Capítulo 25: Vampiro.
Aquí estamos, en el tercer set de este electrizante partido de voleibol, y les puedo asegurar que la tensión se puede cortar con un cuchillo. El balón acaba de cruzar la red como un proyectil, y todos contenemos la respiración. ¿Quién lo recibirá? ¡Es Haruki Komi, el libero de nuestros contrincantes! Con la agilidad de un felino, Komi eleva sus brazos, anticipando la trayectoria del balón con una precisión milimétrica. ¡Uwuaah, que recepción!
El balón flota hacia su armador, quien, con la elegancia de un director de orquesta, lo posiciona perfectamente. Y ahí está, señores, el momento que todos esperábamos: Bokuto se eleva como si tuviera alas. El tiempo parece detenerse mientras alcanza el punto más alto de su salto. ¡BOOM! El golpe resuena en todo el gimnasio como un trueno. El eco es ensordecedor, la potencia es brutal. Los bloqueadores de nuestro equipo se esfuerzan, saltan, extienden sus brazos al máximo, pero es inútil. El balón pasa limpiamente entre sus manos como si fueran aire.
La trayectoria es perfecta, imparable. El balón desciende en cámara lenta, todos los ojos fijos en su caída. ¡Y toca el suelo dentro de la línea! ¡Increíble, bellísimo, espectacular! ¡El partido ha terminado!
El marcador final es de 32-30. Qué batalla épica hemos presenciado hoy. A pesar de la derrota, puedo sentir la satisfacción en el aire. Nuestro equipo ha dado un espectáculo digno de recordar, superando su actuación anterior con creces. Bokuto, el héroe del momento, grita su característico;
— ¡Hey, hey, hey! — con los brazos en alto, la viva imagen de la victoria. La emoción es elocuente, contagiosa. Todos los jugadores respiran con dificultad, exhaustos pero eufóricos.
Y ahora, en un gesto de deportividad que emociona, vemos a los equipos acercarse para estrechar sus manos. Es un momento de respeto mutuo, de reconocimiento al esfuerzo del contrario. Esto es lo que hace grande al deporte, lo que me suele agradar de los finales. La manager del equipo, Yachi, se acerca con toallas para los jugadores y Shimizu nos acercaba las botellas con agua. Es el momento de recuperar el aliento, de limpiarse el sudor de la batalla. Los vemos reunirse, compartiendo risas y comentarios sobre el partido, aún con la adrenalina corriendo por sus venas.
Fue un momento bonito, como de película. Después, todos juntos hacia las duchas. Menos mal que eran grandes, porque éramos un ejército de chicos sudorosos y apestosos.
Mientras sacaba mis cosas para ducharme, no podía dejar de sonreír. Toalla, champú, jabón... todo listo. Dejé mi ropa empapada al lado del bolso. Parecía que me hubiera caído a una piscina con todo y uniforme.
Me puse la toalla alrededor de la cintura y me dirigí a las duchas. El vapor era tan denso que parecía que estaba en una sauna. Y entonces, de repente, Yamaguchi se plantó frente a mí. Se quedó mirándome fijamente, como si tuviera algo en la cara. O en el cuello. O en la clavícula.
— ¿Qué sucede? — pregunté. Yo solo quería ducharme. Apestaba tanto que probablemente las plantas cercanas se estaban marchitando.
Yamaguchi no se movió. Solo se tapó la boca, ahogando una risa. Y entonces, Sugawara, apareciendo de la nada como un samurái silencioso, soltó:
— Al parecer un vampiro ha querido robarte sangre.
Me quedé paralizado. ¿Un vampiro? ¿De qué diablos hablaban? Corrí hacia el espejo de cuerpo entero más cercano y ¡santo cielo! Mi cuello, mis clavículas, mi pecho, mi abdomen... estaban cubiertos de círculos rojos y morados. Parecía un muestrario de pintura de tonos cálidos.
Y mi cara, oh, mi traicionera cara. Se puso tan roja que podría haber hecho competencia con un semáforo. La vergüenza me invadió como una ola gigante.
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˚₊‧ 𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐬 ‧₊˚→ ᴀᴛsᴜʜɪɴᴀ
FanficUn interés inexplicable emergió, inquietante y profundo, en el corazón de Hinata. Nunca antes había experimentado una atracción tan intensa, y mucho menos hacia otro hombre. Se encontraba al borde de un abismo de emociones desconocidas, a punto de a...