⊹₊ ⋆ Capítulo 7

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Capítulo 7: Un atardecer inesperado.

El gimnasio vibraba con la energía residual del partido recién terminado. El marcador final, 2 a 1, brillaba en el tablero como un recordatorio de la intensa batalla que acabábamos de librar. Me encontré caminando hacia Atsumu, quien sacudía su cabeza con vigor, enviando una lluvia de gotas de sudor en todas direcciones. Era como ver a un perro saliendo del agua, pensé con una sonrisa interna.

A mi alrededor, el equipo contrario reía y conversaba animadamente, su victoria aún fresca y emocionante. Me acerqué a Atsumu, tocando su hombro para llamar su atención. Él se giró hacia mí, sus ojos bajando ligeramente para encontrarse con los míos. Siempre me sorprendía esa diferencia de altura, pero en ese momento, lo que más me impresionó fue la intensidad de su mirada.

— Estuvieron excepcionales, gracias por el partido. —dije, la sinceridad impregnando cada palabra.

Antes de que Atsumu pudiera responder, sentí un brazo deslizarse sobre mis hombros. Osamu, con una sonrisa juguetona, me atrajo hacia él con una rapidez que me dejó sin reaccionar. Su mano libre encontró mi cabello, revolviéndolo con una brusquedad que, extrañamente, no me molestó.

— ¿Eso crees? —preguntó, sus ojos fijos en mí mientras yo asentía en silencio, reafirmando mi opinión—. Esperamos volver a encontrarnos pronto, disfruté mucho este juego con ustedes.

La camaradería del momento fue interrumpida por la llegada de un chico de cabello grisáceo. Sus ojos recorrieron mi figura de pies a cabeza, evaluándome con una mirada que parecía atravesarme. Sin embargo, su expresión se suavizó cuando Atsumu se acercó, ofreciéndole una toalla empapada de sudor. Con una pequeña sonrisa de agradecimiento, el recién llegado comentó:

— Eso lo decidirá el entrenador; aún no tenemos la autoridad para tomar decisiones.

De repente, fue como si alguien hubiera bajado el volumen del gimnasio. Todos adoptaron una expresión más serena, aunque sus ojos permanecían alerta, atentos a cada movimiento. Me pregunté si este cambio repentino era habitual en situaciones como esta, una especie de código no escrito entre equipos.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de Daichi, quien se unió a la conversación, dirigiéndose específicamente al chico de cabello grisáceo. Se apartaron ligeramente del grupo, creando una burbuja de privacidad que aguijoneó mi curiosidad. Vi cómo el chico grisáceo llamaba a Atsumu con un gesto sutil, y este se unió a ellos sin vacilar.

Me quedé allí, observando la escena desarrollarse ante mis ojos. Atsumu parecía cansado, respondiendo a las preguntas de Daichi con una mezcla de respeto y fatiga. La curiosidad me carcomía. ¿De qué estaban hablando? ¿Por qué parecía tan importante?

Impulsado por un deseo irresistible de saber, me separé de Osamu y me acerqué al pequeño grupo. Seguramente no les importaría que me uniera, ¿verdad? Después de todo, Daichi era mi capitán.

Llegué justo a tiempo para escuchar a Daichi decir:

— Encantado, veo que sería genial. —extendió su mano, que Atsumu tomó con firmeza, cubriéndola con ambas palmas en un gesto que hablaba de respeto y entusiasmo. Los tres sonreían, y me di cuenta de que había llegado demasiado tarde para captar el contexto completo de la conversación. — Avísame cuando puedas y hablaré con Kageyama para coordinar. —añadió Daichi.

Espera, ¿qué? ¿Kageyama? Mi mente comenzó a girar. ¿Acaso Atsumu y Kageyama iban a entrenar juntos? Una sensación extraña se apoderó de mí, una mezcla de inquietud y emoción que no podía definir con precisión. Era como si estuviera viendo el comienzo de una nueva aventura, una que prometía mejorar habilidades y rendimiento en el voleibol, y yo estaba quedándome al margen.

˚₊‧ 𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐬 ‧₊˚→ ᴀᴛsᴜʜɪɴᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora