En ésta historia eres Yume Nishimura, una joven cazadora de 18 años que fue secuestrada por 4 demonios que dicen conocerte de tu vida pasada.
Harán todo lo posible para que recuperes tus memorias.
Podrás recordarlos?
Descúbrelo, en esta historia ro...
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Narrador
En estos momentos te encontrabas sentada en el regazo de Zohakuten, recostada sobre su pecho, a pesar de que la tormenta ya había desaparecido seguías en un estado de pánico. El demonio te abrazaba tratando de tranquilizarte.
–La tormenta ya acabó, no tengas miedo estoy aquí, no dejaré que nada te pase.
Acariciaba tu rostro mientras limpiaba las lagrimas de tus mejillas, lentamente fuiste regulando tu respiración agitada.
No supo cuanto tiempo estuvieron así, no te soltó en ningún momento, hace un buen tiempo te habías dormido pero no quiso dejarte.
–“Quise que me odiaras tal y como lo merezco… ni siquiera debí tener el privilegio de que recordases mi nombre Yume…”
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Yume
Al día siguiente desperté con un dolor de cabeza increíble. Mientras abría mis ojos no podía evitar fruncir el seño a la vez que tocaba mi sien con la mano.
–Estás bien?
Me sobresalté al escuchar la voz del demonio, no me había percatado que estaba al lado mío. Lo miré y recordé lo que pasó el día anterior lo cual provocó que me sonrojase mucho, instintivamente me cubrí con las frazadas.
“El… el… el me abrazó ayer…
q-que hago… que vergüenza…
y me vio tan mal que le di lastima...?
Maldito terror a las tormentas eléctricas…
No… no puedo verle la cara…wuaaaaa”
–Lo siento.
Mis lamentos mentales se detuvieron cuando lo escuche –“¿acaso se disculpó?” –eso debía verlo con mis propios ojos, así literalmente los destape para mirarlo. –¿Qué dij
–Dije que lo siento… por todo… lo que te dije y como te traté –bajó su mirada al suelo.
Aun que fuera un poco difícil de creer si se sentía que se estaba disculpando de forma honesta. Si alguien tan orgulloso como él pudo disculparse, entonces yo igual.
–Yo también lo siento por lo que dije –respondí mientras me sentaba en el futón –y por decirte idiota… varias veces…
–Tsk… me lo merecía.
–Puede que si… un poco… ¡Achís! –me sentí un poco mareada, y sentía calor en mi rostro.
