⊹₊ ⋆ Capítulo 9

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Capítulo 9: Más allá del limite. 

El eco rítmico del balón contra el suelo pulido del gimnasio reverberaba en mis oídos, un sonido que alguna vez había sido sinónimo de júbilo y ahora solo marcaba el compás implacable de mi agotamiento. Mis manos, enrojecidas y palpitantes, eran un mapa de callosidades y contusiones, testimonio silencioso de horas interminables de práctica. Cada impacto del balón contra mis palmas era una súplica desesperada, un intento de demostrar mi valía, de probarme a mí mismo y al mundo que podía superar mis propios límites.

La presencia de Kageyama a mis espaldas, su mirada una mezcla contradictoria de admiración y reproche que podía sentir atravesándome como dagas heladas. No necesitaba girarme para visualizar sus ojos azul cobalto entrecerrados en esa expresión tan suya, debatiéndose internamente entre el respeto por mi tenacidad y la frustración ante mi obstinación. Nuestra conexión, forjada en innumerables partidos y entrenamientos, trascendía las palabras; era un vínculo casi telepático que nos permitía comunicarnos con una simple mirada o un gesto sutil, especialmente en el fragor de la cancha.

Las piernas que tantas veces me habían catapultado hacia el cielo, desafiando la gravedad como si estuviera dotado de alas invisibles, ahora se sentían como pilares de plomo. Cada salto era una batalla contra mi propio cuerpo, una lucha titánica contra la fatiga que se acumulaba en mis músculos. Más de una vez, al descender, mis rodillas cedieron traicioneramente, enviándome al suelo con un golpe sordo que resonaba en el gimnasio vacío. El dolor agudo que recorría mis articulaciones era un grito silencioso de mi cuerpo, suplicando un descanso que mi mente se negaba obstinadamente a a conceder.

Finalmente, exhausto, me quedé allí, de rodillas sobre el piso flotante. Mi respiración era irregular, cada inhalación un esfuerzo consciente. Podía sentir las gotas de sudor deslizándose por mi piel, cayendo al suelo en un testimonio de mi esfuerzo. Alcé mi mano, un gesto débil para pedir un momento de tregua.

Fue entonces cuando sentí una presencia a mi lado. Una mano, cálida y firme, se posó sobre mi cabeza, deslizándose hasta mi barbilla para alzar mi rostro. Mis ojos se encontraron con los de Atsumu, y por un momento, el mundo pareció detenerse.

— ¿Es todo lo que puedes hoy? — su voz, con ese tono desafiante que tanto lo caracterizaba, encendió algo dentro de mí. Un fuego que creía extinguido por el cansancio se reavivó en mi pecho.

"Claro que no", quise gritar. Yo podía más, siempre podía más. Era Hinata Shouyou, después de todo. El que saltaba más alto, el que nunca se rendía. Pero mi cuerpo, traicionero, no respondía como de costumbre. Mis piernas temblaban, negándose a sostenerme una vez más. Abrí la boca para responder, para demostrarle a Atsumu que aún tenía energía, que podía seguir luchando. Pero en lugar de palabras, lo que salió fue un estornudo repentino. Giré bruscamente, consciente de lo poco higiénico que sería estornudar directamente sobre él.

Sentí el dorso de su mano en mi frente, un toque suave que contrastaba con su habitual brusquedad en la cancha. Le oí exhalar, y cuando volví a mirarlo, su expresión había cambiado. La seriedad se había transformado en preocupación, y por un momento, me sentí culpable por ser la causa de esa mirada.

— Puedo más. — logré decir finalmente, mi voz una mezcla de desesperación y cansancio que ni yo mismo reconocí.

— Lo dejaremos hasta aquí, tienes fiebre. — declaró Atsumu, su tono no dejando lugar a discusiones. Me ayudó a incorporarme, permitiendo que me apoyara en él. Su cuerpo, sólido y cálido, se convirtió en mi ancla en ese momento de debilidad. — ¿Por qué no me lo comunicaste antes?

La pregunta quedó flotando en el aire, pesada y acusadora. ¿Cómo explicarle que no podía, que no quería? Que cada segundo de entrenamiento era precioso para mí, una oportunidad de mejorar, de alcanzar a los demás. La idea de quedarme atrás, de ver solo las espaldas de mis compañeros alejándose, era un temor constante que me impulsaba a seguir, incluso cuando mi cuerpo gritaba que parara.

˚₊‧ 𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐬 ‧₊˚→ ᴀᴛsᴜʜɪɴᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora