62-Luces.

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La noche había llegado. Isaí había organizado una cena, donde me presentaría con la gente nueva, y donde mi familia volvería a verme.

Tome la ropa necesaria para esta noche, la coloque sobre la cama que siempre había sido mía. Ahora, la casa es solo mía, mi padre no quiso que estuviera nadie aquí, "tenía recuerdos".

En el recorrido hacia mi casa, solo había visto gente desconocida, algunos me miraban raro —claro, yo era la nueva. Para ellos—.

Entre a la ducha, solo disfrutaba el agua caliente, me quede parada bajo el agua unos largos minutos.

—Sal de ahí, llevas 30 minutos en la ducha —escuche la voz de Carol, que provenía detrás de la puerta.

—Ya salgo —conteste. Cerré ambas llaves de agua. Esa hermosa sensación de agua cayendo, desapareció. Volví abrir la llave del agua.

Diez, quince, veinte minutos más estuve dentro del agua. Por fin salí de la ducha, con la toalla enrollada.

Vi el vestido negro sobre mi cama. Me coloque la ropa, y me tome el tiempo de apreciarla. Era un vestido negro, muy lindo, esponjado de la falta, este me llegaba a las rodillas. Me coloque unos tenis y ya estaba lista para ver a todos.

Salí de mi habitación, camine a la sala y hay estaba Carol, muy bien vestida, con una de sus típicas camisas de cuello y su suéter de un color pastel.

— ¿Lista? —pregunto. Asentí con una sonrisa, y ambas caminamos a la salida.

El cielo oscuro se apoderaba de toda Alexandria. Era agradable estar de nuevo aquí. Ver las calles que prácticamente me vieron crecer, donde siempre había estado. Solo había un problema. Ya no son iguales, todas las calles han cambiado. Ya no eran solo buenos recuerdos, cada rincón me traía uno malo. Cada rincón tenía alguna marca, de algún enfrentamiento que haya ocurrido, cada patio tenía una cruz conmemorando alguna muerte, había fotos en este, y no solo era gente grande, también niños.

[...]

Estaba fuera de la casa de Jessie, esperando a que abrieran la puerta.

— ¿Crees que me odien? —pregunte.

—Claro que no, hija —dijo Carol —. Ellos te amaran —.

La puerta se abrió. Vi a Ron, había crecido bastante, se ve mejor que antes.

—Pasen —dijo Ron con una sonrisa —Bienvenida a Alexandria —

—Gracias, Ron —conteste. Su rostro de felicidad se cambió a uno de confusión. Seguro no me recuerda.

— ¡Chicos! —grito Carol

Todos en la casa voltearon hacia nosotras.

— ¿_, __, ___? —tartamudeo Maggie

—Hola Maggie —conteste.

Ella corrió hacia mí y me dio un fuerte abrazo que correspondí al instante.

La mayoría en esta casa tenían una cara de sorpresa, por saber que había regresado, algunos no tenían reacción alguna, pues era seguro que no me conocían, ni yo a ellos. El único rostro que me lleno de felicidad era el de la chica que abrazo a Carl, cuando llegue, su cara estaba llena de enojo y asombro —Mi padre ha hablado mucho de mí—.

[...]

Todos me habían saludado, mi padre se había ocupado de presentarme lo mejor posible a las personas que no conocía, algunas no creían que el rebelde Daryl Dixon tendría una hija.

El viaje más largo | Carl Grimes |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora