeña sonrisa triste tomando una de las bebidas con sus manos.

- G-Gracias... - Musita incluso con las manos temblorosas, yo me limito a asentir y le observo de pies a cabeza durante unos largos segundos sin decir nada más. Incluso en momentos así de difíciles, él se controlaba de pedirme un abrazo o cualquier muestra de afecto para, seguramente no incomodarme. Nunca dio una muestra de afecto que rompiese los límites que yo había establecido desde que nos encontramos hace unos meses, a pesar de lo roto que claramente estaba en este momento, seguía pensando en mí, en cómo podían afectarme las cosas. Incluso cuando podía permitirse ser algo egoísta, nunca lo era, cuando debía pensar en él, nunca lo hacía, nunca ponía sus necesidades por encima de la de los demás. Así es como era él, lo que, objetivamente hablando, me parecía digno de admirar. No es que yo comprendiese muy bien lo que JiMin estaba sintiendo en ese momento, pero tenía ojos y oídos funcionales, podía ver cómo estaba solo en ese momento tan difícil para él y había podido escuchar sus gritos desgarradores en aquella ambulancia al ver como la vida de su madre se desvanecía delante de sus ojos, aun así, aquí estaba él, luchando por no quebrarse por completo, lo que requería una increíble fortaleza por su parte.