Capítulo 13: Por fin podré conocerte.
Ajusté la correa de mi mochila sobre mi hombro, sintiendo el peso familiar de mis pertenencias mientras me encaminaba hacia la salida. La anticipación burbujeaba en mi interior ante la perspectiva de la velada que se avecinaba. Esa noche, los chicos de mi equipo y yo nos reuniríamos en una pequeña celebración en la residencia de Tanaka. El motivo de nuestra congregación añadía un toque de misterio al evento: uno de nuestros compañeros tenía una noticia trascendental que compartir, y era imperativo que todos estuviéramos presentes para recibir la información de primera mano.
El plan para llegar al lugar estaba meticulosamente orquestado. Yachi, Yamaguchi, Tsukishima, Shimizu y yo habíamos acordado compartir un vehículo de transporte. Por algún capricho del destino, o quizás por mi habitual falta de puntualidad, me tocaba ser el último en ser recogido. La idea de reunirnos fuera del ámbito escolar o de los rigurosos entrenamientos me llenaba de un entusiasmo casi infantil. Hacía tiempo que no nos organizábamos de manera tan espontánea, y la perspectiva de compartir momentos de camaradería en un ambiente más relajado me resultaba sumamente atractiva.
Mientras esperaba, extraje de mi mochila el polerón que había empacado previsoramente. Las noches de junio, con su frío inesperado, me habían tomado por sorpresa, y mi elección de vestuario dejaba mucho que desear en términos de practicidad. Me reprendí mentalmente por no haber anticipado mejor las inclemencias del tiempo. Consulté la hora en mi celular por enésima vez, constatando que faltaban escasos minutos para la llegada de mis compañeros. El sonido lejano de un motor y el suave roce de neumáticos sobre el asfalto anunciaron su proximidad. El vehículo se detuvo frente a mí, y la puerta se abrió invitándome a entrar. El conductor, un hombre de edad avanzada pero de semblante afable, me recibió con una sonrisa cálida que no pude evitar corresponder.
Shimizu, desde el asiento del copiloto, se dirigió al conductor con voz clara y melodiosa:
— Ahora nos dirigimos a la calle Av. Grecia con 2019, por favor.
El interior del vehículo estaba ya abarrotado, obligándome a acomodarme sobre las piernas de Tsukishima, una situación que él no tardó en convertir en motivo de queja. Sus lamentos sobre mis "huesos puntiagudos" se convirtieron en la banda sonora de nuestro trayecto, a pesar de los intentos de Yamaguchi por silenciarlo. En un acto de fingida torpeza, pisé "accidentalmente" el pie de Tsukishima, logrando un breve momento de silencio que, lamentablemente, no tardó en romperse con nuevas protestas.
— Yamaguchi. — gruñó Tsukishima con su característico sarcasmo, — me prometiste que iríamos solos, no con toda esta comitiva de alcahuetas. — Sus ojos se clavaron en mí al añadir: — Me refiero a ti, por supuesto. — Y para enfatizar su punto, sus dedos se hundieron en mis costillas, provocándome una risa involuntaria que contrastaba con mi deseo de mantener la compostura.
Yamaguchi, siempre el mediador, intervino con voz conciliadora:
— Chicos, el espacio es limitado. ¿Podrían comportarse, por favor? — Su sugerencia cayó en oídos sordos, mientras Yachi y Shimizu, ajenas a nuestras payasadas, iniciaban una conversación en susurros.
— Ni hablar.— fue la respuesta desafiante de Tsukishima, quien reanudó su ataque de cosquillas. En un intento por defenderme, mis movimientos espasmódicos provocaron que sus gafas cayeran. En un acto reflejo, las atrapé y se las pasé a Yamaguchi, quien, para mi sorpresa, decidió retenerlas.
— No te las devolveré hasta que lleguemos. — declaró Yamaguchi con una sonrisa traviesa, guardando las gafas en su bolsillo. — Has estado insoportable todo el viaje.
Pude sentir la mirada fulminante de Tsukishima en mi nuca, pero opté por mantener la vista al frente, inmóvil como una estatua para evitar más confrontaciones durante el resto del trayecto.
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˚₊‧ 𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐬 ‧₊˚→ ᴀᴛsᴜʜɪɴᴀ
Hayran KurguUn interés inexplicable emergió, inquietante y profundo, en el corazón de Hinata. Nunca antes había experimentado una atracción tan intensa, y mucho menos hacia otro hombre. Se encontraba al borde de un abismo de emociones desconocidas, a punto de a...