Capitulo 17: 8 muertes de 7

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Estaba a menos de un kilómetro de mi hogar, y era momento de dejar la bicicleta, camine despacio entre los árboles, tratando de no llamar la atención de algún vivo o muerto ajeno a Alexandria.

Todo estaba mal, mi hogar estaba en llamas, y la gente sobre el suelo, siendo amenazados. La gente de Saúl no se había ido.

[...]

Estaba escondida en la pequeña casa de las afueras de Alexandria, pensando, suplicando un milagro. Nunca había sentido una presión tan grande de hacer algo por ayudar a mi gente.

Los minutos pasaron y logré escuchar el motor de los carros encenderse. Me asomé ligeramente por una de las ventanas de la casa y logré ver como se retiraban de mi hogar. Esperé unos minutos a que tomaran distancia y salí de mi escondite. Entre por la puerta y me llevé la gran sorpresa de que no se habían ido todos. Un gran camión escolar estaba atravesado junto a la entrada de Alexandria, a lo lejos lograba ver a toda la gente, tirada en el suelo, siendo apuntados por siete hombres por largas armas, por otro lado, yo solo tenía la pequeña navaja que le había robado aquel hombre.

Me tiré al suelo y comencé arrastrarme hasta llegar a la casa más cercana, donde inmediatamente empecé la búsqueda por un arma que pudiera ayudarme a salir de esta situación, pero solo pude ver un par de cuerpos sobre el suelo, con una bala en su cabeza. Pete estaba ahí, el hombre que ayudaba a Eugene en la enfermería, pero nunca había logrado ser buen padre ni esposo, su muerte no había dolido tanto, como ver junto a él a Olivia y mi mejor amigo Miguel, quien hubiera sido el único que podría consolarme después lo que viví al ser llevada por Saúl.

Su muerte me causaba un gran ardor en el pecho, pero en este momento no podía dedicarle ni un par de segundos a su muerte.

Pude encontrar un kit de primeros auxilios, que utilice para calmar un poco del dolor de mi pierna, haciendo mucha presión sobre mi tobillo con una venda, que únicamente podría inmovilizarlo.

Salí por la puerta trasera, con la esperanza de no encontrarme a ningún hombre, y así fue, corrí a la casa que estaba junto e hice el mismo recorrido en busca de un arma, pero nuevamente fue absurdo, ya habían registrado todo. Solo tenía la opción de defenderme con los cuchillos de cocina que se encontraban aquí.

Subí al segundo piso y por la ventana, escondiéndome tras las cortinas, observé que me encontraba justo al frente de donde tenían a toda la gente, recostaba bocabajo sobre el suelo. Recorrí cada uno de ellos con la mirada, y no pude encontrar a mi padre, a Rick, Glenn, Abraham y Carl. Por ser los hombres más fuertes que habitaban este lugar, estaba segura de que fueron los primeros en llevarse después de llevarme a mí, por otro lado, agradecía que podía visualizar a casi todas las mujeres de este lugar. Aquellos hombres empezaban a discutir con una voz femenina que por la posición en que se encontraban no lograba saber de quién se trataba, hasta que uno de ellos se acercó a Maggie y la golpeo en el vientre, haciendo que se retorciera del dolor.

Los hombres empezaron a retirarse, para seguir recorriendo las casas de la comunidad, haciendo que solo dos de ellos se quedaran cuidando a la gente que se mantenía indefensa. Pocos podrían ser los valientes en arriesgarse a confrontarlos sin arma y dar la vida por todos.

Baje al primer piso y nuevamente salí por la puerta de atrás, camine sobre el pasillo hasta llegar al patio delantero donde nuevamente me arrastre hasta estar cerca de ellos. Me escondí entre la reja y los arbustos, para observar cada acción de aquellos hombres con detenimiento y poder pensar en un plan que nos pudiera salvar.

Tara logro verme en mi escondite y sonrió victoriosa, le di una sonrisa similar, pero por dentro sabía que no tendríamos victoria si no ocurría un milagro. Tara con los ojos le indico a Maggie y a Michonne que vieran en mi dirección y así lo hicieron, mi rostro mostró sumamente alegría, pues saber que ellas se alegraban de verme, me demostró que confiaban en mí para salvarnos de este apuro. Su mirada fue más que suficiente para darme valor que no tenía, para luchar por alguien más que no fuera yo, y así lo hice.

—¡Oye! —escuché el grito de Michonne. No sabía su plan, pero era una señal. —Necesito ir al baño —

Uno de los hombres volteo en dirección a Michonne y camino hacia ella.

—Puedes hacer aquí, no tengo problema —respondió, haciendo que ambos hombres rieran.

Michonne lo hizo, había orinado en la posición que se encontraba, recostaba sobre el suelo y boca abajo. El hombre que anteriormente le había contestado se acercó a ella para observar la escena de cerca.

—No puedo creer que lo hayas hecho, no creí que fueras tan sucia —dijo con asco. Tomo a Michonne de sus cabellos y la obligo a levantarla.

—¡Suéltala! —grité levantándome de mi lugar. El juego había iniciado.

Ambos hombres giraron rápidamente y tomaron su arma apuntando en mi dirección. Michonne había aprovechado el momento para robar una de las armas que el hombre junto a ella tenía en su pantalón, para después empujarlo y dispararle al otro hombre, que inmediatamente cayó muerto, y en un rápido movimiento logro dispararle al hombre junto a ella, que solo fue malherido, y segundos después recibiría otra detonación que lo había logrado matar. Habíamos terminado con 2 hombres de 7. Todo mundo se levantó de su sitio y corrió en busca de un escondite, mientras las pocas personas valientes tomaron un arma de las cuatro armas que tenían estos hombres, Michonne, Tara, Maggie y yo, debíamos estar preparadas para la llegada de los siguientes 5 hombres que serían atraídos por el sonido de los disparos.

No tardaron en llegar, y una lucha había comenzado. Cubriéndonos desde el camión y algunos desde dentro de un hogar disparábamos en dirección a los hombres que también tenían un escondite. El sonido que causábamos atrajo a los caminantes, que por la puerta abierta entraban en dirección a nosotras, estábamos en medio de ambos peligros, pero no podíamos detenernos. Me encargaba de darle a los pocos caminantes que habían entrado, y con la ayuda de Michonne quien corrió hacia la entrada, pudo cerrar la puerta, prohibiendo a los nuevos caminantes el paso.

Deje de cubrirme en el momento que termine con los caminantes, olvidando por completo que tras de mí seguía una lucha. Escuche claramente los últimos dos disparos, Maggie había acabado con el último hombre, pero él había acabado conmigo.

—8 muertes de 7 —susurré. Caí de rodillas sobre el suelo, e inmediatamente mi cuerpo completo se desvaneció.

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Editado 30/08/023

El viaje más largo | Carl Grimes |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora