Capítulo 110

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Narrador

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Narrador

Pasaron algunos meses desde la llegada de Hideyoshi a la cada de los Hantengu, meses en los que empezaban a adaptarse a una vida con un nuevo integrante en la familia.

Para sorpresa de muchos, Hideyoshi es un bebé que no ah dado tanto problemas respecto a cuidados. Es calmado, callado y muy dormilón.

Algo muy bueno si se trata de conciliar un buen sueño por la madrugada, el bebé tiene el sueño tan pesado que hubo pocas veces en la semana en la que lloraba a mitad de la madrugada.

Tan sereno, no suele negarse a estar en brazos de cualquiera de sus cinco padres o su hermana, pero sin duda su mirada seria y despectiva puede variar dependiendo de la persona que lo acompaña.

Como en este momento, teniendo un concurso de miradas con el padre más enojón.

—Hmmmm —Entrecerró sus ojos Sekido, mirando fijamente a su niño mientras lo sostenía frente a él.

—Hmmm —El pequeño parecía no pestañear, frunciendo más el ceño a medida que veía fijamente a su padre.

Era una tarde de fin de semana donde todos podían pasar el día juntos y descansando del agotador trabajo.

—¿Es un concurso de miradas o algo así? —susurró Urogi hacia Karaku al ver la graciosa escena.

—Eso parece, ninguno de los dos dejó de mirarse con esa expresión amargada desde hace varios minutos —respondió el ojiverde.

—Es como si se enojaran cada vez más con cada minuto que pasa —murmuró Urogi de forma curiosa al ver a padre e hijo enfrentarse en silencio con solo sus miradas.

Era increíble pero Hideyoshi no podía quitar su mirada de su papá de ojos rojos, al parecer observar el rostro enojado de su padre hacía que él también se sintiera de esa forma.

Algo muy curioso para un bebé de tres meses.

—¿Qué le haces a tu hijo?

Preguntaste llegando a la sala, preguntándote por qué Sekido y tu niño se miraban de esa forma.

—Shhhh, vas a interrumpir el concurso de miradas más importante de mi vida —habló Karaku sacudiendo su mano, sin duda disfrutaba de esta curiosa situación.

En ese momento entendiste, o más bien lo intentaste, por lo que tomaste asiento en uno de los sillones, pareciéndote muy tierno a pesar de las caras molestas de tu esposo y tu bebé.

—¿Te crees muy hombrecito, no es así? —murmuró Sekido hacia su niño, recibiendo como respuesta una mirada más molesta por parte del menor.

Era como si el niño le entendiera y desafiara a su propio padre. Esa sala estaba inundada en silencio y unas risas ahogadas por parte de Urogi y Karaku.

Pero de pronto, la puerta de la casa se abrió de una forma fuerte, algo que llamó la atención de los demás.

—¡Amei llegó a casa! —exclamó la pequeña con mucha energía, siendo seguida por Zohakuten y Aizetsu que traían las compras.

Renacida (Hantengu clones x tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora