⊹₊ ⋆ Capítulo 44

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Capítulo 44: "Dos excepciones."  

Cuando terminamos de desayunar, Osamu se ofreció inesperadamente a llevarme a casa en el auto de Atsumu. Recuerdo vívidamente cómo Atsumu se opuso al principio, insistiendo en que era su responsabilidad asegurarse de que yo llegara bien a mi hogar. Sin embargo, Osamu, con una mirada serena, le dio a entender a su hermano que esta era la oportunidad perfecta para disculparse conmigo. La tensión en el aire era notable, y pude ver cómo Atsumu luchaba internamente con la decisión.

Finalmente, considerando que ya iba tarde a su trabajo, Atsumu accedió a regañadientes. Decidimos llevarlo primero a él, y tan pronto como se bajó del auto, un silencio abrumador nos envolvió a Osamu y a mí. El aire dentro del vehículo parecía cargado de verdades a medio revelar.

Reuniendo todo mi coraje, fui yo quien rompió el silencio:

— Gracias. — murmuré suavemente, manteniendo mi mirada fija en el camino frente a nosotros. Mis manos se aferraban a los costados del asiento con tanta fuerza que mis nudillos se tornaron blancos. Era como si, de alguna manera, pudiera mantenerme anclado a la realidad a través de ese agarre. — Pensé que reaccionarías de manera diferente.

Osamu tardó un momento en responder, y cuando lo hizo, su voz era apenas un susurro: 

— Gracias a ti, por cuidar y querer a mi hermano. — Desvié ligeramente mi atención del camino para observarlo de reojo. No necesitaba mirarlo directamente para notar la tensión en su postura, la forma en que sus manos apretaban el volante. Era evidente que esta situación lo afectaba tanto como a mí. — Desde que te conoció, ha cambiado. — continuó, y pude percibir un tono de alegría en su voz. Sin embargo, esa alegría se desvaneció rápidamente, dando paso a un tono más neutral, casi melancólico. — Debe sentirse muy afortunado de tenerte a su lado.

Recordé la nota que me había escrito Atsumu antes de irse de mi casa para ir a trabajar, no pude evitar emocionarme.

Pero en ese momento, percibí algo en su voz que no pude ignorar: una pizca de envidia. Aunque trataba de ocultarlo, era evidente en su expresión, en la forma en que su expresión se oscureció ligeramente. Me di cuenta de que Osamu debía sentirse solo en este mundo. Descubrir que su único aliado, su compañero de toda la vida, se había enamorado, debía ser doloroso. Ver cómo la atención y el cuidado que antes eran exclusivamente suyos ahora se compartían con alguien más... no podía ni imaginar lo difícil que debía ser para él.

Sintiendo la necesidad de reconfortarlo, respondí: 

— Tú también eres afortunado, Osamu. Tienes a alguien increíble, alguien que haría cualquier cosa por ti. — Noté cómo me lanzaba una mirada fugaz, y por un momento pareció que iba a sonreír, pero sus labios solo formaron una línea tensa. — Tú siempre has sido el primero en su vida. Han estado juntos desde el principio. Yo... yo llegué después. — En mi mente, añadí con cierta amargura: "Muy tarde, para mi desgracia." Pero me contuve de decirlo en voz alta. En su lugar, continué: — Entiendo mi lugar, no pretendo pelear por ser el número uno. Y es por eso que quiero que comprendas que también puedes contar conmigo. — En un gesto de apoyo, solté mi agarre del asiento y busqué su mano, apoyando mi palma sobre su dorso. Quería que sintiera mi sinceridad, que supiera que mis palabras no eran solo un consuelo vacío. — No estás solo, Osamu.

Para mi sorpresa, no apartó su mano. En su lugar, una sonrisa melancólica pero sincera se dibujó en su rostro. Por primera vez desde que lo conocía, pude verlo completamente transparente, sin máscaras ni pretensiones. En ese momento, comprendí lo difícil que debió haber sido para ambos hermanos llevar este secreto consigo durante tanto tiempo, cada uno protegiéndose y protegiendo al otro de cualquier amenaza o circunstancia. Su unión era verdaderamente inquebrantable.

˚₊‧ 𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐬 ‧₊˚→ ᴀᴛsᴜʜɪɴᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora