Capítulo 88

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Narrador

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Narrador

—¡Vamos, levántate! —exclamaste mientras volvías a tu posición de pelea.

—¡¿Cómo carajos hiciste eso?! ¡Esa patada no es normal! —respondió Karaku sobándose el rostro, poniéndose de pie.

—Se aprende técnicas muy curiosas cuando entrenas con pilares —te reíste —Las sesiones de entrenamiento que tuve con Sanemi eran para morirse… literalmente. —lo último lo murmuraste.

Fue así que Karaku fue contra ti, lo interesante de pelear con él es su flexibilidad, algo ventajoso, ya que sus golpes eran más precisos, por eso te hacía retroceder a medida que ejercía cada golpe de forma veloz.

Sonreías ante la emoción, no hay nada que llene tu alma que una pelea emocionante, más cuando notabas la gran diferencia de hace unos días al ver que dominaba aquella técnica.

—Recuerda mantener la respiración de concentración total—hablaste bloqueando una patada con tu antebrazo, siendo que lo apartaste de forma brusca para arremeter con tus puños.

—¡E-eso intento! —respondió tratando de bloquear tus golpes que venían uno tras de otro. —“Es demasiado rápida, apenas puedo evadirla”

Siendo que luego te paraste de manos para darle otra fuerte patada, la cual lo volvió a tirar. —¡Agh! ¡¿Otra vez?!

—¿Qué te parece si probamos con las katanas de madera? —hablaste extendiéndole la mano.

—Soy malísimo en eso —respondió sosteniéndote fuerte

—¡ESO FUE GRANDIOSO!

Los dos se sorprendieron al ver a una niña en su jardín, quien estaba con la boca abierta al verlos pelear de esa forma.

—¿Y esa niña de dónde salió? —habló Karaku confundido.

—¡Oh, eres tu! —hablaste recordándola —Eres la niña que ayudé aquella noche… ¿Cómo entraste?

Ante eso ella se sobresaltó en su lugar e hizo una reverencia —¡L-lo siento! Nadie atendía a la puerta así que entré rodeando la finca…

Era cierto, Sekido y Aizetsu estaban en sus trabajos y Zohakuten con Urogi se encontraban en el restaurante arreglando algunas cosas para más tarde.

—Está bien, no te preocupes… él es Karaku mi esposo —lo apuntaste, quien la saludó con un guiño.

La pequeña se sonrojó un poco ante ese gesto —O-oh un gusto señor, mi nombre es Mayu y tengo 10 años —respondió con una sonrisa y ahora que la veías bien podías distinguirla mejor al ser de día. Mayu tiene unos lindos ojos color marrón claro y cabello oscuro que estaba recogido en una coleta alta.

—¿Cómo supiste que esta es nuestra casa? —ladeaste la cabeza, mirándola curiosa.

—Cuando pregunté por la familia Hantengu me indicaron este lugar —habló con una sonrisa nerviosa

Renacida (Hantengu clones x tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora