Capitulo 16: En silencio

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|Narra Chloe|

Los camiones habían arrancado y yo seguía buscando a Carl, Rick o Daryl desde la ventana, pero por más que intentaba no lo lograba. Sentí como jalaron mi cabello y después de eso, pusieron algo sobre mi cabeza que me impedía ver. Estaba claro que Saúl no permitiría que yo supiera su ubicación.

[...]

Después de un largo rato, sentí como el camión se detuvo y los motores se apagaron, habíamos llegado. Entre jalones y empujones me obligaron a bajar del camión y entrar a su asqueroso hogar.

—Bienvenida mi hogar —escuché la voz de Saúl. Seguía con aquella cosa en la cabeza, que no me permitía ver que había alrededor. Sentí un golpe sobre mi rostro que me hizo caer inmediatamente, ya en el suelo recibí una patada en el abdomen, que logro sacarme todo el aire que tenía, no pude emitir ningún ruido por lo que estaba sintiendo en este momento. —Llévala con las demás —

Me sostuvieron de los brazos y me obligaron a levantarme, caminamos un par de segundos y después empezamos a subir escaleras. Escuché el abrir de una puerta y por fin me quitaron aquella cosa de la cabeza, ahí pude ver que era un pequeño costal de tela. Me aventaron dentro de la habitación, y nuevamente caí adentro. Mi labio estaba sangrando, y mis manos temblaban, el miedo, la impotencia y el dolor de lo que estaba viviendo, lograban volverme loca, jamás había imaginado tener que pasar por esto, dentro de mí me arrepentía por haber perdido la cuenta de los días y no haberme presentado con Saúl a entregarle lo que necesitaba.

—¿Estás bien? —escuché en un susurro tras de mí. —me llamo Camila —gire mi cabeza y logre ver a una niña de alrededor de 10 años, dentro de la habitación, tenía su poca rota destrozada y un par de moretones por todo su cuerpo.

—Sí, ¿tú estás bien? —respondí levantándome del suelo.

—Si —contesto. —debiste correr más fuerte. No hubieras permitido que te atraparan. —

—No me atraparon, yo me entregue —conteste nada orgullosa de mi decisión.

—¿Está loca? ¿Por qué hiciste eso? —reclamo

—Debía salvar a mi gente, era otra persona o yo —aquella niña me miraba con un gran sufrimiento. Mi decisión no era algo que ella hubiera hecho.

—Te arrepentirás cuando te hagan lo mismo que a mí —contesto, mientras una lágrima bajaba por su rostro.

—¿Qué te hicieron? —pregunté confusa.

—Ellos abusaron de mí, y abusaron de todas las mujeres que estamos aquí, lo harán hasta el cansancio, y cuando estés lo suficientemente usada, te aventarán como diversión a los caminantes. Si tienes una oportunidad de que te maten, tómala. —su respuesta me había dejado atónita, la idea que tenía de lo que haría aquí era totalmente diferente.

[...]

Habían pasado horas encerrada en este lugar, esta habitación era sumamente oscura, apenas podía apreciar la luz por unos agujeros que tenía la tabla que tapaba la ventana.

Se abrió la puerta de golpe y la luz que entro hizo que mi vista doliera. Pude ver únicamente la silueta de un hombre muy gordo, que me tomo del brazo y me jalo hacia afuera para después cerrar la puerta detrás de mí.

—¿Qué me vas a...? —no termine de hablar, pues sentí como algo se había enterrado en mi brazo. Giré y vi como el hombre había inyectado algo en mí. Me debilité completamente, mis ojos se cerraban de vez en cuando. Todo pasaba muy rápido, en solo segundos pasaba de un sitio a otro, y esto era gracias a la droga que estaba recorriendo mi cuerpo, perdía la conciencia por minutos, mis ojos veían lo que sucedía, pero mi mente no guardaba.

[...]

Comencé a ser consciente de lo que sucedía alrededor, tenía un gran dolor de cabeza que lograba hacer que sintiera el palpitar de mi cerebro. Intenté levantarme de la cama en la que me encontraba, pero caí por la debilidad que en este momento estaba en todo mi cuerpo. Me arrastré por la habitación hasta llegar a la pared, donde me recargue sobre ella, para poder empezar a observar todo con detenimiento. El gran hombre estaba dormido, casi desnudo sobre la cama de donde había caído, mi cuerpo había sido torturado, pues mis brazos y mis piernas habían sido llenadas de moretones y cortes que fueron hechos a propósito. Recordé inmediatamente las palabras de Camila "Ellos abusaron de mí, y abusaron de todas las mujeres que estamos aquí"

Los minutos pasaban y solo estaba sentada en el mismo lugar sin poder frenar mi llanto, no lograba aceptar lo que me había sucedido, mi cuerpo dolía de mil formas diferentes. El hombre se movió sobre su sitio, y un terrible escalofrío recorrido cada centímetro de mí, el pánico se hizo aún más grande, me sentía indefensa, y mi mente se encargaba de hacerme saber que si despertaba, no tendría el valor para defenderme. Sin embargo, debía hacer algo antes de que eso sucediera. Como pude me levante del suelo y note que un poco de mi fuerza había regresado, abrí cajones con mucho silencio en busca de algo que pudiera servirme, pero no encontré nada. Sobre el suelo pude observar la ropa del hombre, la cual tomé para revisarla y para mi suerte pude encontrar una navaja. La tomé entre mis manos y pude admirarla, me sentía a salvo con esa herramienta que podría ayudarme a defenderme, pero sin más, sabía que no era para eso, debía atacar. Me acerqué al hombre y enterré la navaja sobre su cuello lo más profundo que pude, abrió los ojos de repente y quiso defenderse, pero era tarde, le había quitado la vida.

Busque mi ropa, pero no tuve suerte, tome la camisa de cuadros del hombre que se encontraba sobre el suelo y me la coloque, me daba asco vestirme con eso, pero no tenía otra opción. Abrí la puerta de la habitación lentamente y observé que el pasillo estaba vacío, salí sin hacer ruido en busca de alguna forma de escapar, pero todas las ventanas estaban tapadas.

Escuché voces aproximándose y corrí de nuevo hacia la habitación donde había matado al tipo que había robado mi tranquilidad. La solución había estado aquí siempre, una gran ventana sin tablas estaba en esta habitación, me acerqué a ella y no había ninguna dificultad para abrirla, así que lo hice.

Estaba en un tercer piso, la caída iba a ser dolorosa, pero las opciones se me habían agotado. Saque mi cuerpo de la ventana, e intente bajar lo más posible sin soltarme. Tome todo el valor que pude y salte. Mi pierna había soportado toda mi caída, dolía, pero el miedo de escapar de ahí era mucho mayor.

Comencé a correr arrastrando mi pierna para alejarme de este lugar, no sabía como iba a sobrevivir, herida, y sin armas, no sería capaz de defenderme de los podridos o la gente de Saúl, pero eso no me detuvo, me alejé lo más que pude. Cada auto que veía lo revisaba, debía buscar una forma de escapar de aquí rápido. No lograba encontrar ningún auto funcional, pero si pude visualizar una bicicleta, y aunque mi pierna me mataría después de esto, era la oportunidad de alejarme de aquí.

[...]

Iba sin rumbo en la bicicleta, lo cierto era que no reconocía nada del sitio donde estaba. Encontré la vía del tren, sabía que esta pasaba cerca de Alexandria, pero no sabía en qué dirección ir. Tenía que arriesgarme, así que empecé avanzar en dirección al sur.

Después de largo viaje, el sol empezaba a meterse, debía que aprovechar todo lo que quedaba de la luz de este día. A lo lejos vi un gran cartel.

"Asegura un buen hogar para tu familia. Alexandria es tu mejor opción"

Los carteles de bienes raíces me avisaron que ya estaba cerca de mi destino. Llegue al cartel y detrás de él logre observar una gran nube de humo negro, algo estaba pasando.

Estaba a menos de un kilómetro de mi hogar, y era momento de dejar la bicicleta, camine despacio entre los árboles, tratando de no llamar la atención de algún vivo o muerto ajeno a Alexandria.

Todo estaba mal, mi hogar estaba en llamas, y la gente sobre el suelo, siendo amenazados. La gente de Saúl no se había ido.

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Editado 29/08/2023

El viaje más largo | Carl Grimes |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora