"𝐄𝐥 𝐬𝐮𝐢𝐜𝐢𝐝𝐢𝐨 𝐞𝐬 𝐮𝐧𝐚 𝐝𝐞𝐜𝐥𝐚𝐫𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐬𝐢𝐥𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐭𝐞𝐚𝐭𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚, 𝐮𝐧𝐚 ú𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐥í𝐧𝐞𝐚 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐨𝐛𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐭𝐨𝐝𝐨"
―𝐀𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭 𝐂𝐚𝐦𝐮𝐬
La voz del señor Barner, mi profesor de lengua, resonaba en el aula mientras hablaba sobre la importancia de los clásicos. Trataba de concentrarme, pero mis pensamientos seguían divagando hacia hace unos días . Habían pasado tan solo un par de días desde que aquel hombre me atacó, y aunque trataba de no pensar mucho en ello, su recuerdo me perseguía constantemente.
Frey, Heist y Mason se habían ido de casa para investigar un asunto que aún no nos habían dicho, dejándome sola con Mila y Kaia. Sin Frey a mi lado, me sentía sola y perdida, aunque intentaba no mostrarlo, cada noche tenía pesadillas relacionadas con mi agresión y aunque a él no le dijese nada cuando me llamaba, era evidente que no estaba bien.
Cuando la clase terminó, recogí mis cosas y salí al exterior del instituto. Fue entonces cuando vi a Leigh esperando a que la recogieran, por lo que me acerqué ella, en lo que esperaba a que Kaia llegara. Habíamos estado hablando mucho, y su presencia me ayudaba en cierta manera.
―Hola, Leigh ―le dije con una sonrisa cansada.
Ella me dedicó una sonrisa y se apresuró a responder.
―Eve, ¿cómo estás? ―preguntó, sus ojos reflejando preocupación genuina.
―Estoy... mejor―respondí, intentando sonar más fuerte de lo que me sentía. Leigh sabía lo que había pasado con el hombre y era consciente de lo complicado que estaba siendo para mi todo esto― ¿Y tú?
―Preocupada por Jessie, ya lleva desaparecida una semana―admitió seria, causando que la mirase preocupada, antes de que una nueva idea cruzase por su mente―Y... Bueno ¿sabes cuándo van a volver Frey y Heist?
Negué con la cabeza, un tanto divertida al ver cómo se sonrojó al pronuciar el nombre de Heist. ―No, nada aún. Y es desesperante.
En ese momento, Kaia se unió a nosotras, saludándonos con una sonrisa e igual de alegre y positiva que siempre.
―Hola chicas, ¿qué tal todo? ―dijo mientras se ponía a mi lado y entrelazaba nuestros brazos.
―Más o menos ―contesté― Hablábamos de los chicos, de cuándo volverán.
Ella se encogió de hombros y se rió.
―Estando con papá Mason, vete tu a saber ―añadió Kaia, causando que Leigh la mirase sorprendida ante la mención del tecer padre de los Stein. Entendía perfectamente que le costase asimilarlo, ya que cuando llegué a la familia, me pasó exactamente lo mismo.
―Espera, ¿tenéis más de dos padres...? ―preguntó Leigh, dirigiéndose a nosotras y esta vez más perpleja que nunca.
Antes de que pudiera responder, algo llamó nuestra atención.
Una chica se encontraba subida a la azotea del instituto con muy mal aspecto, cómo si alguien le hubiese hecho daño. Tuve que agudizar más mi visión para darme cuenta de que era Jessie, con su pelo castaño despeinado y expresión desolada, como si tirarse al vacío fuese la única solución para ella. Leigh enseguida corrió hacia ella, gritando su nombre junto con su amiga Natalia que acababa de aparecer, pero fue demasiado tarde. Jessie se lanzó al vacío.