˚₊‧ 𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐬 ‧₊˚→ ᴀᴛsᴜʜɪɴᴀ

⊹₊ ⋆ Capítulo 58

Capítulo 58: Crazy.

Las manos de Atsumu se deslizaron suavemente por mi cabeza, desenredando con cuidado la tela de su camisa que había servido como venda improvisada. A medida que la tela se apartaba de mis ojos, parpadeé varias veces, intentando acostumbrarme a la luz tenue de la habitación. Mis pupilas se dilataban y contraían, luchando por ajustarse después de la oscuridad prolongada. Girando lentamente la cabeza, mis ojos recorrieron el espacio a mi alrededor, absorbiendo cada detalle como si lo viera por primera vez. Las paredes, de un tono crema suave, parecían absorber la luz del atardecer que se filtraba por la ventana. Fue entonces cuando me percaté de que el día estaba llegando a su fin. A través del cristal, pude observar cómo el cielo se teñía de tonos anaranjados y violetas, anunciando la inminente llegada de la noche.

Mi cuerpo aún vibraba con la adrenalina de los acontecimientos recientes. Cada fibra de mi ser parecía estar en alerta máxima, provocando que me removiera inquieto en mi posición. A pesar de que la venda de mis ojos había sido retirada, la correa seguía firmemente en su lugar, impidiéndome moverme con libertad. Sentía la boca seca y un leve dolor en las comisuras de los labios debido a lo tenso que me encontraba. 

Mis ojos se posaron en el rostro de Atsumu, buscando alguna pista sobre sus pensamientos o intenciones. La expresión que encontré me desconcertó profundamente. Su semblante, antes relajado y casi juguetón cuando me vendó los ojos, ahora mostraba una seriedad que nunca antes había visto en él. Sus cejas estaban ligeramente fruncidas, formando una pequeña arruga entre ellas. Sus labios, normalmente curvados en una sonrisa burlona, ahora formaban una línea recta y tensa.

¿Estaba enojado? ¿Se habrá molestado de verdad qué..? Mi mente trabajaba a toda velocidad, intentando descifrar el significado detrás de esa mirada intensa y penetrante. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a alguna conclusión, Atsumu me dio la espalda abruptamente y se dirigió hacia el cajón que yo conocía tan bien. En ese instante, sentí como si el tiempo se detuviera. El mundo a mi alrededor pareció desvanecerse, y todo mi ser se centró en los movimientos de Atsumu mientras se acercaba a aquel mueble. El recuerdo de lo que había descubierto en ese cajón, las páginas de su diario repletas de oscuros secretos, inundó mi mente. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, y un miedo primario, uno que jamás había experimentado antes, se apoderó de mí.

Mi corazón latía con tanta fuerza que podía sentirlo resonar en mis oídos. Cada segundo que pasaba mientras Atsumu abría el primer cajón parecía una eternidad. Contuve la respiración, esperando lo peor, imaginando que tal vez había descubierto mi intrusión en su pasado, en aquellas páginas que narraban horrores inimaginables.

Sin embargo, para mi sorpresa y alivio momentáneo, Atsumu simplemente sacó un objeto que, desde mi posición, no lograba identificar. La tensión en mis músculos comenzó a aflojarse ligeramente, pero la inquietud persistía en lo profundo de mi ser.

— ¿Qué es eso? — logré articular, aun acostado sobre la cama con un ardor sobre mi piel.

Me encontré cuestionando mi propia reacción. ¿Por qué de repente me había invadido tanto miedo? La respuesta era clara, aunque me costara admitirlo. No podía fingir ignorancia o inocencia. Había cruzado una línea al invadir su privacidad, al sumergirme en las páginas de aquel diario que ahora consideraba el "diario del terror". Esas revelaciones, esos secretos oscuros que había descubierto, habían cambiado irremediablemente la forma en que veía a Atsumu y, más importante aún, cómo me veía a mí mismo en relación con él.

Mientras observaba su espalda tensa por cada movimiento qué realizaba, pregunté que pasaría a continuación, ¿Confrontaría mi traición? ¿O seguiríamos en este juego de silencios y miradas cargadas de significado oculto? Fuera lo que fuese, sabía que nada volvería a ser igual. El conocimiento que ahora poseía era tanto una carga como una revelación, y me encontraba atrapado de emociones contradictorias: miedo, curiosidad, y una inexplicable atracción hacia lo desconocido y peligroso que Atsumu representaba.