⊹₊ ⋆ Capítulo 22

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Capítulo 22: Vete de una vez. 

Ahí estábamos los tres, sentados alrededor de la mesa, compartiendo un almuerzo improvisado que, para mi sorpresa, apareció ante nosotros más rápido de lo que mi mente podía procesar. Nunca en mi vida había visto a alguien moverse con tanta destreza en la cocina como Osamu. Era como si sus manos fueran un borrón, cortando, picando y salteando con la precisión de un chef profesional. Mientras tanto, Atsumu, el otro gemelo, había tirado la toalla casi antes de empezar. No pude contener una carcajada al ver cómo se frustraba intentando encender la cocina. Su cara de confusión era digna de una comedia. Osamu, con una sonrisa burlona, se acercó y con un simple giro de la perilla del gas, solucionó el "gran misterio". Ver la expresión de Atsumu en ese momento, una mezcla de vergüenza y alivio, fue impagable.

Sintiéndome un poco inútil ante tal despliegue culinario, decidí aportar mi granito de arena en entregarle los servicios a Atsumu. Mientras él, se encargaba de poner la mesa (al menos eso podía hacer sin prender fuego a la casa ya que aun estábamos todos adormilados), me acerqué sigilosamente a Osamu. Mi plan era claro: ganarme su confianza y, quizás, obtener alguna información valiosa. Era como si buscara una astilla en un palo de madera, listo para arrancarla al menor indicio.

Desafortunadamente, Osamu estaba tan concentrado en su tarea que no encontré ninguna abertura para mi interrogatorio sutil. Suspiré internamente, sabiendo que tendría que idear otra estrategia pronto. La información que buscaba era crucial para mi tranquilidad, pero tendría que esperar. Ya en la mesa, extendí mi mano para alcanzar el salero. De repente, sentí la mirada de Osamu clavada en mí. Sus cejas se arquearon en una expresión de fingida ofensa que me dejó momentáneamente paralizado.

— ¿Tienes la osadía de desafiarme, niño? — me espetó con un tono que mezclaba diversión y falsa indignación.

Por un segundo, pensé que había cometido un error garrafal. ¿Acaso había insultado su cocina al querer añadir sal? Pero entonces noté el brillo juguetón en sus ojos y el pequeño tirón en la comisura de sus labios. Estaba bromeando, y ese apodo, "niño", me hizo darme cuenta de que quizás estaba más cerca de ganarme su confianza de lo que pensaba.

Atsumu, masticando tranquilamente sus fideos con salsa Alfredo, no perdió la oportunidad de meter baza: 

— Para que veas que no eres perfecto. — comentó con la boca medio llena, dirigiéndose a su hermano.

La respuesta de Osamu me sorprendió. En lugar de defenderse, soltó una carcajada y corrigió: 

— No somos perfectos, ¿o ya olvidaste que eres mi copia pirateada? — Su auto-burla rompió cualquier tensión restante, y no pude evitar sonreír.

Mientras los observaba interactuar, me di cuenta de que estos gemelos eran mucho más complejos de lo que aparentaban. Cada gesto, cada palabra, escondía capas de historia y complicidad que ansiaba descubrir. Y aunque mi misión de obtener información había fracasado por el momento, sentía que había ganado algo igualmente valioso: un atisbo de la dinámica única entre estos hermanos.

Mientras saboreaba los deliciosos fideos (que, debo admitir, no necesitaban ni una pizca más de sal), me prometí a mí mismo seguir observando, escuchando y esperando. La verdad que buscaba estaba ahí, escondida entre risas y rivalidad fraternal. Y yo, pacientemente, la desentrañaría.

De un momento a otro, sentí el roce de su pierna contra la mía que debido a eso, envió una descarga eléctrica por todo mi cuerpo. En lugar de alejarme, como quizás debería haber hecho, decidí ser audaz. Entrelacé mi pierna con la de Atsumu, sintiendo el calor de su piel a través de la tela del pantalón. Nuestras miradas se encontraron, cómplices de este juego silencioso que estábamos jugando. Vi cómo sus ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y deseo, y no pude evitar sentir una oleada de satisfacción. Desde que he interactuado más con ellos, he podido descubrir que Atsumu es más extrovertido que su replica no tan exacta; también infiero que en cualquier provocación, tanto como en peleas, discusiones o como ahora, aun juego discreto de coqueteo él accede rápido, no me molestaba, me gustaba esa parte de él. Aun así, lo que él no sabía era que yo anhelaba su contacto tanto como él parecía desear el mío. Cada roce, cada mirada furtiva, alimentaba un fuego que había estado ardiendo en mi interior desde hace tiempo. Era una sensación adictiva, crear estas situaciones tan prometedoras, bailar en el borde del descubrimiento.

˚₊‧ 𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐬 ‧₊˚→ ᴀᴛsᴜʜɪɴᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora