En ésta historia eres Yume Nishimura, una joven cazadora de 18 años que fue secuestrada por 4 demonios que dicen conocerte de tu vida pasada.
Harán todo lo posible para que recuperes tus memorias.
Podrás recordarlos?
Descúbrelo, en esta historia ro...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Narrador
—¿Qué estás cocinando, papi? —preguntó Amei acercándose a Zohakuten, desde la cocina se podía percibir un delicioso aroma dulce.
—Castella —respondió viendo como su niña se acercaba al horno a ver el bizcocho.
—¿Todo eso es para mami? —preguntó volteando a verlo.
Zohakuten asintió —También para ti, sé como eres —habló sentándose en una de las sillas que se encontraba allí.
Amei sonrió grande al escucharlo —¡Gracias papá! —exclamó corriendo a abrazarlo, siendo recibida por sus brazos. Zohakuten amaba cuando su niña se comportaba cariñosa con él, por lo que se alegró cuando Amei se puso de puntitas para dejarle un beso en la mejilla.
—¡Iré a decirle a mami que pronto estará el castella! —exclamó saliendo de allí, dejando a Zohakuten sobándose la cara pero esbozando una pequeña sonrisa.
Comenzó a imaginar que dentro de unos meses tendría otro bebé, ahora no solo imaginaba a Amei, sino también a otra niña junto a ella. No tenia ninguna expectativa sobre el sexo de su futuro retoño, más solo le importaba que naciera igual de fuerte y sano que Amei.
—¡Mami! ¡Papá Zoha hizo castella! —exclamó Amei muy sonriente viéndote junto a sus alumnos.
—¿También hay para mi? —preguntó Takeshi con burla hacia la niña.
Estabas supervisando a tus alumnos, con la ayuda de Mayu, quien ahora al tener un avanzado manejo de tu respiración podría enseñar también en tu lugar.
Pues esa barriga de seis meses no te dejaba demasiada libertad.
—Lo siento Tío Takeshi, papá Zoha solo hizo para mami y Amei —respondió la pequeña con un puchero.
—Oh~ es una lastima —fingió tristeza frente a sus alumnos, quienes también se reían de las monerías de su sensei.
Estaban saliendo del invierno, por lo que las clases las retomaron tan pronto mejoró el clima. A medida que los alumnos entraban a la adolescencia dejaban en dojo, por lo que cada vez habían menos alumnos.
Aun que eso en vez de preocuparte, te daba paz. Poder enseñar se ah vuelto una buena etapa de tu vida, pero sabías que nada era para siempre, algún día dejarías de dar clases por falta de alumnos y también por tener que cumplir mejor tu papel de madre de dos retoños.
—Lo haces muy bien Mayu. ¿Qué se siente haber sido alumna y ahora enseñar? —preguntaste de una forma sonriente a la joven.
—Me gusta poder ser de ayuda sensei, es grato verla gestando luego de cuatro años. —habló Mayu mirando tu vientre hinchado.
—¡Amei será una hermana mayor! —exclamó la pequeña con alegría —¡Y voy a proteger al bebé como un guardián caza demonios!
Mientras Amei hablaba daba golpes simulando pelear, con la llamativa imagen de una correcta postura de pelea. Les consta que la pequeña es muy observadora, ah crecido viendo a su madre dar clases y ah aprendido una que otra cosa.