Capítulo 39

1.6K 140 86
                                    

Narrador

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narrador

Sekido observó con detenimiento toda tu espalda desnuda, apreciando lo bien que se veía bajo la luz de las velas.

–Sekido? –hablaste al no tener respuesta del demonio.

–Ya voy, ya voy –habló en un bufido, si bien quería sonar irritado no podía estar más nervioso.

Se arrodilló cerca de ti, mirándote empezó a vaciar un poco de ese aceite a lo largo de tu espalda, arremangó un poco las mangas de su kimono y dio un leve toque con sus manos sobre tu piel.

Empezó a esparcir lentamente ese líquido resbaladizo por toda tu espalda, sintiendo como sus manos acariciaban tu piel tan suave. Sus manos se sentían tan bien, te emocionaba aquel tacto que producía con sus dedos, empezó un suave masaje a la altura de tus hombros.

–Ay si~… si que eres bueno en esto. –hablaste en un jadeo.

–Al parecer tus músculos también están tensionados… –habló mientras ejercicía una leve presión sobre la parte superior de tu espalda.

–Te lo dije… ay… ahí, justo ahí! –te reíste mientras suspirabas.

Sekido te hizo caso y empezó a hacer un masaje de forma circular con las yemas de sus dedos, no estabas mintiendo cuando dijiste que necesitabas un masaje, entrenar con Karaku de verdad era agotador.

Las manos del demonio bajaban y subían a lo largo de tu espalda, era una experiencia tan relajante y placentera a la vez, aun que no podías evitar sentir un cosquilleo en tu vientre, pues al sentir sus enormes manos sobre tu cuerpo te hacía malpensar.

Estaban solos y estabas casi desnuda frente a él, te preguntabas por qué no había caído antes tu indirecta provocación?.

Si bien aquel demonio se limitaba a tocar parte de tu cintura, estaba ansioso por quitarte de una buena vez toda tu ropa, pero algo lo detenía… qué era? No lo sabía, pero mientras te miraba con hambre también estaba nervioso. Tus quejidos que parecían gemidos realmente lo calentaban, provocando que sus manos viajaran cada vez más abajo, pero deteniéndose hasta la parte que cubrías.

Pensaba tanto en tocar más abajo que sus manos no se alejan de tu cintura y tu espalda baja, haciéndolo más que obvio su deseo por tocarte.

–Eres libre de tocarme donde quieras~ –hablaste, te parecía lindo de su parte que te respetase.

 Entonces el demonio no esperó y quitó tu yukata, apreciándose tu trasero, el cual empezó a masajear, un cachete en cada mano, el aceite hacía que se fuera una experiencia más placentera, sintiendo como sus manos rozaban esa zona de tu piel, provocando que se te escapasen algunos jadeos.

Ahora si, se sentía menos tenso, al saber que tu también lo querías fue entonces que se acercó hasta tu nuca para empezar a depositar algunos besos, el toque de sus labios te dieron escalofríos los cuales viajan desde arriba hasta tu espalda baja, dejando también algunos besos en tus cachetes que le encantaban manosear, tu entrenamiento te había dejado un buen trasero, debía admitirlo.

Renacida (Hantengu clones x tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora